El demonio neón

Jesse es una chica que llega a Los Ángeles, California, para hacer su sueño realidad: convertirse en supermodelo. Pero su juventud y belleza despertará al demonio, y se verá atrapada en un peligroso mundo de envidias y celos en el que las modelos están dispuestas a todo para triunfar.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 58 min.
País: Dinamarca, Francia
Director: Nicolas Winding Refn
Guion: Nicolas Winding Refn
Música: Cliff Martinez
Fotografía: Natasha Braier
Reparto: Elle Fanning, Jena Malone, Keanu Reeves, Christina Hendricks,


Crítica de la película


El otro día me puse a ver la nueva película de Nicolas Winding Refn, The Neon Demon, para ver si por lo menos podía olvidar la mediocridad que exhibió con Only God Forgives y acordarme del año en el que la estupenda Drive me fascinaba. Pero veo que me equivocaba. Parece que le ha caído un coco en la cabeza, o se ha vuelto loco, porque con esta película recurre a lo mediocre para alimentar los artificios simbólicos más insípidos del género del terror psicológico, por supuesto, confirmando que es la película más inútil que ha realizado.


El reputado director danés quiere vender semejante disparate como cine de arte, pero la autoindulgencia de su lenguaje visual se lo traga. Su sello personal ofrece un uso estilizado de la colorización que hace que la composición de cada plano se vea bonita, pero ¿y qué se supone que puedo hacer con eso si el guion es una bazofia pobremente desarrollada? Eso tampoco puede impedir que el hastiado cuento de la muchacha narcisista atrapada en el canibalismo de la moda se vaya a la porra.



Ahora se traslada hacia el mundo de la moda para experimentar narrando la historia de Jesse (Elle Fanning), una hermosa jovencita de 16 años que ha llegado a Los Ángeles anhelando algo más que los quince minutos de fama de Warhol. Aunque Jesse no habla mucho, compensa los silencios de su inexpresivo rostro con una frivolidad latente. Aun así, conoce a Ruby (Jena Malone), Gigi (Bella Heathcote) y Sarah (Abbey Lee), quienes son supermodelos tan vacías como todo lo postizo que llevan puesto.


Como en la manufactura del glamour todo se compra con la beldad, Jesse, bien interpretada por Fanning, aprovecha su hermosura venusiana para ascender rápido en el orbe del ‘fashionismo’, pero lo que ignora es que rodearse de cuervos solo implica que le saquen los ojos. Y su ascendente camino por las robotizadas sesiones de foto trae consigo un fatalismo que se halla enjaulado en la cárcel de la envidia.


La vacua necedad de la adolescente virginal que se escapa de su hogar ansiando ser una celebridad del frívolo cosmos de la moda es una metáfora del estado actual de la mujer joven, quien es tratada como un objeto banal en una sociedad donde vemos que miles de jóvenes superficiales prefieren adentrarse en la fábrica de reciclaje de la lindura para compensar su efímera belleza con una pizca de éxito.


El formalismo estético de Refn también emplea el simbolismo del color para yuxtaponer el estado de ánimo de todo lo que le sucede a Jesse, pero nunca consigue que el personaje tenga poderío dramático, nunca logra que tenga sustancia. Jesse, Ruby y toda la pandilla de modelos se sienten acartonadas sin un solo ápice de desarrollo. Y el estrepitoso final corrobora lo que ya anticipábamos: no pasa nada con el macabro ritual de la obsesión.



5/10



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Sully

La historia de Chesley Sullenberger, quien se convirtió en un héroe después de deslizar su avión a lo largo del agua en el río Hudson, salvando a todos los tripulantes y pasajeros del avión del vuelo 1549.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 36 min.
País: Estados Unidos
Director: Clint Eastwood
Guion: Todd Komarnicki
Música: Christian Jacob, Tierney Sutton Band
Fotografía: Tom Stern
Reparto: Tom Hanks, Aaron Eckhart, Laura Linney, Anna Gunn


Crítica de la película


Todavía puedo recordar aquellos días de enero de 2009. En los noticieros internacionales se hablaba de la misma noticia: “El milagro en el Hudson”. No podía creer que a un tal Chesley Sullenberger, el piloto de un avión comercial de US Airways, se le ocurriera la brillante idea de acuatizar la dañada aeronave de emergencia en el río Hudson, en Nueva York, salvando a los 155 tripulantes y pasajeros a bordo. Todo el mundo se preguntaba cómo lo había hecho, ¿Qué rayos pensaba en medio de un momento tan crítico?


También sabíamos que, si la prodigiosa hazaña había pasado en la vida real, no tardaría en pasar en una película, pues en el cine la ficción dramatizada siempre nos facilita un vistazo de lo que es una experiencia de esta magnitud. Esta película es Sully. Y ahora que la hemos visto, le damos las gracias al icónico Clint Eastwood por dirigir la coyuntura dramática del heroísmo del señor Sullenberger con una sutileza que jamás desvencija la narración.



