¡Huye!

Chris, un joven afroamericano visita la misteriosa finca familiar de su novia caucásica.


Ficha técnica
Año: 2017
Duración: 1 hr 44 min
País: Estados Unidos
Director: Jordan Peele
Guion: Jordan Peele

Música: Michael Abels
Fotografía: Toby Oliver
Reparto: Daniel Kaluuya, Allison Williams, Catherine Keener, Bradley Whitford


Crítica de la película


Recientemente hemos visto a Get Out, película debutante del director afroamericano Jordan Peele, que ha sido una de las más aclamadas del año. Y nos ha emocionado. Es una película de terror que, a pesar de utilizar los elementos del género que usualmente salen del librito, sabe muy bien cuándo dar los sustos.


El horror es eficaz porque Peele, quien además es comediante, lo sustenta con un comentario social que critica las venas más brutales del racismo en la sociedad norteamericana actual. Su ritmo se mantiene consistente cuando edifica el suspenso al lado de un humor que despierta la curiosidad para saber lo que le pasa al protagonista, involucrado en una situación siniestra con la gente menos indicada.



La historia nos recuerda aquella célebre película de Stanley Kramer Guess Who’s Coming to Dinner? (1967), en el sentido de que el protagonista, Chris Washington (David Kaluuya), es un joven afroamericano que se siente inseguro ante la posibilidad de conocer a los padres de su novia, Rose (Allison Williams), quien es una muchacha anglosajona que afirma que no debe preocuparse porque son blancos sin “prejuicios” raciales.


Una vez que llega a la casa de los parientes para pasar el fin de semana, Chris comienza a sospechar que algo raro sucede detrás de esas sonrisas que proyectan una cordialidad artificiosa y ensayada. Los sirvientes, que para el colmo son negros, se expresan de manera educada, con un lenguaje corporal que es desconcertante e ilusorio. Todo parece escalofriante, sospechoso, huraño. Y los suegros, Missy (Catherine Keener) y Dean (Bradley Whitford), se muestran demasiado complacientes con Chris, por lo que su nerviosismo termina convirtiéndose en nuestra inquietud.


La película cobra mayor intensidad cuando las molestias de Chris se convierten en un malestar de paranoia que lo agobia. Piensa que ha sido hipnotizado por Missy, quien es una psiquiatra, para repudiar el vicio que tiene de fumar. También, en las escenas en las que toma fotografías con su cámara y se encuentra en una incómoda reunión encabezada por una élite burguesa que parece sacada de la revista de una secta infernal.


La puesta en escena de Peele está elaborada con un vigor que nunca se olvida de sostener la mordacidad del discurso por encima de la forma narrativa. Muchos planos encuadran símbolos y metáforas que hablan de una marcada intolerancia racial que todavía no se ha disipado de la sociedad estadounidense. Su premisa es una respuesta política ante una clase liberal en la era de Trump que todavía oculta las palabras racistas debajo de una manta de pura hipocresía.


La atmósfera de amenaza en la que se halla Chris es el resultado de la discriminación hacia una minoría étnica. Es el negro encerrado en un espacio oscuro que se hunde hacia sus temores más profundos, y solo comprende la naturaleza de su escenario cuando sus ojos bien grandes se abren para comenzar a llorar como víctima de la manipulación más macabra que uno se pueda imaginar. Sabe que debe huir para liberarse del estereotipo y evitar ser esclavizado por el lavado cerebral que hace que piense como el hombre blanco “educado”.


Peele consigue un buen registro dramático de los intérpretes, especialmente con la actuación protagónica de David Kaluuya, quien probablemente es protagonista del póster del año.


Para ser su ópera prima, el señor Peele, quien también escribe el guion, ha sabido balancear sutilmente el thriller, la comedia y el terror clásico de serie B sin recurrir a efectos especiales ni a casas embrujadas atestadas de zombis y vampiros. Ha creado una cinta perturbadora con la que se puede elaborar un estudio incisivo de las diferencias raciales que todavía persisten en el mundo contemporáneo; una polémica por la cual deberíamos estar muy asustados.



