Crítica de la película «Amigos intocables» (2011)

Amigos intocables

Amigos intocables es una película francesa a la que accedo, dicho sea de paso, para tratar de comprender la enorme popularidad con la que ha gozado desde aquel estreno exitoso que la puso en la cima de las más taquilleras del cine francés. Las casi dos horas que tiene de metraje colocan sobre mi cabeza un signo de interrogación bien grande porque, a decir verdad, supone para mí todo un misterio la aclamación que ha recibido. Como comedia dramática goza de una química notable de François Cluzet y Omar Sy, pero, por desgracia, frecuenta demasiado lugares comunes para montar su historia cursi sobre la amistad, la discapacidad y los prejuicios raciales, en un maratón de clichés en el que me asalta la sensación de que todo el asunto está higienizado de los pies a la cabeza. Su argumento, basado en hechos reales, sigue la existencia de Philippe, un aristócrata millonario que se ha quedado tetrapléjico a causa de un accidente de parapente y que, en medio del sufrimiento, contrata a un cuidador a domicilio llamado Driss, que resulta ser un inmigrante de un barrio marginal recién salido de la cárcel, pero con el que, a pesar de todo, forma una fuerte amistad que le devuelve aquella alegría que se perdió con el pasado trágico. En términos generales, la narrativa tiene un comienzo interesante que se amplía, entre otras cosas, por la manera en que se cuelga sobre las fórmulas habituales de aquel cine sobre discapacidades en el que la persona afectada es frecuentemente ayudada por otra que ofrece sus servicios para cuidarla, pero arreglada sobre una larga escena retrospectiva que sirve como excusa para explorar las circunstancias en que se conocieron. En este sentido, me intereso en principio por las ocurrencias del inmigrante negro que emplea su carisma y métodos pocos convencionales para alegrarle el día al magnate discapacitado antes de recibir la ayuda económica; las conversaciones en la que el burgués revela un pasado trágico en el que perdió a su esposa y se quedó paralizado; las visitas del ayudante a la casa de su familia en un suburbio en el que reina la delincuencia y la pobreza; la rutina en la que el señor recibe terapia diaria de la enfermera y unas cuantas sugerencias de su asistente pelirroja para mantener una relación epistolar con una mujer. El problema que encuentro, en cierta medida, es que los personajes carecen de desarrollo más allá de las descripciones superficiales y, por lo regular, sus acciones se reducen a una serie de situaciones banales que tienden a repetirse en más de una ocasión en su telenovela sobre clases sociales, donde todo funciona sobre las ecuaciones de estereotipos y los facilismos de guión de último minuto. A pesar del refrito de obviedades, considero que hay algo de chispa en la actuación de Sy, quien utiliza su expresividad para añadirle carisma a la personalidad de Driss, interpretándolo como un tipo duro y ocurrente que descubre la educación artística a través del valor de la amistad. También me resulta convincente el papel de Cluzet como el hombre paralítico en silla de ruedas que, en medio de sus inseguridades, recupera la voluntad de vivir y de encontrar un nuevo amor gracias al impulso moral que le proporciona el ayudante solidario. Con ellos hay, quizás, un par de escenas en las que me río un poquito con algunas líneas de diálogo, pero, desgraciadamente, no encuentro otra emoción entre tanta corrección política. Me parece una comedia aburrida y algo simplona, que toca temas rebuscados para acentuar, en efecto, la moraleja de que la música de Vivaldi y Earth, Wind & Fire puede ser escuchada sin inconvenientes ni barreras culturales.



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Ficha técnica
Título original: The Intouchables (Intouchables)
Año: 2011
Duración: 1 hr. 52 min.
País: Francia
Director: Olivier Nakache, Eric Toledano
Guion: Olivier Nakache, Eric Toledano
Música: Ludovico Einaudi
Fotografía: Mathieu Vadepied
Reparto: François Cluzet, Omar Sy, Anne Le Ny, Audrey Fleurot
Calificación: 5/10

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