Crítica de 'El diablo a todas horas': crónica de unos sureños malvados

La adaptación de la novela de Donald Ray Pollock estrenada recientemente en Netflix, es un thriller sórdido con un arranque prometedor, pero la tensión con la que inicia se disipa a mitad de camino. En mi análisis resalto una explicación del final.


El diablo a todas horas


Desconozco casi a totalidad la obra del escritor estadounidense Donald Ray Pollock, pero la algarabía que se ha desatado recientemente por el estreno en Netflix de la adaptación cinematográfica de su novela homónima, The Devil All the Time, me ha obligado a no caer en el pecado de la ignorancia para buscar aunque sea datos relevantes de su existencia. Y encuentro cosas verdaderamente inspiradoras. Es la típica leyenda del sueño americano conquistado por un hombre que viene de abajo. Nació y creció en localidad de Knockemstiff, Ohio. Debido a las condiciones duras del condado, abandonó los estudios para trabajar como obrero en una fábrica de papel por más de 30 años. En algún punto pensó que no era demasiado tarde y comenzó a escribir. Su colección de relatos cortos, Knockemstiff, sirvió de plataforma para su tesis en la Universidad de Ohio, donde se graduó a la edad de 55 años. La publicación le garantizó notoriedad en el orbe editorial de los best-sellers. Pero el verdadero éxito le llegó en 2011 con The Devil All The Time, ficción por la cual ya lo comparan con otros escritores sureños de la talla de William Faulkner.

Desgraciadamente, por más interesante que me parezca la biografía del autor, no me atrevo a decir lo mismo de la película basada en su novela, El diablo a todas horas, dirigida por Antonio Campos. Por lo que veo es un thriller que tiene un arranque prometedor reflejado, supongo, por un comentario sobre las contradicciones de la fe religiosa y las esquinas más oscuras de la moralidad humana, pero la falta de brío le pasa factura a la narrativa de coral.  Presiento de inmediato un pastiche entre el cine de Paul Thomas Anderson y de los hermanos Coen, así como una duración un tanto excesiva que quiere abarcar más de la cuenta abusando de la elipsis y del montaje de tiempos alternativos. Aunque la tolero hasta el epílogo, gracias a ese absorbente estilo visual que captura el período con cierta fidelidad, casi no me impacta la tensión de esos personajes que presenta enfrentándose a una espiral de violencia desatada por las coincidencias en una zona rural de Ohio. 

Bill Skarsgård y Michael Banks Repeta. Fotograma de Netflix.



La historia de la película se ambienta, en una especie de prólogo, en los años 50 y describe la vida de varios personajes en una pequeña comunidad de Ohio. La voz en off de un anciano (interpretado por Donald Ray Pollock) narra los hechos. El primero en aparecer es Willard Russell (Bill Skarsgård), un antiguo infante de marina perseguido por el viejo recuerdo de encontrarse, durante la Segunda Guerra Mundial, con el cuerpo del soldado de artillería Miller Jones desollado y crucificado por los japoneses, al cual le pega un tiro para terminar con su sufrimiento. El ritual religioso que atestiguó allí lo persigue por el resto de sus días, incluso años después de la beligerancia. Un día, Willard se casa con Charlotte Russell (Haley Bennett), una mesera que conoce en un restaurante y con la que tiene un primogénito llamado Arvin (Michael Banks Repeta). Juntos se aman y viven en paz en el pueblo de Knockemstiff, Ohio, aunque pronto son testigos de la vileza de algunos de los pueblerinos. 

Esto se observa claramente con la introducción de personajes malignos, homicidas, vecinos entrometidos, policías corruptos, fanáticos creyentes que poco a poco se destruyen todo a su alrededor con una brutalidad reproducida por una inmoralidad desmesurada y que, de igual modo, contamina a la familia de Willard a lo largo de varios años. Todas sus actos están sujetos a un enigmático círculo de causalidades que señala la maldad que se gesta en el corazón de las tinieblas y, a la vez, una desgracia que parece ineludible.   

Jason Clarke y Riley Keough



Estos secundarios están encabezados por Roy Laferty (Harry Melling), un carismático predicador evangélico que tiene la manía de predicar vertiendo arañas sobre su cabeza para demostrar su fe en Dios y que, un día, pensando que posee la capacidad divina de resucitar a los fallecidos, se lleva a su esposa, Helen Hatton (Mia Wasikowska), a las profundidades de un bosque y la asesina de una puñalada en la garganta; pero al rato se se entera del fatídico error y emprende la huida, dejando a su hija Lenora (Eliza Scanlen). Divagando por la carretera, es recogido Carl (Jason Clarke) y Sandy Henderson (Riley Keough), una pareja de asesinos en serie que andan como Bonnie y Clyde y que, para su desconocimiento, tienen un extraño protocolo que consiste en recoger desconocidos en las autopistas para que tengan relaciones sexuales con Sandy mientras Carl, como un adicto al candaulismo, toma fotografías y luego los ejecuta de forma horrenda. 

