Crítica de 'Cruella': diario de una villana a la moda

La nueva película del director de 'Yo, Tonya' explora de forma muy jocosa los orígenes de la malvada Cruella de Vil, la popular villana de los "101 Dálmatas". Presento un análisis sobre ella con una explicación del final. 


Cruella

Mi primer contacto con Cruella De Vil, la mítica villana de Disney, se remonta a aquella película animada titulada 101 dálmatas y su posterior encarnación en manos de Glenn Close en la adaptación de carne y hueso de 1996. Como han pasado tantos años y mi memoria me traiciona, casi no me acuerdo de esas películas, pero todavía permanece iluminado sobre mí el recuerdo de esa diva villanesca de pelo blanco y negro vestida con abrigos de piel, el maquillaje mortuorio y el cigarro que adorna sus manos enguantadas para lucir lo más perversa posible desde su oscura mansión en Hell Hall. En ambas versiones, el personaje, proveniente de la novela homónima de Dodie Smith, es presentada como una villana elegante, inescrupulosa y egocéntrica que tiene una especial obsesión por los abrigos de piel y que, en cierta medida, utiliza todo su poder como dueña de una casa de moda para intentar adquirir las pieles de unos perros dálmatas que ponen su vida cuesta abajo, secuestrando de paso a 99 cachorros junto a sus secuaces tontos, Jasper y Horace, para cumplir sus deseos. A pesar de todo, desconocía a fondo los orígenes de su personalidad.

El génesis de esa indecorosa tan querida es el pilar que sostiene a Cruella, la nueva película del australiano Craig Gillespie que he podido ver como parte de los estrenos de verano. Admito que no tenía intenciones de verla, ni siquiera había visto los tráileres, pero particularmente me llamaba la atención por la apariencia de Emma Stone y porque se trata del director de la estupenda Lars y la chica real. Y tal parece que no me equivocaba. Es endiabladamente entretenida. Como comedia criminal, ilustra los orígenes de la villana glamorosa y malévola con una fábula muy divertida sobre identidad, moda, venganza y herencias familiares, bajo una interpretación bastante peculiar de Stone. Está ejecutada con un estilo visual muy autoconsciente de su artificio, tan fastuoso y efervescente que a ratos todo parece como un desfile de la Semana de la Moda de Londres organizado por Baz Luhrmann, acomodada con un trabajo de vestuario que me deja sin palabras y una selección musical que constantemente le recuerdan a mis oídos la importancia de subir el volumen cuando escucho a bandas como The Stooges, Queen, Blondie, The Clash y The Rolling Stones.


Emma Stone como Estella.


Como sucede a menudo en la ficción de orígenes, la protagonista narra sus inicios con una narración en voice-over. Su historia se ambienta en los años 50 desde que ella es una niña que tiene como nombre Estella (Volquete Seifert-Cleveland) y vive con su madre Catherine (Emily Beecham) en Londres. Los rasgos que exhibe son los de una niña de pelo negro y blanco, con una imaginación grande y un talento precoz para la elaboración de telas, así como una indisciplina que la coloca siempre en el epicentro del bullying en la escuela, siendo solo comprendida por su amiga Anita y su perrito Buddy. Su madre le pone el apodo de “Cruella” por la crueldad inofensiva que demuestra en algunas peripecias de la vida cotidiana, y de paso le regala un collar rojo como signo del cariño materno. Un día, ella y su madre planean mudarse de la ciudad. Pero antes se detienen en la mansión donde se celebra una fiesta de disfraces organizada por la baronesa von Hellman y su madre discute en el patio con la señora de pelo blanco, aparentemente para solicitar ayuda financiera. Estella causa un alboroto y es perseguida por unos perros. Y pierde el collar que le regaló su madre. En ese instante, el detonante dibuja el trauma de Estella cuando ella es testigo de cómo los tres dálmatas feroces de la baronesa empujan a su madre por un precipicio hasta morir. Ella se culpa a sí misma por el hecho trágico.


Emma Thompson como La Baronesa.