La solidez con la que Eastwood narra el relato del Capitán Sully es una muestra de que aún con 86 años le queda madera para quemar en el campo cinematográfico. Su intención es la de describir la vida de Sully con las dudas que lo invaden durante las secuelas del incidente mientras tiene que lidiar con el trauma del evento y con la pesquisa aeronáutica despertada en su contra, quienes piensan que tomó la decisión equivocada ignorando los protocolos aéreos.


El guion lo ha escrito Todd Komarnicki, un desconocido que ha realizado un gran trabajo estructurando la historia del hombre ordinario que se involucra en una situación extraordinaria. El protagonista, Chesley “Sully” Sullenberger (Tom Hanks), es un reputado piloto que se halla recordando el santiamén exacto en el que piloteó el calamitoso avión para acuatizarlo en el río Hudson con 155 viajeros a bordo, y piensa en todas las posibilidades que pudieron terminar en una tragedia.


Lo evidente es que Sully no ha podido superar el estrés postraumático que le ha ocasionado el acontecimiento en lo más profundo de su cabeza, pues no puede separarse de las pesadillas que le han ennegrecido su introspección. Su amigo y copiloto, Jeffrey "Jeff" Skiles (Aaron Eckhart), quien también estuvo en el avión, le ofrece su apoyo. A pesar de que ha sido reconocido como un héroe nacional, es un individuo que lentamente está cayendo en un abismo emocional que lo tiene internamente encerrado en el desconcierto.


Como todo el mundo conoce las vicisitudes del suceso, Eastwood, desarrolla la trama desde dos ángulos distintos. El primero se visualiza desde el punto de vista de Sully recordando el instante en el que determina que debe amerizar forzosamente en el río Hudson luego de que se estropeara el avión. Y el segundo, adquiere un estilo de drama judicial cuando presenta el proceso de la investigación en contra de Sully y de Jeff.


La película es un retrato sensato y reconfortante de lo que es el instinto de supervivencia humano ante un inminente escenario de peligro. Y Eastwood pinta el rol de la incompetencia del gobierno para centrarse en las cosas positivas del acto heroico de Sully al salvar vidas humanas usando su vasta práctica de aviador. Nos dice que a la política solo le interesa el factor humano para proteger sus intereses y que no hay mejor simulación que la de un profesional en la materia.


Aunque contiene una intriga que se hace innegable con la espectacular secuencia del avión descendiendo en el helado río, este es un buen drama biográfico porque Tom Hanks vuelve a entregar una excelente actuación enfrascada en la calculadora de un salvador cotidiano. Hanks, otra vez de capitán, es el verdadero héroe durante 96 minutos que se van volando.



7/10



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Cazando salvajes

Ricky es un rebelde chico de ciudad de doce años al que no encuentran hogar de acogida para él, salvo una granja en medio de la nada con una pareja; ella encantadora, él, arisco y solitario. 


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 43 min.
País: Nueva Zelanda
Director: Taika Waititi
Guion: Taika Waititi
Música: Lukasz Pawel Buda, Samuel Scott, Conrad Wedde
Fotografía: Lachlan Milne
Reparto: Sam Neill, Julian Dennison, Rachel House, Rima Te Wiata,

Crítica de la película


Todavía estoy tratando de comprender cómo a estas alturas sigo vivo después de haber muerto de la risa mirando a Hunt for the Wilderpeople. He salido llorando de tanto reírme. Me he reído tanto que podría hasta llenar una cubeta de lágrimas. Para ser una comedia de aventura ha sido una sorpresa gratificante, encantadora, inteligente. Y gracias a eso ahora confiamos plenamente en el cine del director neozelandés Taika Waititi.


Lo digo porque hace dos años atrás Waititi me propició un maratón de bostezos con la comedia What We do in the Shadows. Pero ahora con Hunt for the Wilderpeople me ha callado mi malcriada boca ejecutando una comedia que resulta fabulesca contando las aventuras de un Ricky Baker (Julian Dennison), un delincuente juvenil que se ha extraviado en los bosques de Nueva Zelanda con su tío Héctor (Sam Neill).

 
 

La historia de estos dos personajes se siente afectiva por la solidez con la que desarrollan la simpatía durante el viaje y por los ricos diálogos de ironía con los que se expresan. Por supuesto, están tremendamente interpretados por el chiquillo Julian Dennison y por el resucitado Sam Neill (tenía siglos sin verlo en una buena película).

 

El protagonista, Ricky Baker, es un chico de ciudad de 12 años que ha sido un rebelde sin causa desde que nació. Es gordito, de rostro ancho, de etnia maorí, se viste como un rapero y usa un lenguaje irreverente. Como es huérfano, su aparente desobediencia impide que el ministerio de protección infantil de Nueva Zelanda, dirigido por la malvada Paula (Rachel House), le consiga un hogar de acogida.

