La noche de 12 años

Luego de la muerte reciente del antiguo terrorista, exguerrillero y expresidente uruguayo José "Pepe" Mujica, accedo al visionado de una película titulada La noche de 12 años. La dirige el director uruguayo Álvaro Brechner y se basa, en gran medida, en la experiencia de tres presos políticos tupamaros entre los que, además de Mujica, también se encontraban Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández Huidobro. En sus dos horas, deduzco que es un drama carcelario que logra captar el aislamiento y la brutalidad carcelaria, pero, por desgracia, su narrativa se me hace convencional y algo reiterativa cuando frecuenta lugares comunes para colgar su comentario político de carácter maniqueo, donde me asalta la sensación de que solo me están contando un costado de la historia. Su argumento se sitúa a partir de 1973, en el contexto histórico donde Uruguay se encontraba gobernado por una dictadura militar que erosionó la democracia. La trama sigue a los tres hombres cuando son retenidos como prisioneros en una prisión estatal, mostrando los días en que son torturados repetidamente por los guardias y sufren en silencio la agonía derivada de los daños psicológicos, durante doce años en los que son reubicados en distintas bases militares. En este sentido, la narrativa me parece aceptable porque se arregla sobre los parámetros habituales del cine carcelario al narrar el calvario psicológico y el desgaste físico de los tres presidiarios cuando son fustigados por los militares, con los típicos intertítulos que arrojan una idea del paso de los años. Se muestran, entre otras cosas, las escenas retrospectivas que reconstruyen el pasado de cada uno de ellos; las condiciones sanitarias deplorables de las prisiones y los abusos de los militares; los días de psicosis de Pepe que se amplifican cuando es encerrado en una celda aislada, tiene alucinaciones sobre su madre y rememora el incidente del bar en el que mata de un disparo a un policía. El problema fundamental, no obstante, es que adolece de una falta de desarrollo de personajes que limita el impacto narrativo cuando sus acciones se reducen, por lo regular, a un abanico de situaciones previsibles que le quita complejidad a los conflictos internos y a las motivaciones repetidas que piden a gritos que se derrame alguna lágrima por los supuestos mártires encarcelados, quedando a menudo en una zona de confort en la que apenas se exploran más allá de las descripciones superfluas de sufrimiento físico y psicológico. Los diálogos tienen vocación por la inanidad. La circularidad del asunto se repite inutilmente, bajo cierto patetismo, para mostrar a los personajes más bien como símbolos de resistencia banales que responden a un discurso sociopolítico sobre la condición humana, entendido como el dolor de tres hombres que resisten el castigo de militares violentos para justificar su presunta lucha revolucionaria que se oculta fuera de campo. Sin embargo, el horizonte ideológico de esta síntesis discursiva es rudimentario porque, dicho sea de paso, Brechner solo se preocupa por la denuncia política y, en efecto, prefiere prescindir del rol protagónico de los tres convictos en la ola de secuestros, robos, atentados y violencia que ocasionaron como miembros de la guerrilla izquierdista del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Su texto inofensivo pierde credibilidad cuando señala con tinta moral a los "malos" y beatifica a los "buenos". Por lo menos, me resulta creíble la actuación de Antonio de la Torre cuando comunica las penurias del preso Mujica con el silencio, la mirada y los gestos. También alcanzo a valorar algunos elementos estéticos que aportan consistencia visual a las cárceles herméticas a través de la elipsis, el vestuario, el maquillaje, los decorados, la iluminación, la analepsis, el montaje paralelo, el plano simbólico y el uso del sonido diegético. Con estos elementos se pretende aunar en la profundidad psicológica y el drama de los personajes, pero quedan solo como accesorios cosméticos. Todo lo demás, en su afán cansino de reiterar las obviedades, me parece haberlo visto en otras partes con mejores resultados.



