Crítica breve de 'Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore' (2022)

Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore
Tras el visionado de Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore, sospecho que los ejecutivos de la Warner Bros. deben urgentemente darle algún cambio de dirección a la saga spin-off del universo de Harry Potter porque, a decir verdad, me parece que cada entrega nueva se vuelve más aburrida. Esta reúne los requisitos con mucha fidelidad. Es un film que se ve muy bonito por fuera creando su crónica de magos, pero con un interior vacío en el que la varita de la emoción se queda sin magia o de algo que sea verdaderamente fantástico, con un ritmo atropellado que solo me produce una enorme pereza cuando veo a los protagonistas persiguiendo al mago malvado al servicio de la corrección política de moda. Su trama se sitúa en 1932 y sigue al ingenioso magizoólogo Newt Scamander, en el momento en que rescata de los acólitos de Grindewald a una criatura mágica recién nacida con extrañas habilidades de precognición llamada Qilin y, por órdenes de Albus Dumbledore, junta a un grupo magos del ministerio para impedir el plan del maquiavélico Grindelwald de apoderarse del mundo mágico, conformado en parte por su hermano Theseus, la bruja estadounidense Lally, al mago francés-senegalés Yusuf Kama y el muggle Jacob Kowalski. El caso es que no pasa ni media hora cuando se comienza a ausentar la cohesión, y se adorna cada rincón de la estructura narrativa con las subtramas innecesarias en la que se busca otorgarle protagonismo a todos los personajes acartonados que rellenan la puesta en escena con su presencia sin gracia, en situaciones predecibles que subordinan el aparato de acción a las conversaciones nimias sobre heridas familiares, los amores de un pasado gay de Dumbledore, la típica aventura fantasiosa malograda por los clichés del librito de Rowling (aquí de nuevo como coguionista junto a Steve Kloves) y las conspiraciones políticas de hechiceros perversos que metaforizan el nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Por momentos me da la sensación de que no va a ninguna parte y las revelaciones de los personajes carecen de golpes de efecto por la sobrecarga de los múltiples puntos de vista que se quiere mostrar en los conflictos más superfluos. Tampoco encuentro sustancia entre los personajes centrales, comenzando por el blando Scamander que interpreta Eddie Redmayne y el aséptico Dumbledore encarnado por Jude Law, aunque el Grindelwald que interpreta Mads Mikkelsen me resulta más oscuro y despiadado como villano que la caricatura que hizo Johnny Depp en aquella predecesora anodina titulada Animales fantásticos: los crímenes de Grindelwald. Desde luego, aprecio algunos trazos del diseño de producción cuando reproduce la época con cierta autenticidad, además de los marcados efectos visuales que capturan con hermosura los escenarios mágicos de la cosmogonía potteriana, como la arquitectura, los animales pintorescos y las panorámicas de los castillos y las ciudades teñidas de atmósferas grisáceas. Todo lo demás, incluyendo el clímax desabrido donde se descubren los planes de conquista del mago autócrata, me mantiene sin cuidado y me quita todas las ganas de ver la siguiente entrega.

Ficha técnica
Título original: Fantastic Beasts: The Secrets of Dumbledore
Año: 2022
Duración: 2 hr 22 min
País: Reino Unido
Director: David Yates
Guion: Steve Kloves, J.K. Rowling.
Música: James Newton Howard
Fotografía: George Richmond
Reparto: Mads Mikkelsen, Jude Law, Eddie Redmayne, Ezra Miller, Katherine Waterston,
Calificación: 5/10


Crítica breve de la película 'Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore', dirigida por David Yates y protagonizada por  Mads Mikkelsen y Jude Law.

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