Crítica de la película «El que recibe el bofetón» (1924)

El que recibe el bofetón
El que recibe el bofetón es una película de Victor Seastrom en la que el hombre de las mil caras, Lon Chaney, interpreta de nuevo a un payaso atormentado, como lo había hecho en otras producciones del cine mudo. Se dice que al momento de su estreno fue la primera en presentar el famoso logotipo del león rugiendo de la MGM. Y tiene a mi parecer ligeros tropiezos de ritmo que se resuelven sin mayores inconvenientes durante una hora y media de metraje, pero lo que observo en ese lapso de tiempo me obliga a razonar lo suficiente como para darme cuenta de que es una película muda oscura, trágica y muy emotiva, que eleva su espectáculo de circo con una actuación formidable de Chaney como el payaso en desgracia que ríe con bofetadas. En la trama, Chaney interpreta a Paul Beaumont, un científico de nobles ideales que trabaja para demostrar sus teorías sobre el origen de la humanidad, pero cuya existencia se hunde en un abismo cuando es traicionado por su esposa y un barón que ejerce de mecenas y, además, es puesto en ridículo frente a la comunidad científica, cayendo en una especie de ostracismo que lo lleva a laborar como payaso en un circo donde la atracción principal consiste en recibir bofetadas de otros payasos para que la gente se ría. En general, el cuento turbio de este payaso se estructura siguiendo las fórmulas clásicas del drama psicológico que se manifiestan, dicho sea de paso, cuando es mostrado como un hombre fracturado por la traición que atraviesa un período de trauma y desrealización que lo desconectan de la realidad. Las escenas en que entretiene al público sobre el acto masoquista de ser abofeteado una y otra vez por otros payasos me resultan, entre otras cosas, bastante conmovedoras porque, en la superficie, revelan el descenso a la locura de un payaso traumatizado que se refugia en el circo con el fin de ocultar bajo la sonrisa el inmenso sufrimiento de haberlo perdido todo por las calumnias y quedar con el corazón roto, donde la risa es un mecanismo de defensa para enfrentar la vergüenza, el dolor y el amargo sabor de la deslealtad. En ese sentido, la actuación de Chaney me parece orgánica cuando se apoya del maquillaje y recurre a su amplio registro expresivo para transmitir la desdicha interna de un personaje afectado por el pasado que, debajo de la máscara de la apariencia, se niega a olvidar su infortunio personal para ajustar su sentimiento de venganza y, ante todo, opta por repetir el oficio de humillación permanente para ampliar la decepción producida por el amor no correspondido. Cuando él está en escena el asunto cobra otra dimension y me olvido de inmediato de la subtrama melodramática de la chica enamorada de otro que rechaza el amor del payaso y luego es vendida como esposa por el conde con problemas económicos, interpretada por Norma Shearer. Seastrom lo encuadra en una puesta en escena que se destaca por las herramientas estéticas que funcionan para acentuar el tormento psicológico del payaso infeliz a través de la sobreimpresión, el fundido encadenado, el plano medio, el primer plano, el plano subjetivo, el sonido inaudible, la iluminación expresionista y el espacio que se solidifica en las atmósferas lúgubres que muestran el show circense como si se tratara de una casa fantasmagórica donde los momentos de alegría se intercalan con el horror inesperado a la hora señalada. Estos elementos agregan sustancia a la tragedia del payaso, pero, asimismo, sirven para esquematizar un comentario moral sobre las miserias humanas y el lado tenebroso de las pasiones, de aquellos que ríen de último antes de que caigan las cortinas, simbolizado con ímpetu por ese corazón de tela que es recosido y pasa por varias manos antes de permanecer en la tierra sucia frente a la masa de indolentes.

Ficha técnica
Título original: He Who Gets Slapped
Año: 1924
Duración: 1 hr. 35 min.
País: Estados Unidos
Director: Victor Sjöström
Guion: Victor Sjöström, Carey Wilson
Música: William Axt
Fotografía: Milton Moore
Reparto: Lon Chaney, Norma Shearer, Tully Marshall, Marc McDermott
Calificación: 7/10






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