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Ficha técnica
Título original: La noche de 12 años
Año: 2018
Duración: 2 hr. 02 min.
País: Uruguay
Director: Álvaro Brechner
Guion: Álvaro Brechner
Música: Federico Jusid
Fotografía: Carlos Catalán
Reparto: Antonio de la Torre, Chino Darín, Alfonso Tort, César Troncoso, Soledad Villamil
Calificación: 6/10
Operación Avalancha

Operación Avalancha es una película de Matt Johnson que intenta abordar, en clave paródica, aquella teoría conspirativa, ampliamente difundida, sobre la idea de que el hombre nunca pisó la Luna porque, entre otras cosas, el famoso alunizaje de la misión Apolo 11 en 1969 fue una falsificación montada por la NASA en un plató ultrasecreto con el único propósito de ganar la carrera espacial frente a la Unión Soviética. Su estilo de falso documental tiene algunos momentos que evocan, en tono paródico, el sentido de paranoia y conspiración propio de los años 60, pero, en general, su trama sobre el alunizaje falsificado a veces resulta rutinaria y demasiado circunstancial, sobre todo cuando se pierde entre filmaciones parpadeantes y personajes superficiales que apenas rellenan una casilla de descripción. El argumento se ambienta en 1967 y sigue a Matt Johnson, un agente de la CIA que convence a sus superiores para infiltrarse en la NASA, haciéndose pasar como director de un documental sobre la misión Apolo 11, con la finalidad de descubrir a un topo soviético dentro de la organización, pero cuyo esfuerzo de espionaje, junto a sus colegas infiltrados, se pone cuesta abajo cuando descubre, por el teléfono intervenido de James Webb, que el módulo de alunizaje no puede estacionarse en la Luna y la NASA lo mantiene en secreto. En términos generales, la narrativa se sostiene sobre una base novedosa que mezcla la comedia absurda y el thriller conspirativo con los códigos del falso documental de material encontrado, en el que los personajes actúan como reporteros que cubren los acontecimientos en tiempo real mientras los camarógrafos filman obsesivamente cada una de las escenas de los lugares que visitan. El problema de esta premisa, incluso con su arranque interesante, es que pierde fuerza porque los personajes carecen de desarrollo y, a menudo, frecuentan lugares comunes que reducen el conflicto a una rutina de situaciones previsibles, en la que se revela poca cosa lejos de los diálogos a puerta cerrada y las referencias culturales. De esta forma, me quedo simplemente anestesiado por la tarea de los agentes para encubrir la incapacidad del módulo de aterrizaje sobre una simulación del alunizaje en los interiores de un escenario; la investigación de Johnson para robarse la técnica de proyección en pantalla frontal que utiliza Stanley Kubrick en el set de 2001: Odisea del espacio; las discusiones de los agentes para hacer que los videos falsos del alunizaje se vean convincentes para el público; la paranoia de los agentes cuando son vigilados de cerca por hombres misteriosos de la CIA que planean eliminarlos para atar cabos sueltos. A partir de la segunda mitad, se empieza a notar la falta de ritmo porque los personajes, en más de una ocasión, hablan más de lo necesario dentro de sus motivaciones absurdas. Al menos me resulta algo convincente la actuación Johnson, quien interpreta a una versión ficticia de sí mismo y usa correctamente su registro expresivo para comunicar la misión absurda de un espía gubernamental que, sin saberlo, se convierte en conejillo de indias de la CIA para falsificar el alunizaje. De igual modo, Johnson se ocupa de ejercer las funciones de director a través de elementos estéticos que le otorgan consistencia visual a las escenas con el uso del plano subjetivo, el sobreencuadre, el vestuario de época, la decoración de los escenarios, el encuadre móvil de una cámara en mano y, ante todo, el estilo de falso documental que tiene el aspecto de un material encontrado de los años 60, alcanzando su punto más ambicioso en las breves escenas que recrean el alunizaje con los trajes de astronauta, la arena gris, la bandera y el módulo lunar. Nada de esto evita que su propuesta, vista como un experimento de metacine, termine siendo regular y un poco aburrida cuando suben los créditos con la canción "Fortune Son" de Creedence Clearwater Revival.



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Ficha técnica
Título original: Operation Avalanche
Año: 2016
Duración: 1 hr. 34 min.
País: Estados Unidos
Director: Matt Johnson
Guion: Josh Boles, Matt Johnson
Música: Jay McCarrol
Fotografía: Andrew Appelle
Reparto: Matt Johnson, Sharon Belle, Josh Boles
Calificación: 6/10

En este encuentro, Tom Cruise sostiene una conversación interesante en BFI sobre su trayectoria como actor.