Por otro lado, la desilusión se apodera de Willard cuando descubre en 1957 que su esposa padece un cáncer terminal, arrodillándose obsesivamente todos los días frente al altar religioso que construyó en la arboleda con el fin de que sus oraciones sean los suficientemente fuertes para que Dios elimine el cáncer de su esposa, llegando inclusive a crucificar al perro de Arvin como sacrificio; aunque todo se derrumba cuando Charlotte muere y, Willard, completamente devastado, se suicida y destruye la inocencia de su hijo Arvin, quien es rescatado por el oficial Lee Bodecker (Sebastian Stan) y termina viviendo como huérfano junto a su abuela y su hermanastra adoptada, Lenora.    

Harry Melling



Una segunda mitad de la película, situada en 1965, encuadra los dilemas del adulto Arvin (Tom Holland), un joven reservado y temperamental que busca proteger a su familia, en especial a su hermanastra Lenora, de tres bravucones que abusan de ella en la escuela y también de la maquiavélica figura de Teagardin (Robert Pattinson), un pastor que tiene el síndrome de abusar sexualmente de chicas adolescentes y, entre sus víctimas, se halla Lenora, a la cual seduce en los interiores de su carro y la deja embarazada. Cuando el perverso Teagardin ordena a Lenora que aborte, por vergüenza esta se suicida en el granero con una soga en el cuello. El hecho llena de furia a Arvin, quien a través del plano subjetivo, reconoce los actos perversos del cura y decide ir a matarlo personalmente en el interior de la iglesia con la pistola Luger que heredó de su padre, huyendo hacia el norte y convirtiéndose en un fugitivo de la justicia. El destino lo coloca en el mismo trayecto de Carl y Sandy, aunque los tres desconocen los efectos inesperados que suceden cuando todos cargan consigo un revólver. 

Desafortunadamente, las motivaciones esos personajes funcionan con un esquema de situaciones triviales que están programadas por la causalidad para puntualizar, con cierta ironía, la manera en que la moralidad y los límites del fanatismo religioso se desintegran indeliberadamente cuando una sociedad se resquebraja a pedazos por el crimen y los intereses más lóbregos que deshumanizan al hombre. La venganza es una catarsis redentora que solo se justifica por el bien común.  Son las contrariedades de aquellos que disfrazan la malevolencia más inusitada con algo de bondad. 

Robert Pattinson. Foto de Netflix.


Ese tratado moral se amplifica en la climática secuencia en la que el protagonista, Arvin, mata a los criminales fugitivos y al policía corrupto que busca vengarse por la misma vía, pero en el espectro opuesto de la ley, cargando el arma de su padre en lugar de un crucifijo, simbolizando, de paso, que la única salvación depende de la fuerza de voluntad de un individuo que no teme a nada para hacer lo correcto. Casi todos los secundarios son pecadores, inmorales despiadados. El hilo conductor se exterioriza en su pena capital. Y Arvin es el único sujeto con sentido de honradez, pues siempre muestra disposición para auxiliar a los suyos más allá de las normas legales y religiosas que vigilan su conducta. Al final se redime soñando en el mañana esperanzador, a pesar de que el color rojo en la cabina del auto de la persona que lo lleva hacia su paradero, tiene un significado relacionado al peligro inminente de ser reclutado como un militar en la guerra de Vietnam, condenado a seguir tristemente la misma travesía de su padre.

La estética de Campos me resulta efectiva cuando emplea mecanismos que en todo momento le otorgan autenticidad a la puesta en escena, como el punto de vista, el uso meticuloso del color para representar emociones, los decorados que imprimen fielmente los escenarios de la época, la elipsis que constantemente desplaza las actividades de los personajes en el tiempo, el melodioso y melancólico leitmotiv que suena como una versión modificada de “Fratres” de Pärt, el simbolismo religioso que adorna cada rincón del encuadre. Quizá, el rasgo más notable es el marcado acento sureño que consigue con las voces de cada uno de sus actores, especialmente Holland y Pattinson. 

Tom Holland


Mi problema con esta película se fundamenta en algo tan simple como la narración. En un principio me causa una impresión significativa que me hace pensar que tiene una buena pinta, pero en el transcurso me incomoda y me aburre la tonta necesidad de que se reitere el redondel de perversidad de esos miserables de Knockemstiff que intentan remediar la desdicha a base de un ímpetu calculado y de unas acciones convencionales carentes de desarrollo (algunos aparecen con justificaciones muy superficiales), cosa que en ocasiones atraviesa terrenos irregulares cuando trata de mezclar el drama, el suspenso y el cine policial a lo largo de dos horas innecesariamente extensas. Lo que observo a veces me produce indiferencia en lugar de impactarme. La atmósfera siniestra y sórdida no es suficiente para dejarme satisfecho. Solo rescato la actuación de Holland como el muchacho conflictivo. Por lo demás, digamos, es cine de coral sin muchas luces.


Ficha técnica
Título original: The Devil All the Time
Año: 2020
Duración: 2 hr 18 min
País: Estados Unidos
Director: Antonio Campos
Guion: Antonio Campos, Paulo Campos
Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans
Fotografía: Lol Crawley
Reparto: Robert Pattinson, Tom Holland, Bill Skarsgård, Mia Wasikowska, Jason Clarke, Sebastian Stan, Riley Keough, Haley Bennett,
Calificación: 6/10

Tráiler de la película



Crítica de la película "El diablo a todas horas", dirigida por Antonio Campos y protagonizada por Tom Holland y Robert Pattinson. 

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