Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 45 min.
País: Estados Unidos
Director: Jon Favreau
Guion: Justin Marks (Novela: Rudyard Kipling)
Música: John Debney
Fotografía: Bill Pope
Reparto (voces): Neel Sethi, Bill Murray, Ben Kingsley, Idris Elba, Lupita Nyong'o, Scarlett Johansson,
Crítica de la película
Las aventuras de The Jungle Book, la famosa colección de cuentos cortos de Rudyard Kipling, son tan reconocidas en la cultura popular que han sido adaptadas varias veces en el cine por su aparente simplicidad. La más conocida es la del pequeño Mowgli -adaptada por Walt Disney Studios en una película animada del 1967-, la cual nos cuenta la historia de un “cachorro humano” que es criado por los lobos en la jungla hindú y mientras crece aprende lecciones de moralidad.
Ahora que hemos visto la nueva película El libro de la selva del director Jon Favreau (Iron Man), confirmamos oficialmente que los héroes con taparrabo y la manía de los remakes están de moda en el negocio hollywoodense. Y no se puede negar que comienza de una manera palpitante con el relato de Mowgli (Neel Sethi) y la relación que tiene con los animales de la selva; animales que, en efecto, poseen los mejores efectos generados por ordenador que haya visto, pues parecen totalmente reales.
Con este remake de imagen real Favreau consigue que la interacción del niño (el único personaje real) con los animales en las locaciones selváticas se vea genuina, sobre todo porque los efectos visuales crean un mundo casi realista que no tiene nada que envidiarle a las tecnologías más avanzadas de fotorealismo. El problema es que a pesar de los estupendos efectos CGI, la trama produce una sensación de aburrimiento que resulta descaradamente redundante.
La crónica de Mowgli inicia en las profundidades de la floresta de Seeonee una vez que es rescatado de un depredador por la pantera negra Bagheera (voz de Ben Kinsley). Con el paso de los años ha sido criado por la loba India Raksha (voz de Lupita Nyongo’o) y su manada, liderada por Akela (voz de Giancarlo Esposito).
Asimismo Mowgli es entrenado por Bagheera y por Rashka para aprender a convivir con los lobos, pero el niño se enfrenta a ciertos retos que ponen a prueba su resistencia cuando llega el malvado tigre de Bengala con cicatrices, Shere Khan (voz de Idris Elba), quien detectando el olor de Mowgli pretende comérselo para la cena.
Shere Khan es el villano despiadado habitual. El odio hacia Mowgli (un humano) es una alegoría de la cacería de tigres de Bengala, los cuales realmente se encuentran en vía de extinción. Eso sustenta su resentimiento, puesto que en el pasado los humanos usaron el fuego para cazarlo. Aunque todavía me pregunto por qué ahora quiere matar a Mowgli cuando pudo hacerlo antes.
En esta ocasión Mowgli es más ingenuo que nunca, y su frágil inocencia me provoca casmodias, precisamente por ser un personaje poco sugestivo, poco orgánico. Prefiero mil veces a Baloo (estupenda voz de Bill Murray), el oso perezoso que da mucha risa con sus ocurrencias.
La película destaca tanto la acción desmedida, que la trama de la película se vuelve esquelética y repetitiva, dando vueltas para una resolución desvergonzadamente sencilla. A veces gastan metraje cantando las canciones clásicas en una película donde el musical es algo innecesario.
Hay que reconocer que es una película para niños con un bonito detalle visual, pero tal parece que a Favreau se le fue la mano, porque adopta el encanto naturalista por encima de la sustancia narrativa. Y eso hace que el film se sienta desabrido en cada momento que cuenta su fábula de animales parlantes.
6/10
0 comments:
Publicar un comentario