Tom Cruise



Tom Cruise, actor y productor de Hollywood, recibió la Beca BFI, el mayor honor del BFI, y visitó el BFI Southbank para conversar con Edith Bowman sobre su carrera.


El actor reflexionó sobre su trayectoria, que incluye películas icónicas como Top Gun, Jerry Maguire y la saga Misión: Imposible, compartiendo experiencias y su enfoque para crear cine impactante en una clase magistral.






Nuestra pequeña hermana

En Nuestra pequeña hermana, el director japonés Hirokazu Koreeda recupera su poética de la familia para interrogar, supongo, los lazos que unen a unas hermanas desde la simplicidad de lo cotidiano, adaptando el material del manga de Akimi Yoshida. Las dos horas que tiene de metraje me invitan a razonar lo suficiente como para deducir de inmediato que se trata de una película tierna y condescendiente sobre la hermandad, pero, por desgracia, termina siendo ingenua en su declaración de intenciones, sin una fuerza dramática que le añada dimensiones al dilema moral que teje el conflicto. Su argumento sigue el día a día de tres hermanas, Sachi, Yoshino y Chika Kōda, mientras viven en la casa de sus abuelos en Kamakura y, entre conversaciones, reciben la noticia del fallecimiento de su padre, a quien no han visto en quince años; pero cuyo destino, luego del funeral, cambia cuando establecen un vínculo con su media hermana, Suzu Asano, de catorce años, a la que deciden cuidar porque se ha quedado sola con su madrastra y su hermanastro. En términos generales, la narrativa se monta sobre la base de las fórmulas del cine de Koreeda que plantea reflexiones sociales sobre el núcleo familiar y la vida cotidiana de la gente corriente en la sociedad japonesa, cercana en algunos registros al género shomin-geki que se encuentra presente en la obra de Ozu. En este sentido, Koreeda se dispone a mostrar las inseguridades de la hermana mayor que sufre en silencio por la necesidad de independizarse y de abandonar el trabajo que repudia mientras asume la responsabilidad de ser la cabeza de la casa; las aventuras románticas de la extrovertida hermana del medio que disfruta salir a pasear con el novio y dar consejos amorosos a sus hermanas; las travesuras de la hermana adolescente que suele visitar un restaurante y una tienda deportiva con sus amigos del colegio; la ingenuidad de la hermana más pequeña que se adapta a su nueva familia con sus hermanastras. El problema fundamental, no obstante, es que el tono dulce se va perdiendo porque los personajes están medianamente desarrollados para encajar con descripciones superfluas y, a menudo, sus acciones se reducen a una serie de diálogos a puerta cerrada que suelen repetir, en más de una ocasión, los dilemas morales que surgen del conflicto central. Hay personajes que son completamente prescindibles. La profundidad simplemente se pierde entre caminatas al aire libre, discusiones banales en la mesa y la cotidianidad más corriente, en un trato higienizado en el que se ausenta el brío dramático. Koreeda abraza el drama familiar con la finalidad de esbozar, en su síntesis discursiva, un comentario social sobre las consecuencias de la disfuncionalidad familiar en los hijos, entendido como la unión de cuatro hermanas que encuentran la felicidad en la convivencia familiar que, entre otras cosas, les permite superar los traumas del pasado provocados por el divorcio de sus padres y la irresponsabilidad maternal. Su texto habla sobre el impacto que tiene la ruptura conyugal en el desarrollo emocional, social y psicológico de las hijas, pero siempre queda en una zona demasiado limpia, en la que se ausentan las grandes revelaciones en su epicentro sobre la pérdida, la muerte y las relaciones familiares. Por lo menos, las actuaciones de las actrices son decentes comunicando las desdichas personales de cada una de las hermanas, destacándose especialmente Haruka Ayase como la hermana mayor. Y me parece algo sobria la manera en que Koreeda, como es habitual, refleja las inquietudes de sus personajes a través del control compositivo del encuadre y de recursos estéticos particulares como la elipsis, el relato no iconógeno, los decorados tradicionales, el plano simbólico, la psicología del color y el uso del gran plano general que presenta la vida cotidiana con marcado realismo. El resto, desafortunadamente, me deja en un estado abulia.



