Ciudad en sombras es una película poco recordada de William Dieterle que supone, entre otras cosas, el debut cinematográfico de Charlton Heston como actor, luego de que este fuera descubierto por el productor Hal B. Wallis durante su período en la Paramount Pictures. La hora y media que tiene de metraje me hace pensar que no alcanza la resonancia de los clásicos emblemáticos del género, pero, en lo particular, es una película de cine negro en la que Dieterle crea un clima opresivo que se ajusta, en cierta medida, a la presencia del debutante Heston como apostador acorralado en una ciudad oscura de vicio y asesinato, con una solvencia narrativa que mantiene su consistencia dentro de los estándares de la serie B. La trama arranca con Dannay Haley, un veterano convertido en tahúr profesional que, junto a sus socios en un local ilegal de apuestas, despluma en un juego de póker a un turista de paso por un cheque de $5 mil dólares, que luego recurre al suicidio, pero cuya estafa aparente lo conduce a la desesperación cuando es perseguido por el misterioso y psicopático hermano del difunto estafado, en una cacería urbana donde él, como tramposo, debe arreglárselas con pistola en mano para sobrevivir en una jungla de cemento donde nadie sale indemne: ni los culpables ni los inocentes. En términos generales, la narrativa de este argumento es sólida porque, hasta cierto punto, maneja con eficacia los elementos particulares del género, donde el hombre duro se fuma un cigarrillo poco antes caer en la trampa que lo acorrala en callejones oscuros en los que solo hay humo, sospechas y muerte. A pesar de unos pocos facilismos de guión que funcionan para impulsar la trama, el desarrollo de los personajes conserva un grado de sutileza que se refleja, a menudo, en los diálogos que interrogan su pasado y en las situaciones que, en un par de escenas, se vuelven impredecibles por encima de la rutina urbana. En este sentido, las fichas se acomodan bastante bien sobre el delirio de persecución de Haley mientras planea escapar con el dinero; las visitas de Haley a la jefatura de policía para conversar con el detective de homicidios que investiga el caso; los encuentros románticos en los que Haley frecuenta el cabaret de la esquina para ver a la femme fatale que lo atrapa con la voz llamada Fran Garland; los intentos de Haley para investigar por su cuenta mientras el asesino suelto del anillo negro liquida a sus secuaces en plan de venganza. Por si fuera poco, la actuación de Heston eleva el material cuando adopta la mirada fría, la voz grave y el rostro duro para interpretar a un tipo de aspecto rudo y con traje de tweed que, debajo del cinismo, arrastra la culpa como una losa y comprende la magnitud moral de su acto. Frente a él, Lizabeth Scott ofrece una interpretación correcta como la femme fatale de rostro inexpresivo que canta en el cabaret y seduce al cínico con su voz ronca mientras suenan las baladas melancólicas para expresar su amor. La química entre ambos es palpable, especialmente en las escenas en las que ella canta y él la mira, donde la cámara se detiene en sus rostros mientras la canción habla de arrepentimiento. Esto se debe, en gran parte, a la pericia estética que Dieterle deposita sobre la puesta en escena para subrayar la psicología de los personajes a través del primer plano, el plano subjetivo, el fuera de campo, el plano-contraplano y el uso del encuadre móvil que se dinamiza sobre atmósferas urbanas y sombras alargadas en calles luminosas, capturado por la lente en blanco y negro de Victor Milner. La banda sonora de Franz Waxman, de igual modo, atrapa mis oídos con su orquestación estruendosa que eleva el suspense. Estos componentes envuelven la película sobre una capa de fatalidad que, en última instancia, me resulta atrapante al presentar su urbe oscura sobre apostadores clandestinos.
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Ficha técnica
Año: 1950
Duración: 1 hr. 37 min.
País: Estados Unidos
Director: William Dieterle
Guion: John Meredyth Lucas, Larry Marcus, Ketti Frings
Música: Franz Waxman
Fotografía: Victor Milner
Reparto: Charlton Heston, Lizabeth Scott, Viveca Lindfors, Dean Jagger, Don DeFore
Calificación: 7/10






