El prisionero de Zenda (1937)

Sinopsis: En un imaginario país, la víspera de su coronación, Rodolfo V, es secuestrado por su ambicioso hermano que desea arrebatarle el trono. Los súbditos más leales convencen a un turista, que se parece asombrosamente al rey, para que lo suplante por unas horas. Al día siguiente, se prepara una expedición para rescatar al rey, que está encerrado en el Castillo de Zenda. El turista, enamorado de una princesa de la corte, participará activamente en la lucha.

Ficha técnica
Título original: The Prisoner of Zenda
Año: 1937
Duración: 1 hr 41 min
País: Estados Unidos
Director: John Cromwell
Guion: John L. Balderston, Edward E. Rose, Wells Root
Música: Alfred Newman
Fotografía: James Wong Howe
Reparto: Ronald Colman,  Madeleine Carroll,  C. Aubrey Smith,  Raymond Massey,  Mary Astor, David Niven,  Douglas Fairbanks Jr.
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película


Esta producción de 1937 de Selznick, dirigida por John Cromwell, me resulta muy agradable con la historia del refinado y sofisticado caballero inglés que, gracias a su parentesco con un rey, es convencido por unos aristócratas para hacerse pasar por el verdadero y poder rescatarlo de unos malhechores de la monarquía que lo han secuestrado. Basándose en la novela homónima de Anthony Hope, es la primera versión sonora producida por Hollywood, así como la cuarta llevada al cine. Y lo que veo en esta versión es cautivador cuando elabora el discurso sobre la ética del deber, la codicia desmesurada y la sed de poder en los círculos monárquicos. En su trama me topo con artilugios narrativos que, a pesar de la simplicidad, terminan sorprendiéndome. Hay melodrama, aventura, traiciones, humor, diálogos placenteros y hasta duelos con capa y espada; presentado por unos personajes que proyectan cierto magnetismo en todas las escenas y hacen que me interese tanto por los buenos como por los malos. Cuenta con un reparto de lujo encabezado por Ronald Colman (en una estupenda y camaleónica interpretación de dos personajes), Douglas Fairbanks Jr. como un villano muy maquiavélico, Madeleine Carroll como la damisela enamoradiza y otros secundarios espléndidos como C. Aubrey Smith, Mary Astor y un joven David Niven. Su dirección de arte preserva una estética evidentemente clasicista, casi victoriana. La música de Alfred Newman es acogedora para mis oídos. También posee algunas secuencias emocionantes, como la escena de la infiltración en el castillo de Zenda y la del culminante duelo "swashbuckling" entre Ronald Colman y Douglas Fairbanks. Es una película deslumbrante, encantadora y muy entretenida.




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