Los miserables

Consigo sentir una tensión implacable cuando veo Los miserables, el drama policial que marca el debut del director francés Ladj Ly, quien además resultó ganador del Premio del Jurado en el pasado Festival de Cine de Cannes. Aunque utiliza los mecanismos habituales del thriller policíaco, no deja de parecerme un retrato crudo y desgarrador sobre la injusticia, la brutalidad policial y la condición social de los marginados de los suburbios parisinos. Parece una mezcla entre El odio, (Kassovitz, 1995) y Día de entrenamiento (Fuqua, 2001). Cuenta la historia de Stéphane, un oficial de la policía que se une a la Brigada de la Lucha contra la Delincuencia, comandada por sus nuevos compañeros Chris y Gwada, dos agentes experimentados. Junto a ellos recorre durante un día las duras calles del banlieue de Montfermeil, manteniendo el orden con amenazas hacia los adolescentes rebeldes, observando la existencia de diversos grupos étnicos de origen africano que controlan el crimen organizado del barrio. Pero en un momento determinado su moralidad se desequilibra cuando es testigo de los abusos de poder ejecutado por sus camaradas, así como también de las pugnas entre las pandillas desatada por el robo de un león circense. Ese león es la piedra angular del conflicto porque, supongo, le sirve a Ly para comunicar significados relacionados a la fuerza de voluntad de las minorías étnicas encerradas en los barrios que se enfrentan a la pobreza, la exclusión social y al abusivo uso de la violencia. En la puesta en escena emplea travellings meticulosos y planos generales encuadrados con drones que amplifican el sentido de desplazamiento y la crisis que impacta los desesperados personajes. El ritmo nunca decae. Su estilo visual aplica realismo y autenticidad a la compleja situación. Hay buenas actuaciones. El clímax me atrapa hasta dejarme sofocado cuando estalla la revuelta urbana que se transforma en redención moral, casi como una parábola de la obra de Victor Hugo.  



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 Ficha técnica
Título original: Les misérables
Año: 2019
Duración: 1 hr 44 min
País: Francia
Director: Ladj Ly
Guion: Ladj Ly, Giordano Gederlini, Alexis Manenti
Música: Pink Noise
Fotografía: Julien Poupard
Reparto: Damien Bonnard, Alexis Manenti, Djibril Zonga, Jeanne Balibar,
Calificación: 7/10
El lado oscuro del corazón

Me causa un grato placer lo que veo en El lado oscuro del corazón, del director argentino Eliseo Subiela. Es muy poética. No sé por qué había durado tantos años para verla, pero me parece una película muy contagiosa, triste, lúgubre, construida con una estética surrealista que estimula mis sentidos en todo momento con la fábula del hombre con sangre de poeta que anhela iluminar la oscuridad de su corazón. Cuenta la historia de Oliverio, un poeta que deambula por las calles de Buenos Aires como todo un bohemio, buscando desesperadamente una mujer que sea capaz de conquistar su alma solitaria. Su cotidianidad es como un círculo vicioso. Pero me resulta sorpresiva cuando se la pasa conquistando mujeres que conoce en las calles, anda de fiesta con sus amigos artistas, observa a Benedetti recitando sus versos poéticos en alemán, vende sus poemas por dinero para sustentarse, sueña con publicar un libro de poemas, conversa con la muerte (que para él simbólicamente tiene forma de mujer) y hasta con la reencarnación de su madre en una vaca. Todo eso cambia cuando en un cabaret de Montevideo conoce a Ana, una prostituta de la que se enamora. No hay ni una sola escena en la que la actuación de Darío Grandinetti no me parezca convincente cuando transmite con ese rostro pálido el miedo, desolación y la soledad a la que se enfrenta ese poeta urbano vestido de negro. Tiene una química estupenda con Sandra Ballesteros. El estilo de Subiela, con trazos de realismo mágico, captura la subjetividad del mundo habitado por el protagonista con elementos como el color, el uso de la elipsis, la tremenda música empática de Osvaldo Montes y unas atmósferas urbanas preciosísimas. Quizá el ritmo decae ligeramente cohesionando el conjunto, pero no por eso deja ser un drama romántico esclarecedor sobre los claroscuros del artista y las trampas del amor. 



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 Ficha técnica
Título original: El lado oscuro del corazón
Año: 1992
Duración: 2 hr 07 min
País: Argentina
Director: Eliseo Subiela
Guion: Eliseo Subiela
Música: Osvaldo Montes
Fotografía: Hugo Colace
Reparto: Darío Grandinetti, Sandra Ballesteros, Nacha Guevara,
Calificación: 7/10

La camarera

La camarera, de Adrienne Shelly, es una comedia dramática un poco agridulce que tiene buenas intenciones cuando establece sus dilemas románticos, pero siento que le falta gracia y emotividad a la fábula de la camarera que desea escapar de un matrimonio abusivo para ser feliz. Es la última película de Shelly como directora, estrenada en el Festival de Cine de Sundance poco después de su trágico fallecimiento. Cuenta la historia de Jenna, una camarera que trabaja en un restaurante en un pequeño pueblo, en el momento en que se entera de que está embarazada de su controlador y machista esposo Earl. Un día, desesperada y buscando a alguien que llene su vacío afectivo, se relaciona con Jim, el doctor que la examina. Jenna está estupendamente interpretada por Keri Russell, quien a mi juicio le añade autenticidad a la crisis emocional del personaje con los diálogos y su meticulosa expresividad. Ella desarrolla una química placentera con el rol secundario de Nathan Fillion. Con ellos y unos cuantos personajes secundarios agradables liderados por Andy Griffith, Shelly aborda un comentario sobre la infelicidad producida por las relaciones tóxicas, los sacrificios maternos y el significado de la autoaceptación como la única fuente de felicidad para los problemas de la vida cotidiana, presentes frecuentemente con el simbolismo de los insertos de los pasteles con los cuales la protagonista manifiesta sus sentimientos intrínsecos. Las metáforas las recibo con los brazos abiertos y encuentro sinceridad en la moraleja de la muchacha que comete el adulterio como una vía de refugio emocional, pero no creo que la narrativa sea tan conmovedora, a pesar de que evita caer en ciertos clichés del género. Muchas de las escenas me resultan redundantes para resolver esos conflictos que, a fin de cuentas, se quedan en la superficie. Aunque nunca llega a ser previsible, carece del ingrediente necesario para ser entretenida. 



