Crítica de la película «El colegial» (1927)

El colegial
El colegial es una de las películas menores de Buster Keaton, que ha quedado un tanto olvidada quizá por estar situada entre dos de sus obras mayúsculas del cine mudo: El maquinista de La General y El cameraman. Eso, sin embargo, no le quita ningún tipo de mérito como comedia muda. Se trata de una comedia entretenida que, a mi parecer, alcanza el punto fuerte de diversión en las acrobacias deportivas que demuestran la pericia de Keaton para el slapstick más alocado. Al contrario de lo que se piensa, Keaton reveló en una entrevista que tuvo que cargar con toda la realización del filme porque, desafortunadamente, el director acreditado, James W. Horne, no hizo prácticamente nada y le resultaba inútil. Y esto es particularmente cierto desde los primeros minutos de metraje, donde es palpable la manera en que se impone su visión como realizador, en una puesta en escena estática en la que ocasionalmente emplea la elipsis con eficacia y el encuadre móvil (con estupendos travellings laterales) para dinamizar la acción. En la trama, Keaton interpreta a un estudiante ejemplar que, tras la ceremonia de graduación del colegio, ingresa al campus de una universidad en la que intenta destacarse en varias pruebas de atletismo, con la finalidad de conquistar a la chica de la que está enamorado y que, entre otras cosas, lo "rechazó" por ser un inepto para los deportes. El rechazo es, por lo tanto, el golpe de efecto que funciona como catalizador para que Keaton, ahora en la piel de un alumno modelo, demuestre una vez más la fuerza de voluntad de ese eterno personaje con la cara de piedra que contra viento y marea supera los retos con torpeza para triunfar sobre el amor y quedarse al lado de la muchacha que le gusta. En general, su narrativa se estructura como una comedia sencilla que está construida, ante todo, a partir de unas cuantas secuencias en la que los gags consiguen el efectismo cómico deseado precisamente por la incompetencia de Cara de Piedra para los distintos deportes que lo ponen a prueba. Algunas funcionan en mayor medida que otras, pero especialmente consigo reírme en la que hace de mesero con la cara pintada de negro, en la que juega al béisbol sin tener ni idea de las reglas del juego y, también, en la que realiza los entrenamientos de atletismo (lanzamiento de jabalina y disco, carreras de vallas, etc.) que siempre terminan en una metedura de pata. En la superficie, los gags tienen algunos instantes predecibles, pero la presencia de Keaton me ayuda a olvidarlo cuando demuestra su destreza física en los desafíos para ejecutar todo tipo de deporte a través de los saltos, las piruetas y las correteras, con singular audacia y con todo el humor que transmite su rostro hierático hasta en la memorable carrera de remo del acto final. El resultado es agradable, sorpresivo, con una cuota estimable de comicidad que se extiende hasta el clímax poético que refleja, dicho sea de paso, el valor de luchar por lo que uno ama.

Ficha técnica
Título original: College
Año: 1927
Duración: 1 hr 05 min
País: Estados Unidos
Director: James W. Horne, Buster Keaton (sin acreditar)
Guion: Carl Harbaugh, Bryan Foy
Música: N/A (muda)
Fotografía: Dev Jennings, Bert Haines
Reparto: Buster Keaton, Anne Cornwall, Harold Goodwin, Snitz Edwards, Florence Turner, Grant Withers
Calificación: 7/10

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