7/10



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Alien: Covenant

La tripulación de la nave colonial Covenant descubre lo que creen que es un paraíso inexplorado, pero resulta tratarse de un mundo oscuro y hostil cuyo único habitante es un “sintético” llamado David (Michael Fassbender), superviviente de la malograda expedición de Prometheus...


Ficha técnica
Año: 2017
Duración: 2 hr 03 min
País: Estados Unidos
Director: Ridley Scott
Guion: John Logan, Dante Harper
Música: Jed Kurzel
Fotografía: Dariusz Wolski
Reparto: Katherine Waterston, Michael Fassbender, Demián Bichir, Danny McBride, Billy Crudup

Crítica de la película


Han pasado unos años desde que Ridley Scott, el afamado director de Alien, estrenó a Prometheus, la precuela que expandía los enigmas de la saga con la temática de la creación de los organismos y la identidad del ser humano. Y la película nos resultó intrigante, pues nos puso a pensar en asuntos metafísicos y en el bicho alienígena más famoso de la ciencia-ficción. Pero como todo buen misterio, todavía quedaban preguntas sin resolver.


Era necesario que Scott regresara para responder esas cuestiones que faltaban. Era la opción adecuada porque nadie conoce ese mundo mejor que él. Y lo logra con Alien: Covenant, regresando a la esencia del terror por la cual esta franquicia ha causado tantos desmayos colectivos viendo a la criatura más célebre y depredadora del género. Scott aporta ritmo, atmósfera y una tensión que pone los pelos de punta.



Con esto nos referimos a que es una película de ciencia-ficción que mantiene los atributos estéticos de Prometheus y la fórmula de supervivencia con la que Alien ha funcionado. O sea, que la cinta cuenta con la típica trama del grupo de astronautas que explora el espacio para colonizar otros mundos y se topan con un planeta desconocido en el que poco a poco sabemos que algo aterrador va a suceder, incluyendo a una cosa rara sedienta de sangre que es amante del cuerpo humano y que le gusta andar como pasajero en las naves terrícolas.


El barullo inicia cuando la tripulación de la nave Covenant se dirige a un remoto planeta para instalar una colonia humana. En el transcurso, los miembros de la tripulación encabezada por el androide Walter (Michael Fassbender), Daniels (Katherine Waterston) y otros más, reciben una extraña transmisión procedente de un sistema solar cercano.


El equipo desiste para proseguir con la misión, pero el capitán Christopher Oram (Billy Crudup), decide cambiar el rumbo hacia aquel planeta porque tiene excelentes condiciones para ser habitado. Lo que desconocen es que en realidad es más hostil de lo que podamos imaginarnos, y pronto descubren que deben sobrevivir en condiciones extremas.


No podemos negar que las situaciones en la que se hallan estos personajes crean escenas amenazadoras. Son víctimas del ruido, de la desesperación, del miedo, del acoso ocasionado por un monstruo siniestro. Algunos son creadores que están obsesionados con sus inventores. Y por momentos pensamos que Daniels es la nueva Ellen Ripley, pero sin muchos ánimos de combatir alienígenas. Sin embargo, forman parte de un mecanismo narrativo diseñado para que se desate la brutalidad y el horror que caracteriza la historia de los xenomorfos, y eso es verdaderamente lo que hace que el pavor sea efectivo.


El pánico que construye Scott es suficiente para quedar enganchados durante dos horas inquietantes. Su discurso se sustenta en David (tremendamente interpretado por Fassbender), el androide que quiere ser un Dios, para rebosar la trama de ideas complejas sobre civilizaciones extraterrestres, mutaciones genéticas y la existencia humana. Y también le agradecemos que se sienta como un laberinto de suspenso construido alrededor de elementos visuales que cautivan con la oscuridad atmosférica.


En efecto, nos ha puesto a pensar profundamente en la enigmática mitología de Alien. Entretiene con un espanto que es satisfactorio. Y examina el universo de Alien contestando las interrogantes que Prometheus había planteado. Nos da la impresión de que el viaje interestelar hacia el Nostromo apenas comienza.



7/10


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