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Calificación: 6/10


La última película de Josephine Decker es un drama biográfico y psicológico que aborda la figura de la escritora Shirley Jackson. 


Shirley



Desconozco mi primer contacto con la biografía y la trayectoria literaria de Shirley Jackson, pero me asombro al saber que no se menciona tanto como debería, aunque en los últimos años su obra ha cobrado un impacto significativo en la cultura contemporánea. Fue una escritora estadounidense de novelas y cuentos cortos, conocida primordialmente por especializarse en los géneros del terror y misterio. A lo largo de los años, repudiaba hablar sobre sí misma y su trabajo, rechazando siempre la posibilidad de ser entrevistada. Era una persona solitaria, sensible, que se refugiaba en las letras para imprimir sus sensibilidades más íntimas, a pesar de que fue muy popular durante su vida. Entre sus obras más notables se encuentran La maldición de Hill House, considerada una de las mejores novelas de fantasmas publicadas en el siglo XX, y La lotería, un relato corto muy escalofriante publicado originalmente en el diario The New Yorker en 1948, el cual impactó negativamente a los lectores hasta el punto de que protestaron en masas. Murió en 1965 de un ataque al corazón, víctima del sobrepeso y el excesivo consumo de cigarrillos, dejando detrás todo un legado literario. Tenía 48 años.


La existencia de Shirley Jackson es el génesis primario de Shirley, un drama biográfico dirigido por la directora Josephine Decker que captura un fragmento ficticio de la cotidianidad de la escritora. Tuvo su estreno en el pasado Festival de Cine de Sundance, y por lo que veo fue bien recibida por la crítica y el público. No sé si vi otra película, pero no me parece que sea tan grandiosa. Digamos que tiene un arranque prometedor retratando la biografía de la famosa escritora, así como una sólida actuación central de Elisabeth Moss, pero desafortunadamente la narrativa se torna tan vacía como las hojas en blanco de un manuscrito inédito. Aparte de la oscura y mordaz protagonista de Moss, no consigo empatizar con ninguno de los secundarios, carecen de textura dramática, de esa cosa tan necesaria llamada pujanza, aunque es muy acertada la manera en que los usa para señalar, a modo de metanarración, un comentario sobre la enajenación, los dilemas matrimoniales, la emancipación de la mujer de los dominios heteropatriarcales y la feminidad como fuente de inspiración.




Shirley
Michael Stuhlbarg y Elisabeth Moss. Foto cortesía de Neon.


La película narra la historia de Fred (Logan Lerman) y Rose Nemser (Odessa Young), una pareja joven y muy optimista que se mudan temporalmente a la casa de otra pareja mientras Fred comienza su preparación para ser profesor en la universidad de Bennington. En medio de una celebración, son recibidos por Stanley Hyman (Michael Stuhlbarg), un educador y crítico literario, y Shirley Jackson (Elisabeth Moss), una reputada escritora de terror. Tanto Fred como Rose se sienten encantados por la frívola acogida de los huéspedes, adaptándose lentamente a su modo de vida para conocer sus personalidades. Stanley es un hombre carismático, rodeado de un vocabulario intelectual, preocupado por mantener la armonía de la extraña residencia. Shirley, por el contrario, es una mujer esquiva, algo neurótica, que lucha contra el bloqueo de escritor abusando del alcohol y el cigarrillo. Debido al declive mental de Shirley, Stanley le pide a Rose (que revela que está embarazada) que se haga cargo de las tareas de limpieza del hogar para que Shirley pueda concentrarse en escribir su siguiente en novela. La premisa de esa novela obsesiona psicológicamente a Shirley y constantemente la hace imaginar los episodios de una muchacha que desapareció recientemente en los bosques de Bennington. 



Shirley
Elisabeth Moss y Odessa Young. Foto cortesía de Neon.

La trama, estructurada con los mecanismos habituales del thriller, construye un tratado psicológico sobre la manipulación que se manifiesta a través de las acciones de los personajes una vez que los Nemsers adoptan los hábitos retorcidos de los Hyman hasta llevarlos a una ruina sentimental que desestabiliza su unión matrimonial. Aunque no lo exteriorizan en algunas escenas, Stanley es un mentiroso patológico que sabe manejar el adulterio a espaldas de Shirley, a la cual manipula también para aprovecharse de sus creaciones literarias y gozar de su éxito. Shirley, en cambio, está condenada a la cárcel de conformismo y de la neurosis, manifestando lo que piensa de su frívolo matrimonio con Stanley solo por medio de lo que escribe, por lo que toma ventaja del quiebre de la dupla joven para terminar de sembrar la raíz de su novela y transformar cada palabra en un acto de pasión. El egocéntrico Stanley anhela sabotear los intentos de Fred de laborar en la academia, y Shirley desea cubrir su vacío afectivo enamorándose de Rose. Los Nemsers desconocen el perverso plan de Shirley y Stanley, pero las consecuencias se amplían cuando Fred empieza a mentirle a Rose para ocultar las frecuentes infidelidades que tiene con las chicas del campus universitario. Y Rose, por su parte, se vuelve celosa e histérica, pero lo remedia prudentemente al tener una aventura romántica con Shirley.



Shirley
Michael Stuhlbarg y Odessa Young. Fotograma de Neon.

 

Mi problema con la película, o al menos eso pienso, es que no observo ningún detonante que me produzca alguna emoción, ningún golpe de efecto que añada algo de profundidad psicológica a esos personajes de plástico que permanecen en la superficie para acentuar un barullo conyugal; exceptuando, por supuesto, la ciclotímica protagonista de Moss. No veo nada cautivador. La situación comparte diminutas similitudes con la magnífica “¿Quién teme a Virginia Woolf?”, aunque por la forma en que la estética de Decker emplea el plano subjetivo, el picado-contrapicado, la voz en off, el color y esa cámara inquieta que en ocasiones sacude el encuadre, me doy cuenta de que toda la narración funciona alrededor del punto de vista de una protagonista que imagina lo que está escribiendo en las páginas de su ficción, convirtiendo la exposición en una fracción de sus fantasías personales. 