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Ficha técnica
Título original: Our Little Sister (Umimachi Diary)
Año: 2015
Duración: 2 hr. 07 min.
País: Japón
Director: Hirokazu Koreeda
Guion: Hirokazu Koreeda
Música: Yoko Kanno
Fotografía: Mikiya Takimoto
Reparto: Haruka Ayase, Masami Nagasawa, Kaho, Suzu Hirose
Calificación: 6/10
Metal y hueso

En Metal y hueso, el director francés Jacques Audiard vuelve a recurrir a su poética del romance oscuro para mostrar una relación de pareja entre una mujer discapacitada y un hombre violento con un pasado turbio. En cierta medida, comparte algunas similitudes con Lee mis labios (Audiard, 2001), aunque, por lo visto, no llega a alcanzar jamás sus niveles. Esto se debe a que Audiard la dirige con su sello estilístico para ensamblar el melodrama sobre dos personas rotas frente a la playa, pero, desgraciadamente, su narrativa es superficial y, por lo regular, permanece fracturada en partes dispersas que nunca terminan de unirse en su epicentro sobre culpa, sufrimiento y redención, donde ni siquiera la química entre Marion Cotillard y Matthias Schoenaerts puede sacar el asunto de la zona de confort. Su argumento se ambienta en la localidad de Antibes y sigue la existencia de Alain "Ali" van Versch, un padre soltero que se aloja en la casa de su hermana mientras busca un trabajo para salir del abismo del desempleo y mantener a su hijo pequeño; pero cuya destino lo lleva a tener una relación con Stéphanie, una mujer a la que le amputan las piernas luego de un accidente y con la que, dicho sea de paso, descubre el poder curativo del amor inesperado. Esta narrativa, en términos generales, despierta sobre mí cierto interés cuando percibo que se monta sobre las fórmulas del romance oscuro al explorar una relación amorosa con dos personajes moralmente ambiguos que, entre otras cosas, desafían las normas sociales al tocar los tabúes del deseo en las personas discapacitadas. El problema fundamental, no obstante, es que estos personajes carecen de desarrollo lejos de las escenas que describen sus desdichas personales y, a menudo, sus acciones solo responden a una serie de situaciones predecibles que funcionan como catalizador, en su lado más obvio, para sintetizar el conflicto que hay detrás de las duras circunstancias que atraviesan frente al mar. La circularidad de las escenas tiene diálogos superfluos y pretensiones de intimismo que le quitan espesor dramático a la repetición de encuentros entre los amantes. De esta manera, recibo con tibieza el infortunio de Ali cuando deja el empleo de guardia de seguridad y transita por un negocio ilegal de lucha callejera para ganar el dinero suficiente del mantenimiento de su hijo; la relación abierta de Ali y Stéphanie que los coloca en una rutina de conversaciones en la playa y sexo explícito en la cama; los días de depresión de Stéphanie cuando intenta adaptarse a una vida con piernas prostéticas con el fin de aliviarse de la experiencia traumática que debilita su autoestima. La síntesis discursiva, en su registro de obviedades, explora con lupa social los lados más sombríos del amor y el deseo, pero visto desde la perspectiva de un hombre posesivo y una mujer discapacitada que, en medio de un entorno peligroso, se unen para subsanar una crisis ocasionada por la falta de consentimiento, los estados depresivos y el vacío afectivo que les quita una parte de sí mismos. En este sentido, al menos, la química entre Schoenaerts y Cotillard se siente algo orgánica cuando se miran entre gestos y miradas, pero la supuesta complejidad de sus personajes está ausente en casi todas las escenas. Por donde ellos pasan, logro escuchar una banda sonora notable de Alexandre Desplat, que incluye además algunas canciones populares. Y noto, asimismo, algunas de las pericias estéticas que Audiard utiliza para dimensionar la psicología de los personajes a través de la elipsis, el primer plano, el encuadre móvil de una cámara en mano y los escenarios mediterráneos que le añaden consistencia al barullo entre el mar, el sol y la arena. Todo lo demás, por desgracia, es anodino y se pierde como las olas de la playa en un domingo de verano.