A partir de ese episodio, la narrativa adquiere momentáneamente la cuota de un cuento dickensiano cuando Estella, en su condición de huérfana, se hace amiga de otros dos niños huérfanos, Jasper (Ziggy Gardner) y Horace (Joseph MacDonald), para andar por las calles londinenses robando todo lo que encuentren para subsistir y huyendo en reiteradas ocasiones de la policía. Ya en la adultez, por medio de la elipsis y de unas cuantas secuencias pasa a ser una comedia de robos cuando se introduce el historial delictivo de Estella (Emma Stone), Jasper (Joel Fry) y Horace (Paul Walter Hauser) como maestros de la estafa y del engaño, quienes operan desde una residencia deshabitada y son asistidos por las habilidades de Estella para coser los atuendos que los mantiene en el anonimato. Sin embargo, Estella también aspira a ser diseñadora de moda para honrar la memoria de su madre y, gracias a sus colegas, consigue un empleo en la prestigiosa tienda de moda, Liberty. Para pasar desapercibida, se tiñe el pelo de rojo. En un principio su labor consiste en limpiar los baños como buena mucama, pero pronto un accidente feliz hace que ascienda en las filas de la compañía con el puesto de diseñadora de vestuario al impresionar a La Baronesa (Emma Thompson), la dueña narcisista, cruel y glamurosa de esa marca de alta costura que explota su genialidad a cambio de garantizarle un sueño.


Emma Stone como Cruella. Imagen de Disney Pictures.

 
La construcción de Estella adquiere forma cuando ve a La Baronesa como una modelo a seguir y lentamente se gana su confianza como asistente. Su motivación se sustenta en diseñar ropa para satisfacer las exigencias de la jefa petulante. Encuentra la libertad haciendo lo que le apasiona. Cada una de sus acciones responden al estereotipo capitalista de la joven ambiciosa e independiente que anhela escapar de la miseria y la vida de ratera que rodea su entorno para ser alguien en la sociedad de los atuendos, por lo que exterioriza sus destrezas prodigiosas para no quedarse en la zona de confort. Pero un primer punto de giro desequilibra psicológicamente su personalidad cuando especula que La Baronesa fue quien mató a su madre al ver que lleva el mismo collar rojo que perdió años atrás. De esa manera, el idealismo que había tapado la herida traumática de la infancia se resquebraja y se convierte en una desilusión que se manifiesta con la aparición de su alter ego, Cruella, la cual le devuelve la rebeldía que estaba latente y la ira reprimida que enciende la mecha de la venganza. El problema evoluciona cuando ella, nublada por el juicio del egocentrismo, decide recuperar el collar que le pertenece y en su nueva travesía de caos se da cuenta del precio de ser una celebridad.

A diferencia de Estella, Cruella exhibe con orgullo su cabellera natural, cambia su voz y la forma de expresarse, es más arrogante y malhumorada, y actúa como una niña malcriada y atrevida que descubre que la mejor forma de vengarse de La Baronesa es la de la competencia feroz, la batalla de los trajes para saber quién viste mejor, eclipsando la imagen de esta en los eventos sociales que organiza; vistiendo con los vestidos extravagantes que esboza en el taller para asombrar a la gente, a los periodistas de chisme y a toda una legión de camarógrafos de prensa rosa que arrojan sobre ella una lluvia de flashes en las pasarelas por las que camina y se roba el show. Refleja su ingenio por la moda cuando usa los ropajes más chics y estrafalarios para burlarse de la rival y arrebatarle el protagonismo mediático, como si se tratara de un reality show de 15 minutos de fama que alimenta recurrentemente los titulares de las revistas de moda.


Emma Stone como Cruella


La razón por la que Cruella quiere vengarse es porque, en un giro circunstancial, ella resulta ser su madre biológica, por lo que su malevolencia y su petulancia son cuestiones hereditarias. Fue abandonada por La Baronesa en el momento de su nacimiento. Catherine, antigua criada de la señora, se encargó de criarla en secreto. La revelación descompensa lo que ella conoce como realidad y agrieta su personalidad en dos mitades: una desilusionada que se niega a aceptar la verdad y otra que intenta superarla a través de la antiheroína de las indumentarias exóticas. El daño psicológico justifica su deseo de venganza porque ve a la madre biológica no solo como una rival a vencer sino también como una madre insidiosa que intentó matarla. La escena de confesión en la que sucia y harapienta habla sola frente a la fuente, termina de endurecer su personalidad para justificar la autoaceptación que la reconcilia con sus seres queridos, asumiendo para siempre el lado malvado y vengativo de su identidad de Cruella como una necesidad para superar los obstáculos impuestos por La Baronesa en el tercer acto.

