Crítica de la película «Doble vida» (2018)

Doble vida
Con el visionado de Doble vida, una de las películas recientes del realizador francés Olivier Assayas, tengo sentimientos encontrados y no puedo evitar ser asaltado continuamente por el pensamiento que me obliga a comparar sus elementos con el cine alleniano más inmediato y los registros que eran comunes en algunos de los directores emblemáticos de la Nouvelle Vague. Tiene instantes ligeros de comedia afrancesada que interroga, en clave de crítica social y de largas pláticas, las infidelidades y las trampas de la era digital, pero, a mi parecer, su lado sofisticado pierde el efecto de ironía en una segunda mitad marcada por la redundancia y el exceso de transparencia verbal de los personajes. El argumento trata sobre los dilemas existenciales de dos personajes diametralmente opuestos en el orbe del editorial contemporáneo que constantemente discuten a puertas cerradas sobre la manera en que el impacto de la Internet y las tecnologías de la información han modificado el panorama literario y las costumbres culturales de la lectura. Uno es Alain, un editor parisino muy reputado que defiende, contra viento y marea, los beneficios que trae consigo la digitalización de los libros en el cambiante mundo actual, a veces discutiendo el asunto con su esposa que es actriz. El otro es Léonard, un escritor de izquierdas algo desorganizado que toda su vida ha sido publicado por la casa editorial de Alain y, en entre otras cosas, atraviesa una crisis de mediana edad que se manifiesta, primero, por la negación de aceptar por completo las idiosincrasias digitales que le nublan el juicio para terminar su novela y, segundo, por el matrimonio debilitado que tiene con su esposa. Con el encuadre móvil de una cámara en mano y los habituales fundidos a negro que trasladan la acción de un episodio cotidiano a otro, Assayas estructura la narrativa de los personajes alrededor de las tertulias que sostienen cuando se reúnen en las salas con sus respectivos círculos de culturetas y de esnobs literarios, pero, además, aligera la carga intelectual de los diálogos con pequeños momentos de romance que funcionan como alivio cómico y se gestan, ante todo, por los enredos sentimentales que cometen a escondidas con sus respectivas esposas y las compañeras cercanas. Las conversaciones de la primera mitad son afiladas y me invitan a razonar seriamente cuando ilustra unas cuantas verdades sobre las contrariedades de los entornos digitales, entendido como espacios virtuales en los que la identidad se falsifica, la ansiedad se oculta y la no ficción puede ser adulterada en favor de la posverdad. Pero llego a sentir una especie de fatiga que es producida, sobre todo, por la repetición estructural de los coloquios que debilita el desarrollo de los personajes hasta el punto de convertirlos en simples autómatas de la exposición, comprometidos a hablar más de lo necesario para ampliar la coherencia del fondo, sin ninguna acción o golpe de efecto dramático que ofrezca alguna situación reveladora. Los actores cumplen con sus roles adecuadamente, pero nunca escapan de los barullos anticipados del texto. Me parece, sin duda, una de las propuestas tibias de Assayas.

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Ficha técnica
Título original: Non-Fiction (Doubles Vies)
Año: 2018
Duración: 1 hr 48 min
País: Francia
Director: Olivier Assayas
Guion: Olivier Assayas
Música: 
Fotografía: Yorick Le Saux
Reparto: Juliette Binoche, Guillaume Canet, Olivia Ross, Christa Theret,
Calificación: 6/10

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