Shirley
Elisabeth Moss y Odessa Young. Foto cortesía de Neon.

La idea de Decker es, supongo, acentuar un discurso sobre la feminidad que se amplifica a través del vínculo que desarrollan Shirley y Rose. Discretamente utiliza su relación y el proceso creativo de la literata para presentar una utopía efímera en la que la mujer, agotada por el impedimento de rechazar las ataduras sociales, se independiza de los efectos nocivos de la convivencia, del compromiso, de las falacias, de los adulterios, de los abusos y de la hipocresía masculina que se muta como un híbrido. La relación que ellas sostienen fuera de campo es tan cálida como el fuego, y les permite conocerse mejor como mujeres, aprendiendo a valorar lo que tienen y a redescubrirse. Quizá se intensifica en una de las escenas cercanas al clímax, en la que la fábula se mezcla con la realidad cuando Shirley carga al bebé de Rose mientras esta pretende suicidarse saltando por un barranco para liberarse de la angustia, un significado relacionado a la imposibilidad de escapar de la falsa felicidad que el compromiso no puede darle. Este final, perfecciona la novela de Shirley y, al mismo tiempo, sana el abismo emocional que le impedía redactar.



Shirley
Elisabeth Moss como Shirley Jackson. Imagen de Neon.

Creo que lo único que me resulta cautivante es la interpretación de Elisabeth Moss como Shirley Jackson. Puedo decir, sin temor a equivocarme, que se trata de una de sus interpretaciones más sutiles. Llevo años diciendo que se va a convertir en una de las grandes actrices de su generación. Y lo que veo aquí me impresiona bastante. Es muy creíble cuando sus gestos y la calculada expresividad transforman los estados de ánimo de esa escritora volátil, reclusa y depresiva en una autenticidad de tres dimensiones que se escapa de la pantalla. Solo cuando ella está en escena es que la película vale la pena. Todo lo demás me importa muy poco. Es un drama psicológico baladí, terriblemente letárgico, con una pretenciosidad insignificante que intenta por todas las vías formales disponibles ser vanguardista y experimental. 



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Ficha técnica
Título original: Shirley
Año: 2020
Duración: 1 hr 47 min
País: Estados Unidos
Director: Josephine Decker
Guion: Sarah Gubbins
Música: Tamar-Kali Brown
Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen
Reparto: Elisabeth Moss, Logan Lerman, Michael Stuhlbarg, Odessa Young
Calificación: 5/10


Tráiler de la película



7500

7500 es un thriller que me provoca cierta tensión cuando inicia su despegue, pero en medio del vuelo la narrativa pierde el control hasta quedarse como un fuselaje tan vacío que ni el rol de Joseph Gordon-Levitt puede rescatarlo. La película, estrenada en la plataforma de Amazon Prime, marca el debut como director de Patrick Vollrath, quien también escribe el guion. Trata la historia de Tobías, el joven copiloto de un avión comercial que debe lidiar con unos terroristas islámicos que secuestran el avión y tienen la intención de estrellarlo. Pero la cosa se pone peor para Tobías cuando permanece encerrado en la cabina sellada y se queda como el único negociador en medio de la disputa con unos terroristas que amenazan con matar a los pasajeros si no abre la puerta. La premisa ya la he visto muchísimas veces, pero se distingue del resto de las cintas de aviones secuestrados porque está ejecutada con cierta efectividad por Vollrath, encuadrando el peligro en una sola locación, empleando mecanismos como el reencuadre, el primer plano, el plano medio corto, la subjetividad, el sonido fuera de campo y los espacios cerrados para transmitir la claustrofobia y la presión a la que se enfrenta ese copiloto que lucha por sobrevivir en los interiores de la cabina. Me parece muy convincente la actuación de Gordon-Levitt cuando se toma una hora y media para comunicar el pánico y los nervios de acero del protagonista, al igual que la secundaria de Omid Memar como el terrorista moralmente confundido. El problema fundamental, supongo, radica en la manera en que la narrativa se despliega a lo largo del metraje, tocando el cielo con algunos detonantes blandos y unos golpes de efecto que le restan sorpresa al asunto hasta dejarlo caer en el terreno de lo previsible. Cuando aterriza ya no hay tiempo para reparar el daño. Al menos se deja ver.



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Calificación: 6/10



La princesa y el sapo (2009)

En un principio me veo cautivado por la gallardía de 'La princesa y el sapo', la película animada de Walt Disney Studios Motion Pictures dirigida por Ron Clements y John Musker en un intento, supongo, de capturar la esencia de esa animación tradicional que hizo tan grande el renacimiento de Disney durante los años 90. Pero por alguna razón, a pesar de la bella animación y de algunos actos musicales contagiosos, encuentro un poco rutinario el cuento de hadas de la muchacha humilde que desea conocer la magia del primer amor y cumplir sus sueños. Basada libremente en las obras de E. D. Baker y de los Hermanos Grimm, la narrativa presenta la historia de Tiana, una hermosa y joven camarera que vive en los suburbios de Nueva Orleans deseando reunir suficiente dinero para comprar un local en el que pueda establecer su propio restaurante para cumplir una promesa. Tiene como amiga a Charlotte Lottie La Bouff, una chica consentida, frívola y algo caprichosa que quiere casarse con un príncipe. Una noche, la vida de Tiana da un giro cuando es ella la afortunada en conocer al príncipe Naveen, un hombre que ha sido transformado en rana por el malvado brujo vudú Doctor Facilier, y que intenta ayudar con un beso para romper el hechizo. La diversión que suscita la aventura de Tiana y Naveen por los oscuros pantanos de Nueva Orleans se va disipando cuando atraviesan los terrenos familiares que me comienzan a producir sueño, convirtiendo la fábula en un ejercicio de animación trivial y previsible que no supone ninguna sorpresa para mi gusto. Solo me parece divertido lo que hace Louis, el cocodrilo jazzista. Al menos el trabajo de voces es acertado, al igual que algunos números musicales cercanos al estilo de Broadway y el diseño de animación de los personajes. Es, digamos, una película animada algo inconsistente sobre el amor y los estereotipos.



