Crítica de la película 'Medianoche en París'


Midnight in Paris es una comedia romántica escrita y dirigida por Woody Allen, que se presentó en la apertura del Festival de Cannes de 2011.



Duración: 1 hr. 34 min.
País: Estados Unidos
Director: Woody Allen
Guion: Woody Allen

Reparto:
  • Owen Wilson
  • Rachel McAdams
  • Marion Cotillard
  • Michael Sheen
  • Kathy Bates
Sinopsis:

Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... 

Crítica de la película 


El mundo de Woody Allen nunca se cansa de producir ideas encantadoras, como esas que reflejan su propia visión del cine dentro de los guiones que está acostumbrado a escribir y que, de cierta forma, también difunde a través del ojo de su cámara. Y esto, precisamente, es lo que se observa en Midnight In Paris, una comedia fantasiosa que, desde este preciso momento, se podría catalogar como una de sus mejores obras. 

Quizá esto se debe a que difiere de sus trabajos anteriores porque introduce una narrativa de alusión metaficcional que rompe la frontera entre lo real y lo irreal (dentro de la realidad diegética). Y su aparato argumental funciona en forma de fábula hiperrealista para restarle mucho a lo poco y sumarle poco a lo mucho.

En el preámbulo seguimos a un guionista de Hollywood llamado Gil (Owen Wilson) y a su prometida Inez (Rachel McAdams). Ambos conforman una pareja comprometida que está pasando unas vacaciones en la ciudad del amor: París. Gil es un hombre flemático, ingenuo e idealista que se encuentra anquilosado con la novela que está escribiendo sobre un vendedor de antigüedades en una tienda de nostalgia. Una de las razones por la que está en París es para buscar la inspiración necesaria para terminar su relato de ficción. 

Gil demuestra una pasión inexcusable por el arte, la literatura, el ilusionismo de París y varios autores de la Generación perdida, aunque sus suegros e Inez ignoran todo eso. Inez es terca, la típica mujer despótica que ignora las opiniones con poca molestia. Gil, con su aire de pureza liberal, se aparta esas discusiones. Una noche Gil decide dar un paseo a solas por la ciudad para disfrutar de la vista de la medianoche, pero al estar medio borracho, se pierde, y, eventualmente, no puede distinguir el episodio inexplicable que le sucede. 

Al escuchar la campana de la medianoche ve pasar un Peugeot de los años 20 que se detiene, y las personas que están adentro le invitan a una fiesta. Pero aquí viene lo bueno. Ya en la verbena, siente que algo raro está pasando al encontrarse nada más y nada menos que con Zelda y Scott Fitzgerald; más adelante con Ernest Hemingway, Pablo Picasso, Cole Porter, Gertrude Stein, T.S. Eliot, Luis Buñuel, Salvador Dalí y otros artistas famosos que pasaron por París durante La Belle Époque. 

Allen ha utilizado la fantasía metanarrativa anteriormente en películas de realismo mágico como en “The Purple Rose of Cairo”, pero por alguna razón nos deja encerrados en la inquietud al no revelar los sucesos que acontecen la vida de Gil. Porque, si lo que le sucede a Gil no es un hechizo, si no es un delirio, si no es un viaje en el tiempo (que es lo que parece), entonces es indescriptible, y es mejor dejarlo en incógnita para mantener el encanto. 

Los personajes están bien interpretados, especialmente Gil, quien es el punto clave de la historia. Wilson le concede al personaje características balanceadas entre humor y puerilidad. Su personaje es tan pasivo y carismático que, aunque se encuentra con escritores del pasado que le resultan quiméricos, convive con ellos. Y ellos mismos consideran que se encuentra en una posición totalmente normal, por lo que no ven nada extraño su venida desde el futuro (si es lo que en realidad ocurre). 

En sus últimas cintas, Allen se ha convertido en un fanático filmando el entorno metropolitano de las grandes ciudades europeas. En esta ocasión captura la gallardía de las calles parisinas sin quitarle el encanto a la historia que está contando. Su panorama fantasioso es un homenaje a los artistas que han pasado por la ciudad del amor. Y la magia de Allen nos sumerge en la nostalgia y la ilusión romántica durante dos horas de puro entretenimiento.


 7/10




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