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Ficha técnica
Título original: Rust and Bone (De rouille et d'os)
Año: 2012
Duración: 2 hr. 01 min.
País: Francia
Director: Jacques Audiard
Guion: Jacques Audiard, Thomas Bidegain
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Stéphane Fontaine
Reparto: Marion Cotillard, Matthias Schoenaerts, Bouli Lanners, Corinne Masiero
Calificación: 5/10

Amigos intocables

Amigos intocables es una película francesa a la que accedo, dicho sea de paso, para tratar de comprender la enorme popularidad con la que ha gozado desde aquel estreno exitoso que la puso en la cima de las más taquilleras del cine francés. Las casi dos horas que tiene de metraje colocan sobre mi cabeza un signo de interrogación bien grande porque, a decir verdad, supone para mí todo un misterio la aclamación que ha recibido. Como comedia dramática goza de una química notable de François Cluzet y Omar Sy, pero, por desgracia, frecuenta demasiado lugares comunes para montar su historia cursi sobre la amistad, la discapacidad y los prejuicios raciales, en un maratón de clichés en el que me asalta la sensación de que todo el asunto está higienizado de los pies a la cabeza. Su argumento, basado en hechos reales, sigue la existencia de Philippe, un aristócrata millonario que se ha quedado tetrapléjico a causa de un accidente de parapente y que, en medio del sufrimiento, contrata a un cuidador a domicilio llamado Driss, que resulta ser un inmigrante de un barrio marginal recién salido de la cárcel, pero con el que, a pesar de todo, forma una fuerte amistad que le devuelve aquella alegría que se perdió con el pasado trágico. En términos generales, la narrativa tiene un comienzo interesante que se amplía, entre otras cosas, por la manera en que se cuelga sobre las fórmulas habituales de aquel cine sobre discapacidades en el que la persona afectada es frecuentemente ayudada por otra que ofrece sus servicios para cuidarla, pero arreglada sobre una larga escena retrospectiva que sirve como excusa para explorar las circunstancias en que se conocieron. En este sentido, me intereso en principio por las ocurrencias del inmigrante negro que emplea su carisma y métodos pocos convencionales para alegrarle el día al magnate discapacitado antes de recibir la ayuda económica; las conversaciones en la que el burgués revela un pasado trágico en el que perdió a su esposa y se quedó paralizado; las visitas del ayudante a la casa de su familia en un suburbio en el que reina la delincuencia y la pobreza; la rutina en la que el señor recibe terapia diaria de la enfermera y unas cuantas sugerencias de su asistente pelirroja para mantener una relación epistolar con una mujer. El problema que encuentro, en cierta medida, es que los personajes carecen de desarrollo más allá de las descripciones superficiales y, por lo regular, sus acciones se reducen a una serie de situaciones banales que tienden a repetirse en más de una ocasión en su telenovela sobre clases sociales, donde todo funciona sobre las ecuaciones de estereotipos y los facilismos de guión de último minuto. A pesar del refrito de obviedades, considero que hay algo de chispa en la actuación de Sy, quien utiliza su expresividad para añadirle carisma a la personalidad de Driss, interpretándolo como un tipo duro y ocurrente que descubre la educación artística a través del valor de la amistad. También me resulta convincente el papel de Cluzet como el hombre paralítico en silla de ruedas que, en medio de sus inseguridades, recupera la voluntad de vivir y de encontrar un nuevo amor gracias al impulso moral que le proporciona el ayudante solidario. Con ellos hay, quizás, un par de escenas en las que me río un poquito con algunas líneas de diálogo, pero, desgraciadamente, no encuentro otra emoción entre tanta corrección política. Me parece una comedia aburrida y algo simplona, que toca temas rebuscados para acentuar, en efecto, la moraleja de que la música de Vivaldi y Earth, Wind & Fire puede ser escuchada sin inconvenientes ni barreras culturales.