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Calificación: 6/10

Bajo el sol de Satán, del director francés Maurice Pialat, es un drama que aborda conceptos interesantes sobre el ascetismo, la teología y la decadencia moral de la fe, pero de alguna manera su narrativa carece de pujanza emocional con la travesía del padre atormentado por los demonios de la culpa, de la espiritualidad y de la gracia divina. Me pregunto cómo es posible que la película ganara la Palma de Oro en la edición del festival de Cannes de 1987. Basada en la novela homónima de Georges Bernanos, narra la historia de Donissan, un sacerdote católico repleto de dudas que se flagela a sí mismo para apaciguar la desilusión causada por sus pecados. Deambulando por las praderas como una oveja perdida en busca de su pastor, es tentado por Satanás y, luego del sombrío episodio, se relaciona con Mouchette, una joven seductora que asesinó a uno de sus amantes, a la cual intenta salvar por todos los medios. Un montaje paralelo divide, por una parte las acciones del cura, y, por la otra, la de la pobre muchacha que coquetea con el suicidio para liberarse de su existencia fatal. Con el cuento de clérigo, Pialat ejecuta la puesta en escena con un estilo visual sobrio, en el que los claroscuros reflejan el extravío espiritual del protagonista, así como también utiliza el plano subjetivo para amplificar la psicología, principalmente en las escenas que observa las visiones de esos fantasmas de la gente que no puede resucitar por medio de la oración. Se podría decir que es casi un tratado sobre las trampas del misticismo. Pero me resulta un poco redundante, pues no pasa nada cautivante o moderadamente sorprendente fuera del texto religioso. Los personajes son demasiado efímeros. Ni siquiera los diálogos irónicos cargados de filosofía o las sólidas actuaciones de Gérard Depardieu y de Sandrine Bonnaire puede rescatarla de ese vacío.



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Calificación: 6/10



La última película de Roy Andersson, Sobre lo infinito, es una tragicomedia muy agridulce con la que vuelve a retratar pinturas vivientes sobre los dilemas de la existencia humana.


Póster de 'Sobre lo infinito'


Creo que no hay un cineasta europeo que retrate las contrariedades de la vida como el director sueco Roy Andersson. El cine de Andersson proyecta el significado de la humanidad a través de un estilo muy peculiar en el que abunda la crítica social, pero también el existencialismo, cargado de humor absurdo y de un sentido de ironía que adorna los días grisáceos de unos personajes de rostro pálido que hablan muy poco y que prefieren observar los conflictos fútiles de la cotidianidad. Aunque nunca fue así, esa estética personal comenzó a florecer a partir de la trilogía de la vida, compuesta por las magníficas Canciones del segundo piso, La comedia de la vida y Una paloma sentada en una rama reflexionando sobre la existencia, donde esboza el asunto tragicómico de esos seres que pueblan su mundo con un lenguaje posnarrativo sumamente sutil, y un estatismo que los encuadra con planos fijos de larga duración y que de algún modo se tiñen de una colorización grisácea para abordar los contrastes de temas como el dolor, el amor, la desilusión y la certidumbre. Su sello es tan distintivo, que no he visto nada semejante desde el día en que lo descubrí. 


Hace poco tuve la oportunidad de ver Sobre lo infinito, la última película de Andersson estrenada en el pasado Festival Internacional de Cine de Venecia, donde ganó el premio a mejor director. No pienso que se trate de su obra cumbre, pero me ha dejado maravillado porque supone una continuación de la trilogía de la vida. Adaptada libremente de Las mil y una noches, es una película satírica, sobria, existencial, en la que Andersson se toma menos de una hora y cuarto para retratar una vez más los episodios más agridulces de la condición humana, poblada de personajes alicaídos y de una escenografía gris en la que cada rincón de la ciudad desolada se asemeja a una especie de tableau vivant. Su tono es decididamente ligero y melancólico y evita a toda costa el sentimentalismo barato y la indulgencia superflua, pero lo interesante es que equilibra la farsa con el absurdismo con una sutileza que en ninguna escena abandona los rastros de originalidad. 






La película comienza encuadrando a una pareja que se abraza, mientras divaga por encima de las nubes y mira hacia abajo. Un fundido a negro traslada la acción a otra parte. Frecuentemente se escucha la voz en off de una mujer joven que describe lo que ve: mosaicos de varias personas en una capital inhóspita. Unos cónyuges sentados de espaldas a la cámara divisan el panorama de la metrópoli para olvidar su monótona relación. Un fatigado señor sube las escaleras cargando consigo las bolsas del supermercado y rompe la cuarta pared para enunciar una anécdota sobre la indiferencia y las amistades fracturadas. El olvidadizo camarero de un restaurante llena la copa de un cliente que lee el periódico hasta derramar el vino en la mesa. La directora corporativa de una empresa contempla la urbe desde su piso para desechar una vergüenza que le impide reconocer sus fallas. Un hombre que duerme solo se lamenta por estar endeudado hasta el tope. Un sacerdote que ha descuidado la fe tiene un sueño en el que es maltratado por la muchedumbre mientras carga una pesada cruz (clara simbología al calvario de Jesucristo). Un chico solitario que pasea por la calle se detiene al ver a la chica que le gusta regando una planta en las afueras de una barbería. 



Sobre lo infinito
Martin Serner como el sacerdote. Fotograma de Studio 24.


