Crítica de la película «Cabo de miedo» (1962)

Cabo de miedo

Cabo de miedo es una película a la que me acerco, dicho sea de paso, para tratar de compensar una vieja deuda que inició hace ya varios años atrás cuando vi primero su remake, también titulado El cabo de miedo (1991), que lleva el sello de Martin Scorsese en cada una de sus inolvidables escenas. Por desgracia, el tiempo que paso absorbiendo su metraje me induce a razonar lo suficiente como para saber que es ligeramente inferior a la cinta de Scorsese. A pesar de su estilo visual y un par de actuaciones correctas de Gregory Peck y Robert Mitchum, como thriller psicológico pierde la tensión inicial con la que arranca y, entre otras cosas, no logra alcanzar el impacto duradero que promete su premisa, quedando más o menos anclado a una ejecución irregular que lo conduce por caminos previsibles. Su trama, basada en la novela "The Executioners" de John D. MacDonald, sigue la existencia de Sam Bowden, un abogado cuya vida tranquila se ve amenazada por un criminal que sale de prisión llamado Max Cady, que lo culpa por su condena de ocho años y, además, tiene la intención de hostigar a su familia. En términos generales, la narrativa intenta incorporar algunos elementos hitchcockianos para evocar cierto suspense al mostrar, en un principio, la obsesión por la venganza de Cady como la de un inmoral que emplea el voyeurismo para infringir miedo sobre una familia acomodada; además de las medidas desesperadas de Bowden para proteger a su esposa y su hija. Hay asuntos legales, investigación policial, violencia gratuita y un uso del relato no iconógeno que funciona para justificar las motivaciones de los personajes al describir con los diálogos el barullo judicial que provoca el conflicto. Sin embargo, luego me da la sensación de que el guion no siempre sabe cómo aprovechar los golpes de efecto porque, a decir verdad, el desarrollo de los personajes se mantiene suspendido sobre una superficie de moralidad que está demasiado higienizada y, a menudo, sus acciones se suelen repetir en un abanico de situaciones rutinarias a las que le falta algo de fuerza para enganchar, perdiendo todo el combustible restante en ese tercer acto en el que solo quedan los facilismos para solventar el problema. Debido a esto, la dinámica entre Bowden y Cady permanece estacionada en una zona de confort que, a pesar de tener un arranque tenso, se olvida de explorar los dilemas morales de ambos personajes para arrojar un discurso maniqueo sobre la ética legal y las debilidades del sistema judicial, entendido como la lucha moral entre un abogado y un sociópata que sirve como recordatorio de que el crimen nunca paga. La actuación de Peck es aceptable como el hombre común enfrentado a la malevolencia, pero creo que su personaje no tiene la profundidad necesaria para que su angustia se sienta orgánica, dejándolo atrapado en una postura de rectitud moral que no evoluciona más allá de lo unidimensional. Mitchum, por otro lado, ofrece una interpretación que me resulta más auténtica porque, en ocasiones, su registro expresivo tiene una mezcla extraña de carisma, cinismo y peligro que, a través de la mirada y la gestualidad, captura la malicia contenida de un villano calculador que magnifica su presencia violenta como si fuera un volcán a punto de hacer erupción. En algunas escenas, la estética de Thompson tiene momentos destacados que señala la psicología de ambos actores mediante el uso eficaz de los claroscuros, los puntos de iluminación, el fuera de campo, el picado-contrapicado, el encuadre móvil y unos cuantos planos ambiguos que acentúan la atmósfera opresiva de los escenarios lóbregos gracias a una buena labor fotográfica de Sam Leavitt. La banda sonora de Bernard Herrmann, de igual forma, se integra con cierta consistencia en algunas escenas. Estas cualidades, en última instancia, le añaden algo de autenticidad a la envoltura del producto, pero, por lo regular, es una película de suspenso que se queda corta de alcance narrativo.



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Ficha técnica
Título original: Cape Fear
Año: 1962
Duración: 1 hr. 46 min.
País: Estados Unidos
Director: J. Lee Thompson
Guion: James R. Webb
Música: Bernard Herrmann
Fotografía: Sam Leavitt 
Reparto: Gregory Peck, Robert Mitchum, Polly Bergen, Lori Martin, Martin Balsam, Telly Savalas
Calificación: 6/10


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