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Ficha técnica
Título original: The Intouchables (Intouchables)
Año: 2011
Duración: 1 hr. 52 min.
País: Francia
Director: Olivier Nakache, Eric Toledano
Guion: Olivier Nakache, Eric Toledano
Música: Ludovico Einaudi
Fotografía: Mathieu Vadepied
Reparto: François Cluzet, Omar Sy, Anne Le Ny, Audrey Fleurot
Calificación: 5/10

Perfume de mujer

Luego de un par de años, decido pasar la tarde de un domingo viendo por completo a Perfume de mujer, una película de Martin Brest que solía ver en la televisión por cable, aunque, por alguna extraña razón, siempre consumía sus escenas de una manera esporádica que me impedía recordarle a plenitud, en una época en la que ni siquiera sabía que se trataba de un remake de una película italiana de Dino Risi. Al margen de la actuación estelar de Al Pacino, salgo con la sensación de que su fragancia no es demasiado fuerte y, por desgracia, su esencia dramática es algo convencional al tratar los asuntos sobre la soledad, la angustia y la aceptación, volviéndose incluso innecesariamente larga en las dos horas y media que tiene de metraje. Su argumento cuenta la historia de Charlie Simms, un estudiante becado de una exclusiva escuela preparatoria que, en medio del fin de semana de Día de Acción de Gracias, acepta un trabajo como asistente de Frank Slade, un teniente coronel retirado del ejército que se ha quedado ciego y tiene una personalidad cínica que se suele confundir con irritabilidad. En general, la narrativa se esboza sobre las fórmulas habituales de las comedias dramáticas de mayoría edad sobre el mundo estudiantil, pero trasladando el conflicto a las inseguridades de un estudiante que aprende a valerse por sí mismo con un coronel cascarrabias que ocupa el lugar de un profesor. El arranque es, desde luego, interesante cuando se presenta el problema escolar de Charlie al ser objeto de escrutinio del comité de disciplina; la estancia de Frank y Charlie en el hotel Waldorf-Astoria de Nueva York; la visita de Frank a la casa del hermano mayor que revela un pasado de irresponsabilidad y disfuncionalidad familiar; las movidas de Frank al conducir un Ferrari rojo siguiendo las indicaciones de Charlie; los lapsos depresivos en los que Frank amenaza con quitarse la vida con su pistola calibre .45 en la habitación. El problema fundamental, sin embargo, es que la tragicomedia permanece casi siempre en una zona acomodaticia que nunca se desprende de los clichés ni de las situaciones predecibles de la trama que siempre frecuentan lugares comunes, a pesar de que unos cuantos diálogos funcionan adecuadamente para dimensionar las inquietudes intrínsecas de los personajes. Las conversaciones no solo sirven para ampliar el desarrollo de los personajes, sino, además, para construir un mensaje moralista sobre el clasismo, la autoaceptación, las inseguridades juveniles y, ante todo, la depresión de una persona que sufre en silencio la dura realidad de la ceguera. Aunque algunos de estos temas son tratados con ligereza, proporcionan un sustento sólido para el lucimiento actoral de Pacino, quien eleva su registro expresivo para interpretar, a través de los gestos y la mirada perdida, a un hombre invidente con bastón en mano que pierde la voluntad de vivir y se niega aceptar el sufrimiento provocado por la ceguera antes de su intento de suicidio con uniforme y pistola, alcanzando su punto más memorable en la escena en que baila tango con una mujer mientras suena "Por una cabeza" de Carlos Gardel. La presencia de Pacino, ampliada con la voz áspera y los insultos, me atrapa por unos cuantos monólogos que invitan a reflexionar, y, además, desarrolla una buena química al lado del joven Chris O'Donnell. Con ellos, Brest cumple con el objetivo de mostrar la típica historia de superación personal, del chaval que viene de abajo y consigue cumplir el sueño americano al cambiar la vida de alguien, en este caso de un militar rudo, bruñido y cínico del que obtiene lecciones valiosas para el futuro como si fuera su propio padre. Pero, desafortunadamente, nunca se preocupa por sacar el asunto de los facilismos de guion. Se trata, sin temor a equivocarme, de una película bastante regular de su corta filmografía.



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Ficha técnica
Título original: Scent of a Woman
Año: 1992
Duración: 2 hr. 36 min.
País: Estados Unidos
Director: Martin Brest
Guion: Bo Goldman
Música: Thomas Newman
Fotografía: Donald E. Thorin
Reparto: Al Pacino, Chris O'Donnell, James Rebhorn, Philip Seymour Hoffman
Calificación: 6/10