Como en las películas anteriores de Andersson, la narración desmantela la estructura clásica de tres actos, construyendo relatos episódicos aparentemente inconexos en el que los personajes habitan una comunidad que los mantiene esclavizados en la cárcel del sufrimiento, de la apatía, del pesimismo, de la soledad. Solo muestra los efectos de las acciones, sin detonantes que puedan desequilibrar la armonía, bajo un tiempo que sigue las reglas de la no linealidad en una realidad inconsistente donde la lógica causal es ridiculizada. Cada una de las crónicas es relatada por la narradora omnisciente que los observa de lejos. Son presentados como sujetos introspectivos acostumbrados al silencio y a los espacios desocupados que, sospecho, reflexionan sobre su existencia anodina ocultando el hecho de que desean ser felices para gozar de los momentos de libertad y de belleza que ofrece la vida cotidiana. Sus movimientos son parsimoniosos. Todos andan como personajes extraviados, sin rumbo, que se enfrentan a cosas como el amargo sabor de la decepción, las rupturas amorosas, la perdida de la fe, el arrepentimiento, la muerte de los seres queridos, la culpa, las inseguridades, la deshumanización de la guerra. Pero en algunos instantes breves prueban el afecto familiar, los reencuentros, la alegría y la pasión. 


El contraste se amplifica en la segunda mitad cuando la narrativa antiestructura se desvía por los senderos diegéticos de la atemporalidad y del surrealismo, colocando a personajes de la Segunda Guerra Mundial que coexisten con los individuos de la contemporaneidad, como el soldado en el campo de prisioneros que pide misericordia a la hora de ser fusilado, la aparición efímera de un Adolph Hitler amargado frente a unos subalternos que no le prestan atención y los soldados derrotados que marchan hacia la incertidumbre en las frígidas regiones siberianas. 



Sobre lo infinito


La idea de Andersson es una paradoja filosófica que estudia los sistemas humanos en un contexto sociológico, comunicando, en cada una de las escenas, que el ser humano está prácticamente condenado a repetir los mismos dilemas mundanos que, en la superficie, son completamente insignificantes, pero que de igual manera necesita aferrarse a ellos para que su vida tenga algún tipo de valor. Para Andersson la miseria del hombre es una abstracción tan infinita como cíclica. Solo sus actos pueden ser eternos. El componente satírico de su texto alcanza un punto culminante en la escena final, en la que un hombre sale a revisar su auto averiado (de un color verde que revela la esperanza) en medio de un largo camino cubierto de un cielo ceniciento, simbolizando que para el hombre no todo está perdido, pues está sujeto perpetuamente a solventar los claroscuros que se le atraviesan en las distintas etapas de la vida para seguir adelante, yendo por el lado opuesto de la carretera, consciente de que la eternidad es una quimera inalcanzable.





La estética de la película está ejecutada con un control compositivo tan meticuloso como un lienzo pintado alla prima. Valiéndose nuevamente de la lente de Gergely Pálos, Andersson encuadra las acciones minimalistas de los protagonistas casi siempre con una cámara estática que aprovecha el plano general de tempo prolongado para transmitir su incomunicación y una iluminación agrisada que representa coherentemente sus estados anímicos, algo que a veces logra una comicidad seca muy penetrante. También usa el sobreencuadre para mostrar dos tareas que suceden paralelamente dentro del cuadro. Adorna los rostros de ellos con un maquillaje que los convierte en figuras mortuorias. Y en la puesta en escena traza unos decorados muy auténticos que aprovechan el atrezo y la profundidad de campo para subrayar símbolos diversos sobre la fragilidad de las emociones colectivas. 

 

No sé lo que estaba pensando Andersson para continuar con sus viñetas fantásticas sobre la sociedad sueca, pero me parece que con Sobre lo infinito completa, junto con las tres películas anteriores, una tetralogía hipnótica, profunda y muy divertida sobre la eterna tragicomedia de la vida. No hay una escena que no sea sorpresiva. Es una de esas comedias dramáticas que te hace reír hasta con las cosas más absurdas y deprimentes. Se termina transformando en una fábula eminentemente humana. 



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Ficha técnica
Título original: About Endlessness (Om det oändliga)
Año: 2019
Duración: 1 hr 18 min
País: Suecia
Director: Roy Andersson
Guion: Roy Andersson
Música: varios
Fotografía: Gergely Pálos
Reparto: Martin Serner, Jessica Louthander, Tatiana Delaunay, Anders Hellström,
Calificación: 7/10

Tráiler de la película



The Vast of Night

No creo que The Vast of Night ofrece algo novedoso en el género de la ciencia-ficción, pero su narrativa del encuentro cercano del tercer tipo me resulta intrigante, estimulante, con un misterio minimalista que pone los pelos de punta. La película de Amazon Prime Video, inspirada en el incidente de Kecksburg, supone el debut como director de Andrew Patterson. Y me sorprende lo que hace en esa puesta en escena casi spielbergiana en la que abundan los sonidos, las atmósferas y un estilo visual muy retro que captura el período con mucha autenticidad, además de emplear los espacios cerrados y la iluminación para amplificar la tensión del asunto. La trama se ambienta en Nuevo México en los años 50 y cuenta la historia de Everett, el carismático DJ de la radio local del pueblo que junto a Fay, una joven operadora de centralitas, descubren en medio de una noche desolada una extraña frecuencia de radio de origen desconocido. La situación que suscita el descubrimiento pone a los personajes a desmantelar un rompecabezas ingenioso a través de conversaciones con pueblerinos en la que prima, mayormente, el sonido diegético fuera de campo y el relato no iconógeno cuando describen con los diálogos un pasado misterioso relacionado a la señal. La estética de Patterson también ejecuta elementos como el sobreencuadre (la imagen de televisión), el fundido a negro, el plano subjetivo, el plano general, los ruidos y una cámara inquieta que en algunas escenas persigue a los personajes con plano secuencias que son meticulosos, como si se tratara de una entidad desconocida que observa los testimonios de los protagonistas. Destaco también el vestuario que adorna a los personajes que juegan a ser detectives. Las interpretaciones de Jake Horowitz y Sierra McCormick me parecen muy creíbles cuando comunican con su rostro el pavor de un evento inesperado. Para ser una ópera prima es una propuesta tan inquietante como sorpresiva sobre las trampas de la especulación.



