En Echo Valley, el tercer largometraje del director Michael Pearce, me topo con una película que reúne las condiciones idóneas para ser un truño, porque a decir verdad, el tiempo de más de hora y media me da la impresión de que desperdicia el talento de Julianne Moore y Sydney Sweeney. Desde el principio, se presenta como un thriller convencional y enormemente aburrido que, pese a contar con un par de atmósferas visuales, a menudo permanece atrapado en una narrativa desarticulada que no logra equilibrar sus pretensiones dramáticas sobre familias disfuncionales y sacrificios maternos, con un amplio reparto de personajes anodinos que me hacen cuestionar, en más de una ocasión, el insulso guión de Brad Ingelsby. Su argumento sigue la vida de Kate Garretson, una madre devastada por la pérdida de su esposa que vive aislada en una granja en Pensilvania, lidiando con el duelo y una crisis financiera que dificulta su trabajo como entrenadora de deportes ecuestres; cuyos problemas se amplifican, aún más, con la llegada de su hija adicta llamada Claire, que la visita con un aspecto descuidado que levanta la sospecha sobre su adicción a las drogas y su vínculo con traficantes locales. En términos generales, la narrativa, inicialmente, luce algo prometedora por la manera en que plantea un dilema moral sobre hasta dónde está dispuesta a llegar una madre para proteger a su hija, mostrado a partir de una escena en la que la Kate busca por todos los medios disponibles deshacerse del cadáver de un individuo aparentemente asesinado por Claire en una noche lluviosa. Sin embargo, todo esto se diluye rápidamente en un desfile de clichés y decisiones narrativas cuestionables. Los personajes que veo carecen de desarrollo y son unidimensionales, delineados sobre unas descripciones banales que solo funcionan para subrayar sus motivaciones y, entre otras cosas, impulsar unas acciones que se reducen, casi siempre, a un abanico de situaciones predecibles que se repite inútilmente entre las conversaciones a puerta cerrada entre la madre preocupada y la hija rebelde; los inconvenientes cotidianos de Kate que la hunden en el abismo en su granja con caballos; los negocios turbios de Claire con unos delincuentes; el plan de Kate para sacar a Claire del lío antes de reprocharla por su comportamiento errático y limpiar la escena del crimen sin dejar rastros. Intenta, por una parte, ser un drama íntimo y, por la otra, un thriller básico, sin comprometerse plenamente con ninguno de los dos géneros. Cuando la trama se inclina hacia el thriller, luego de alternar entre momentos dramáticos carentes de gancho, los giros argumentales son tan exagerados que rayan en lo absurdo. Además, los diálogos tienen vocacion por la inanidad. Y su trama apresurada no explora adecuadamente los temas sobre el duelo, la codependencia o el sacrificio maternal. A pesar de todo esto, encuentro algo de credibilidad en las actuación de Moore cuando utiliza su registro expresivo para interpretar a una madre angustiada que asume la responsabilidad de ayudar a su hija como feminista ejemplar, aunque queda reducida al papel vacuo de una madre adolorida de la que se sabe poca cosa lejos de las apariencias externas. Sweeney, por otro lado, tiene algunas escenas para lucir su histeria con potencial para ser reina del grito, aunque su personaje se convierte en una caricatura de la adicción, sin matices que humanicen su lucha. La dirección de Pearce es, por su parte, visualmente competente al entregar un par de planos interesantes que, al encuadrar a estas actrices, acentúan el costado lóbrego de la historia con un estilo atmosférico encuadrado por la cámara dinámica de Benjamin Kracun y una banda sonora correctamente integrada de Jed Kurzel. Estas propiedades, no obstante, no compensan las lagunas de una película que, en última instancia, se desmorona bajo el peso de su premisa defectuosa de suspenso, casi como un cuerpo hundido en el lago.
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Título original: Echo Valley
Duración: 1 hr. 44 min.
País: Estados Unidos
Director: Michael Pearce
Guion: Brad Ingelsby
Fotografía: Benjamin Kracun
Reparto: Julianne Moore, Sydney Sweeney, Domhnall Gleeson, Kyle MacLachlan, Fiona Shaw