Crítica de la película «El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas» (2010)

Las preguntas que surgieron en mi mente cuando veía el preámbulo calmado de El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas me dejaron en un estado emocional cercano a la explosión de un millón de neuronas. Era una catarsis inolvidable. Y seguía observando y observando mientras estaba pensando. Esta película tailandesa filmada en 16mm (primera ganadora de la Palma de Oro en Cannes de ese país) sabe a filosofía. Y su poesía fantasmagórica, tan evocativa como se ve, se transforma en una especie de alegoría sobre la reencarnación de los seres a través de los tiempos. El director Apichatpong “Joe” Weerasethakul ha creado una atmósfera que encuadra los entornos naturales de las selvas de Tailandia en condiciones de baja iluminación natural. Sus personajes transmiten emociones sin que la narración pierda el patrón de efectividad en el ambiente húmedo en el que se encuentran. Y logra que la vida del protagonista, el tío Boonmee (Thanapat Saisaymar), resulte reflexiva por la naturaleza de la condición que padece y por las interacciones extrañas que rodean su existencia. Pero Boonmee, aun siendo consciente de la enfermedad que tiene (cálculo renal), es un campesino que disfruta el final de sus días en la parsimonia de la soledad del campo en el que vive con sus familiares; sin embargo, un encuentro inesperado con sus seres queridos ya fallecidos hace que este comience a recordar sus vidas pasadas. Esto quizá suene a fantasía, y en realidad lo es. Pero es una fantasía extraordinaria que toma prestados elementos del cine de terror para alimentar el desasosiego que formula con temas supernaturales como los fantasmas, la extinción y la transformación de un individuo hacia otro cuerpo híbrido. Los personajes se sienten como si fueran extraídos de una fábula siniestra donde todos buscan identidades perdidas dentro de un espacio metafísico que no recuerda ni para qué sirve su propia memoria. Los recuerdos de las vidas pasadas son claras metáforas de que todavía no se puede olvidar el pasado turbulento de la historia tailandesa y de las víctimas del desequilibrio sociopolítico del país durante el siglo XX, específicamente de la región de Isan en el noreste de Tailandia. La realidad diegética del filme se transforma durante varias escenas una vez que comienza el enunciado narrativo de las reminiscencias y de las interacciones entre seres de otras dimensiones. Y la subjetividad de ciertos planos enfatiza el estado de desrealización y despersonalización en el que se encuentra el tío Boonmee. La puesta en escena del señor Joe está construida en un aspecto estático, sobre todo cuando los planos encuadrados aluden el ambiente enmohecido de la oscuridad de la selva para que las siluetas de los seres lóbregos horripilen sin la necesidad de caer en la rimbombancia. El naturalismo es el espectador subjetivo de todas las escenas. También la ha filmado en un formato de 16mm por motivos de presupuesto y para dar a la película una imagen similar a la que se usaba en el cine clásico tailandés. La película presenta un mundo etéreo en el cual las imágenes hablan más que el silencio inexpresivo de los personajes. Y cada vez que trascurre su estilo nos pone a pensar. Weerasethakul confirma que el cine como arte todavía está vivo y, para probarlo, transforma este filme en una experiencia deslumbrante e hipnótica que es muy difícil de olvidar.

Ficha técnica
Título original: Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives (Loong Boonmee raleuk chat) 
Año: 2010
Duración: 1 hr 54 min
País: Tailandia
Director: Apichatpong Weerasethakul
Guion: Apichatpong Weerasethakul
Música: Varios
Fotografía: Yukontorn Mingmongkon, Charin Pengpanich, Sayombhu Mukdeeprom
Reparto: Thanapat Saisaymar, Jenjira Pongpas, Sakda Kaewbuadee, Natthakarn Aphaiwonk
Calificación: 8/10




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