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 Ficha técnica
Título original: The Vast of  Night
Año: 2019
Duración: 1 hr 30 min
País: Estados Unidos
Director: Andrew Patterson
Guion: James Montague, Craig W. Sanger
Música: Erick Alexander, Jared Bulmer
Fotografía: Miguel I. Littin-Menz
Reparto: Sierra McCormick, Jake Horowitz, Bruce Davis, Gail Cronauer
Calificación: 7/10

Para conmemorar el aniversario de Alfred Hitchcock, en este artículo presento cinco películas esenciales de su filmografía para los cinéfilos interesados en conocer su cine.


Cinco películas esenciales de Alfred Hitchcock


Pocos directores de la historia del cine han sido tan emblemáticos como Alfred Hitchcock, considerado por muchos (me incluyo) uno de los más grandes directores de todos los tiempos. Comenzó su carrera en el cine británico, dirigiendo películas mudas y luego películas sonoras, prolongado hasta a finales de los 30, cuando partió hacia Hollywood, donde llegó a filmar algunas de sus mejores películas. Su grandeza se debe, supongo, al desarrollo de un estilo novedoso que le permitió cambiar las reglas y los parámetros de los géneros del thriller y el suspense, utilizando técnicas que hasta entonces eran impensables y que ejecutaba frecuentemente con una cámara inquieta, casi voyeurista, en la que obligaba al espectador a asumir el punto de vista del protagonista, además de emplear el encuadre para crear atmósferas de miedo, tensión y ansiedad. Muchas de sus películas recurren a los temas habituales de asesinato, conspiraciones, psicoanálisis, connotaciones sexuales, violencia y trampas criminales, protagonizada por hombres inocentes perseguidos por la justicia, sospechosos de homicidio, rubias en peligro y gente perturbada psicológicamente. Con frecuencia las tramas de algunas de sus películas se construyen alrededor de un MacGuffin, como le llamaba usualmente, una especie de mecanismo narrativo de suspense que servía para que la historia de los protagonistas avanzara, a pesar de que no era tan relevante para el núcleo de la trama. A finales del siglo XX, además de haberse convertido en un icono cultural, era considerado como una de las figuras clave de la historia del cine.


Para conmemorar su aniversario de nacimiento, repaso cinco películas esenciales de Alfred Hitchcock para los cinéfilos interesados en conocer su carrera como director.



5. El inquilino (1927)



The Lodger


Protagonizada por Ivor Novello, El inquilino, también conocida como El enemigo de las rubias es una película de suspense muy importante de Hitchcock porque es la primera en la que emplea las raíces de su estilo a través de un misterio victoriano en el que abunda la sospecha y el asesinato. Fue su primer gran éxito durante su etapa británica del cine mudo, además de ser la primera en la que hace un cameo.



4. La soga (1948)



Rope


Es cierto que La soga es la primera película a color de Hitchcock, pero creo que es más relevante por tratarse de un experimento. Rodada casi a totalidad en los interiores del estudio, la película se filmó en diez tomas, desde cuatro minutos y medio hasta poco más de diez minutos, recurriendo al fundido a negro y otros efectos de transición para ocultar los cortes. De ese modo, parece como si hubiese sido rodada en una sola toma continua, algo verdaderamente innovador para el cine de Hollywood de la época.



3. La ventana indiscreta (1954)


La ventana indiscreta


Rodada en los interiores de un set gigantesco y protagonizada por James Stewart y Grace Kelly, La venta indiscreta  sigue siendo la película más cautivante y tensa de Hitchcock en retratar las trampas psicológicas del voyeurismo y la especulación, consiguiendo que durante toda la película el espectador asuma la mirada subjetiva del protagonista. A la fecha, todavía no he visto una película que lo consiga con semejante nivel de maestría. 



2. Psicosis (1960)



Psicosis


Creo que no hay nada que no se haya dicho de Psicosis, una de las películas de terror psicológico más fenomenales y sorprendentemente chocantes de la historia del cine. La mítica y perturbadora escena de la ducha, acompañada de la banda sonora de Bernard Hermann y del griterío de Janet Leigh, es algo que no se puede olvidar con tanta facilidad. 



1. Vértigo (1958)



Vértigo


Equilibrando sutilmente los géneros del cine negro detectivesco y el suspense psicológico, Vértigo no es solo la película más compleja de Hitchcock, sino también una de las mejores películas de la historia del cine. Con la trama de un detective psicológicamente marcado, aborda temas como la obsesión, el erotismo, la falsa identidad y la volátil naturaleza del amor, bajo una puesta en escena que emplea a máxima capacidad todo el potencial estético del director. Es, a mi juicio, su obra maestra.



A Fool There Was (1915)

Me causa una buena impresión lo que observo en 'Érase un tonto', la película muda de la Fox dirigida por Frank Powell y protagonizada por Edward José y la mítica Theda Bara como la vampiresa. Su melodrama de infidelidad y heridas conyugales es muy agridulce. Creo que soy un afortunado, porque es de las pocas películas que se conservan de la actriz considerada como una de las estrellas tempranas de Hollywood, así como también una de las pocas en existencia de la filmografía de Powell (casi todas sus películas están perdidas). Es la primera película que hace popular el término 'vamp', la icónica referencia a la mujer fatal que degrada moralmente a las víctimas que seduce, además de que presenta una historia que para la moralidad de la época era algo verdaderamente escandaloso. Valiéndose de los dotes expresivos de Bara y de José, Powell relata un cuento muy trágico de adulterio, amor perdido y contrariedades matrimoniales. Cuenta la historia de John Schuyler, un diplomático adinerado y hombre de familia felizmente casado que, durante un viaje de negocios es seducido por "La vampiresa", una mujer codiciosa que recurre a su exótica belleza para hipnotizarlo, robarle su dinero y separarlo lentamente de su esposa y su hija. Con un efectivo uso del montaje paralelo y de la elipsis, Powell aporta mesura a la narración de ese individuo que pierde el sentido de compromiso mientras su familia intenta iluminarlo, describiendo su declive moral y psicológico bajo una puesta en escena elegante y siniestra (todo es oscuro en los interiores de la mansión que habita con la vampírica dama). La interpretación de Bara eclipsa a todo el mundo cuando utiliza su sólida gestualidad para meterse en la piel de esa mujer frívola y desvergonzadamente exigente, pero asimismo se destaca José, con un rol histriónico y muy convincente como el hombre castigado por la perdición. La última escena, que rechaza cualquier tipo de final feliz, me resulta verdaderamente inolvidable. 