Stone, en lo que posiblemente sea su primer rol protagónico en una franquicia, logra alegrarme el día cuando se pone en bajo la piel de esa villana que viste a la moda conjuntando el glamour y la anarquía punk de los 70 con el vestuario estrambótico que la acerca a una versión híbrida de Vivienne Westwood y Harley Quinn. Logra una de sus actuaciones más peculiares y se sale con la suya. No tiene que envidiarle nada a la Cruella de Glenn Close. Me atrevo a decir que es incluso más siniestra y salvaje por sus enormes ojos azules. Su expresividad camaleónica y sus gestos transfiguran al personaje en una persona que volátil, oscura y completamente ególatra que esconde un trastorno histriónico de la personalidad. Maneja con solvencia el acento británico y la voz grave de Cruella, además de la inestable forma de caminar. Si bien, su histrionismo luce algo artificioso y caricaturesco, no hay una sola escena en la que no me parezca divertido observar el descenso hacia la maldad de su personaje y la manera en que desarrolla con mucho exageración las atributos icónicos como la codicia, la vanidad y la truculencia. Puede ser loca, pero también muy carismática. A su lado hay también un estupendo rol antagónico de Thompson como La Baronesa que parece una especie de Miranda Priestly, una mujer manipuladora, refinada e irremediablemente vanidosa que cree que es el centro del universo y emplea toda su influencia para demostrarlo, aunque al final el exceso de confianza desenmascara su perversidad.


Emma Stone como Cruella


Gillespie reconstruye las raíces de Cruella de Vil como un relato fantástico al servicio del feminismo en el que una ladrona obsesionada con la moda busca el empoderamiento femenino por la vía de la competitividad y de la venganza, aunque a fin de cuentas el conflicto central que muestra trata sobre la manera en que una generación femenina desplaza a otra a través del individualismo agresivo y el vínculo disfuncional entre un madre y una hija que colisionan porque son polos idénticos. Desde el mundo de la moda, equilibra con solidez la comedia absurda y en el cine de atracos. Se me hace imposible no encontrar paralelismos con películas similares como La gran estafa y El diablo viste a la moda. Como lo hizo previamente en Yo, Tonya, encuadra todo con un estilismo visual ampuloso en el que abunda el encuadre móvil que hábilmente desplaza la cámara por cada rincón de la puesta en escena para yuxtaponer las inquietudes de los personajes, así como su inclinación por acompañarlas con canciones como "One Way or Another", "Should I Stay or Should I Go", “I Wanne Be Your Dog” o “Sympathy for the Devil”. Lo más interesante, a mi parecer, es la manera en que se preocupa por la decoración de los escenarios y permite que el fabuloso diseño de vestuario de Jenny Beavan sea otro protagonista con el diverso catálogo de vestidos de todos los tamaños y estilos. Pocas cosas se le escapan. Es, por así decirlo, una precuela muy graciosa que se toma dos horas bien rítmicas para explorar la metamorfosis de Cruella. Desde ahora espero una secuela.

Ficha técnica
Título original: Cruella
Año: 2021
Duración: 2 hr 13 min
País: Estados Unidos
Director: Craig Gillespie
Guión: Dana Fox, Tony McNamara
Música:  Nicholas Britell
Fotografía: Nicolas Karakatsanis
Reparto: Emma Stone, Emma Thompson, Joel Fry, Paul Walter Hauser, John McCrea, Emily Beecham, Mark Strong
Calificación: 7/10

Tráiler de la película




Crítica de la película 'Cruella', dirigida por Craig Gillespie y protagonizada por Emma Stone y Emma Thompson.


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