El cine de Gus Van Sant, uno de los pilares del nuevo cine independiente
norteamericano (que en ocasiones ha tocado la cúspide del cine comercial),
es uno que me resulta interesante cuando revela la otra cara de su país, con
narraciones que suelen ser provocadoras, pero que adquieren una postura
inflexible para resolver los conflictos. En casi todas sus películas
presenta historias de gente de los estratos más bajos de la sociedad
norteamericana: drogadictos al margen de la ley, homosexuales marginados,
mujeres que anhelan robarse el sueño americano, genios rebeldes,
adolescentes conflictivos; personajes derrotistas con una naturaleza
levantisca que, a veces, desean liberarse de la pesadumbre con la redención
que la misma sociedad les ha negado. Estos temas oscuros de su estilo habían
decrecido un poco en la última década; sin embargo, ha regresado a esa forma
tan irreverente en la entrañable
Don’t Worry, He Won’t Get Far On Foot, su más reciente película.
Esta cinta biográfica de Van Sant es agradable y muy sorpresiva, sobre todo
con la gran interpretación de Joaquin Phoenix como el dibujante que ama la
incorrección política. Está basada en la vida del caricaturista John
Callahan (1951-2010), hombre con un pasado traumático que, en una noche de
borrachera, producida por su adicción incontrolable hacia el alcohol, sufre
un accidente que lo deja cuadripléjico. Hay tragedia, desdicha y momentos de
claridad. El componente dramático de la historia de Callahan es escueto y
aterrador, pero se aligera con una comedia negra que da mucha risa y algunos
personajes tan desgraciados como él. Y con ciertos paralelismos causados por
el montaje y los tiempos alternos, paso un buen rato viendo la vida de este
señor en los mosaicos del pasado y el presente.
Callahan (Joaquin Phoenix), postrado en una silla de ruedas, recordando ante
una audiencia lo que le ha pasado, relata el destino trágico con la moraleja
de “si vas a manejar, mejor no tomes”. También recuerda a la gente
que conoció luego del accidente en las sesiones de una terapia para
alcohólicos anónimos. Eran los años setenta y principios de los ochenta. En
aquel entonces él todavía caminaba, y llevaba tiempo siendo un alcohólico.
Su vida era maldita. Sus padres lo abandonaron, comenzó a beber alcohol a
los doce años y fue abusado sexualmente por una profesora. La adicción al
alcohol y la desesperanza lo llevaron a la ruina a los 21 años, cuando un
aparatoso accidente en coche le induce graves lesiones en la médula espinal
con las que queda paralítico. Pero milagrosamente sobrevive, y con algo de
terapia aprende a usar los músculos de las manos. Y cuando visita el
peculiar grupo de rehabilitación de Donnie (un revelatorio Jonah Hill)
separa el miedo de la esperanza, refugiándose en el dibujo para satirizar lo
que piensa de la sociedad con los tópicos que son considerados tabúes,
sintiendo una inspiración que nunca hubiese descubierto sin el accidente.
Es a Phoenix a quien hay que darle parte del crédito por su actuación como
John Callahan, su mimetismo es demasiado bueno para interpretar a este
individuo solitario que ha caído en el abismo de la vergüenza y que luego se
levanta para pedir perdón. Es el retrato de una persona de mucha energía y
con cierto encanto. Puedes amarlo u odiarlo. Siempre confinado en una silla
de ruedas, aprovecha el potencial emocional de los primeros planos. Provoca
impotencia, compasión, rabia. Sus diálogos tienen inclinación por la
sobriedad. En cada escena, hasta en las que el protagonista tiene
flashbacks, captura convincentemente la angustia y la rebeldía de Callahan
en distintas etapas de su vida. Es muy creíble en el camino hacia el
autodescubrimiento que tiene el protagonista cuando visita los grupos de
terapia de Alcohólicos Anónimos.
El título de la película hace alusión a una caricatura de Callahan en la que
tres vaqueros se encuentran en el desierto con una silla de ruedas vacía y
uno de ellos dice: “no te preocupes, no llegará lejos a pie”. Pero
también es una metáfora de un hombre que satiriza lo que la misma sociedad
ha ignorado por su condición, comunicando lo lejos que evolucionó como
caricaturista a pesar de estar condicionado a una silla de ruedas, algo que
se simboliza casi como leitmotiv en otro dibujo que muestra el proceso
evolutivo del hombre. Irónicamente andando a pie, quién sabe, quizá hubiese
muerto por una sobredosis de alcohol. Tuvo que sentarse para enfrentar los
fantasmas del pasado y rehabilitar su vida.
Aunque la película evita algunos clichés genéricos como el de la superación
personal y esparce las escenas más dramáticas con algo de melancolía, es en
la presentación de textos como la irreverencia y el cinismo donde se
intensifica el discurso de la historia de Callahan. Van Sant, con un ritmo
ágil, consigue que ese comentario sobre el humor negro que ofende la
moralidad de la gente y que es censurado por razones sociales, sea una
alegoría de estos tiempos en los que la incorrección política es un acto de
intolerancia. Callahan es uno de esos hombres que vencieron a los vigilantes
de la moral, dibujando, con mucho ingenio, una sátira de la sociedad
contemporánea.
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Ficha técnica
Año: 2018
Duración: 1 hr 54 min
País: Estados Unidos
Director: Gus Van Sant
Guion: John Callahan, Gus Van Sant
Música: Danny Elfman
Fotografía: Christopher Blauvelt
Reparto: Joaquin Phoenix, Rooney Mara, Jonah Hill, Jack Black, Mark
Webber
Calificación: 7/10