Ficha técnica
Título original: A Fool There Was
Año: 1915
Duración:  1 hr 07 min
País: Estados Unidos
Director: Frank Powell
Guion: Roy L. McCardell, Frank Powell, Porter Emerson Browne
Música: (Película muda)
Fotografía: George Schneiderman
Reparto: Theda Bara, Edward José, Mabel Frenyear, Runa Hodges, May Allison,
Calificación: 7/10

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Charlot conserje

'Charlot conserje' es un cortometraje mudo de Chaplin que consigue hacerme reír durante doce minutos de puro slapstick. Me sorprende no haberlo visto antes, porque es interesante y muy divertido. Es uno de de esos cortos tempranos que Chaplin dirigió para la Keystone Pictures de Mack Sennett, cuando ya tenía el control creativo necesario para imprimir sus propias ideas, notable por el hecho de que es una comedia que va desplegándose con graciosos golpes de efecto y gags que se ejecutan tanto por las acciones de los protagonistas como de los secundarios. El efectismo la aleja inmediatamente de la pretensión de las comedias anteriores de la época, donde Chaplin busca la emoción y el mensaje por encima de la provocación trivial. La historia cuenta las desventuras de Charlot en el momento en que obtiene un trabajo como conserje en los interiores de un banco. Su naturaleza despreocupada para hacer las tareas de limpieza de la oficina en seguida molesta a un gerente que está preocupado por las deudas que tiene. Al rato Charlot es despedido al tirar accidentalmente por la ventana un balde de agua sobre la cabeza del presidente del banco, pero el destino lo coloca al servicio de la honestidad para luchar contra el gerente, quien pretende robar el dinero de la compañía. Chaplin, con todo su ingenio, logra secuencias hilarantes y de paso le añade complejidad al desafortunado y bondadoso Charlot, valiéndose de las expresiones y del lenguaje corporal para comunicar la decepción ante el destino cruel del desempleo y la valentía para enfrentarse al poder empresarial que oprime al pobre. Su discurso sobre la desigualdad, aunque es minúsculo, se entiende con claridad. También tiene buenos roles secundarios de Jess Dandy y Alfred St. John. Quizá la farsa no se encuentra a la altura de sus grandes obras, pero se trata de una comedia entretenida que en ningún instante pierde la ironía. 



Ficha técnica 
Título original: The New Janitor
Año: 1914
Duración:  12 min
País: Estados Unidos
Director: Charles Chaplin
Guion: Charles Chaplin
Música: (Película muda)
Fotografía: Frank D. Williams
Reparto: Charles Chaplin, Jess Dandy, John T. Dillon, Al St. John
Calificación: 7/10


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La película más reciente en el catálogo de Hulu, Palm Springs, es una comedia romántica muy divertida que añade algo de frescura a la fantasía de los bucles temporales.



Palm Springs

No sé cómo es que funciona el cerebro humano, pero en algunas ocasiones me veo atraído por la idea abstracta de que todos los días son iguales, una especie de repetición que constantemente varía por las acciones mundanas en la vida cotidiana. Las causas producen los efectos. Si no nos moviésemos ni actuáramos ante ninguna situación, todo fuese estático y el día se transformaría por defecto en un círculo vicioso tan vacío como anodino, convirtiendo la existencia en un capítulo desestimable. En el cine lo he visionado en muchas ficciones que se acercan al concepto con mecanismos narrativos relacionados a la lógica temporal. Le dicen bucles en el tiempo. Una película muy ingeniosa alberga esa concepción y es una de mis comedias favoritas protagonizadas por Bill Murray y dirigida por Harold Ramis. Se trata de El día de la marmota, en la que un reportero del tiempo de una cadena de televisión, luego de una tormenta, se queda viviendo el mismo día festivo una y otra vez en una pequeña localidad hasta el punto en que ya no le importa nada. Nunca había visto nada semejante.


No esperaba que el tropo funcionara en esta época, sobre todo luego de ser explotado en películas como Código fuente y Al filo del mañana, pero buscando en los catálogos en línea de la actualidad me llevo una agradable sorpresa viendo Palm Springs, una comedia romántica que recoge la paradoja de los bucles temporales con ingenio, gracia y una diversión que nunca pierde el efecto con la pareja atrapada en el eterno retorno del amor. El estilo visual es tan colorido que parece sacado de un lienzo de Hockney. Tengo entendido que la película es el debut como director de Max Barbakow y, a la fecha, es uno de los estrenos más vistos en la plataforma de Hulu. Aunque emplea las convenciones usuales del romance y la fantasía, me resulta novedosa por las circunstancias inesperadas a la que se exponen los protagonistas al no poder escapar de un día que se repite indefinidamente durante una hora y media. 




Palm Springs
Andy Samberg como Nyles. Imagen cortesía de Hulu.


La historia comienza cuando el protagonista, Nyles (Andy Samberg), se despierta junto a su novia Misty (Meredith Hagner) del día de la boda de Tala (Camila Mendes) y Abe (Tyler Hoechlin) en una lujosa mansión en las afueras de Palm Springs, California. Nyles es un tipo despreocupado, sarcástico y algo rebelde que se toma las cosas a la ligera y responde a todo el mundo con cierto cinismo, como si conociera la personalidad de todos los invitados. Durante el día se la pasa disfrutando en las aguas de una cristalina piscina. En la recepción, agarra el micrófono apresuradamente para pronunciar un discurso en nombre de Sarah (Cristin Milioti), la dama de honor y hermana de Tala que no puede hablar por estar borracha. Ella es el interés amoroso de Nyles, pero también es una mujer fuerte, independiente y con la mente muy abierta.  


Durante la noche, Nyles y Sarah conversan bajo la luz de la luna, y en un momento determinado los avances terminan casi en relaciones sexuales encima de una roca.  Justo en ese instante, Nyles recibe un disparo en el hombro con una flecha de un hombre misterioso vestido de militar llamado Roy (J. K. Simmons), el cual tiene la intención de matarlo. Roy desaparece en medio de una cueva que emite una luz extraña. Y el herido Nyles se arrastra hacia la entrada, advirtiendo a Sarah que no lo siga por ninguna razón. Sarah entra y es absorbida por el portal. Luego de un fundido a negro, ambos se despiertan, de nuevo, el día 9 de noviembre. 




Palm Springs
Andy Samberg y Cristin Milioti. Imagen de Hulu.


A partir de esa escena, el arranque de la película se transforma en una catarsis muy sorpresiva con esos personajes que, aparentemente, se hallan aprisionados en un ciclo espaciotemporal y están condenados a perpetuidad a repetir una y otra vez el mismo día sin posibilidad alguna de que se termine ni siquiera con la muerte. El manejo de la elipsis los coloca en situaciones esperpénticas que nunca abandonan el sentido de ironía y regodeo. 


En un principio, la narración asume el punto de vista de Nyles para mostrar, supongo, sus experiencias retornando al mismo lugar en el que se desarrolla la acción, ocultando debajo de la frívola expresión y la playera hawaiana la soledad y el terrible agotamiento existencial producido por la monotonía de retornar al redondel de la insignificancia. Al estar atrapado durante tanto tiempo (posiblemente años), Nyles ha perdido lentamente su sensibilidad, dejando que el nihilismo se apodere de sus pensamientos, rechazando la moralidad, viendo la vida como un episodio insignificante. Por otro lado, la narrativa se enriquece al mostrar también la perspectiva de Sarah, la cual se muestra preocupada porque no puede salir de los límites de ese día, intentando corregir su desesperación poniendo en práctica el suicidio o un accidente automovilístico. Al rendirse, ella también goza de la posibilidad de ser feliz eternamente estando sujeta a los placeres mundanos, y de alguna manera sirve de resorte moral ante los excesos de Nyles.  



Palm Springs
Peter Gallagher y Jacqueline Obradors. Imagen de Hulu.


Estos personajes, interpretados maravillosamente por Samberg y Milioti, me parecen muy contagiosos y logran cautivarme con la química que desarrollan en cada escena con las disputas de pareja, los días de relajación en la piscina de la casa, las noches de locura en que salen de fiesta para drogarse y emborracharse y causar un alboroto en las nupcias, la cacería desatada por Roy para tratar de vengarse de Nyles por haberlo atrapado en la burbuja estacional que le impide regresar con su familia, la culpa generada por los encuentros casuales y los errores del pasado, los constantes suicidios como vía de escapada para reiniciar el día, la noche apasionada en la que hacen el amor para encender la mecha de la atracción y el enamoramiento. 


El tono ligero y jovial de sus acciones se transforma radicalmente en desesperanza y desilusión, una seriedad que los responsabiliza de sus actos cuando aparece la ruptura amorosa causada por el hecho de que Nyles, además de confesar que ama a Sarah, desea vivir por siempre en esa realidad reiterativa y Sarah, por el contrario, decide por su propia iniciativa ausentarse para estudiar una forma de huir de la maldición del tiempo, cosa que descubre al darse cuenta que la solución del fenómeno se fundamenta en el estudio de la física cuántica, poniéndolo a prueba llevando a una cabra con explosivos a los interiores de la caverna. Sarah en el fondo no solo lo hace para fugarse, sino, también, para sanar el corazón alexitímico de Nyles. Al final, un día 10 de noviembre, ambos escapan de la frustración y aprenden el verdadero significado del amor y de la comprensión mutua. 




Meredith Hagner y Andy Samberg. Foto de Hulu.


Con esa retorcida historia de amor al servicio de lo absurdo, Barbakow me impresiona cuando añade capas de lecturas debajo de la comedia y el romance para comunicar una elegante parábola sobre la unión amorosa y las etapas que atraviesan en el tiempo para mantener la convivencia y preservar la tolerancia y el afecto mutuo. Asimismo aborda sutilmente la filosofía del eterno retorno sin caer en la trivialidad, señalando los acontecimientos circulares y las eventualidades ilimitadas que estructuran el relato para acentuar las contrariedades, los sacrificios y los temores que modifican los hábitos cotidianos de la pareja, comunicando, dicho sea de paso, la imposibilidad de que todo las disparidades que ocurren durante la relación es un producto de la naturaleza volátil de los sentimientos. La gente se cansa de lo mismo y se adapta al cambio para seguir amando el camino finito de la vida.




Cristin Milioti y Andy Samberg. Fotograma de Hulu.


No sé lo que estaba pensando Barbakow y su guionista Andy Siara para tomar la premisa de los ciclos cronológicos que tanto se ha utilizado sin hundirse en el vórtice de la reincidencia innecesaria. Pero lo que conciben le que cae como anillo al dedo. Palm Springs es una comedia romántica que revitaliza el género agregando originalidad con una trama contagiosa, un humor inteligente y personajes alocados que en ninguna escena dejan de hacerme reír ni de pensar en el ensortijado orbe que habitan. El ritmo no disminuye jamás. Cuando termina, abro los ojos y siento que me despierto en la mañana con una sonrisa en la cara, sabiendo que la experiencia ha valido la pena.   



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Ficha técnica
Título original: Palm Springs
Año: 2020
Duración: 1 hr 30 min
País: Estados Unidos
Director: Max Barbakow
Guion: Andy Siara
Música: Matthew Compton
Fotografía: Quyen Tran
Montaje:  Andrew Dickler, Matt Friedman
Reparto: Andy Samberg, Cristin Milioti, J.K. Simmons, Meredith Hagner
Calificación: 7/10

Tráiler de la película