 

Tal parece que nadie lo quiere en la ciudad, salvo una pareja que vive en aislada en una granja perdida entre cordilleras en la inmensidad de la selva. La encantadora tía Bella (Rima te Wiata) lo ampara con gusto, pero Héctor, su arisco y solitario esposo, le da igual. A pesar de eso, deciden criar al bobalicón. Pero cuando Ricky comienza a sentirse a gusto con su nueva familia, un problema imprevisto dará inicio a una cacería humana por el campo neozelandés.

 

Es casi imposible no sentir empatía hacia el personaje de Ricky. Este muchacho, Julian Dennison, lo interpreta con un carisma verdaderamente irresistible. Hace lo que regularmente un niño de esa edad haría: ser insolente para anhelar una libertad que parece amistosa. Sus ánimos de rebeldía esconden una clara necesidad de cuidado paternal, algo que precisamente percibe con la figura del tío Hec, ya que es el típico viejo gruñón que garantiza protección.

 

La química entre Denninson y Neill es maravillosa, porque los actores capturan las situaciones con sortilegio, asegurando diversión en cada plano. Y Waititi, quien también escribió el guion, consigue lo mejor de sus actores sin desarticular el aparato narrativo de la trama. Y cuenta los sucesos con entusiasmo. Aunque sea una comedia del absurdo, forja su mensaje de mayoría de edad con profundidad, diciéndonos el papel que juega el cuidado patriarcal a la hora de orientar al niño.

 

Asimismo, nos habla de la relación del hombre con la naturaleza y del comentario social del anarquismo causado por la rigidez de la organizada sociedad neozelandesa. Y lo logra con un marcado estilo naturalista que asombra visualmente con la belleza de los paisajes de las montañas y de las grandes praderas.

 

Quizá lo más importante de la película es la reiteración de que la unión familiar es lo que ayuda a superar los percances que se presentan en la vida. Y Waititi lo prueba manteniendo un tono caricaturesco que balancea muy bien el drama, la comedia y un sentimentalismo por el cual vale la pena emocionarse.





8/10



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Tres

Al darse cuenta de que va a ser derrotado en cualquier momento durante un enfrentamiento con la policía, un gamberro dispara a sí mismo para obligar a la policía a cesar el fuego y llevarlo al hospital.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 28 min.
País: Hong Kong
Director: Johnnie To
Guion: Yau Nai-Hoi, Lau Ho-Leung, Mak Tin-Shu
Música: Xavier Jamaux
Fotografía: Cheng Siu-Keung, To Hung-Mo
Reparto: Vicki Zhao, Louis Koo, Wallace Chung, Lo Hoi-Pang



Crítica de la película 

De vez en cuando regresamos al cine de prolíficos directores para ver si nos traen alguna película nueva, o mejor dicho, alguna propuesta diferente en los géneros que regularmente emplean. Me ha pasado con la reciente película del hongkonés Johnnie To, Three, la cual marca su frenético regreso al thriller de acción por el que es mundialmente reconocido.


Si recordamos bien, el estilo del señor To es lo más cercano al cine de acción de Hong Kong de John Woo. Ha incursionado en el género con películas de crimen y matanza heroica como Running Out of Time, The Mission, Breaking News, Election, Election 2, Vengeance, Drug War y su obra maestra, Exiled. Su puesta en escena siempre ha estado marcada por una ejecución estilizada que ya se ha convertido en su sello personal. Su habilidad más contundente es la de alterar los estados de ánimo y de géneros en una misma película para reflejar algún comentario social.



Y lo que vemos en Three no se despega su arquitectura cinemática. Es el cine de Johnnie To de siempre, enérgico, violento, donde los dilemas éticos de unos personajes acorralados construyen una tensión inquietante. Conjuga la acción, el humor, el ritmo y la intriga recurriendo a tres personajes contenidos por el mismo escenario en una sola locación: un hospital.


La historia transcurre en un hospital narrando las peripecias de la doctora Tong Qian (Vicki Zhao Wei) cuando se enfrenta a la disyuntiva de operar a algunos de los pacientes. Durante el día, confluyen diversos relatos dentro de la enfermería; como el del hombre que afronta una operación crucial, el de un minusválido que ha quedado malparado tras una cirugía y el de un jubilado que disfruta gratamente de su camisa de fuerza. Todo parece tranquilo.


Pero cuando llega Shun (Wallace Chung), un criminal recién ingresado que ha sido atrapado por la policía con una bala incrustada en la cabeza, las cosas se complican porque el que lo ha traído, el Inspector Ken (Louis Koo), se obsesiona con esperar a que se recupere para encarcelarlo. Y Shun rechaza el tratamiento confiado en que su pandilla viene para ayudarlo a escapar.


Como un cirujano meticuloso To edifica el suspenso dentro del hospital desde el punto de vista de este trío. En cada escena en la que Ken, Tong y Shun discuten nos dice que algo malo está a punto de pasar. Es mucho más evidente cuando nos encontramos con que los personajes se hallan enfrascados en un duelo de deslealtad, de traiciones y de una incertidumbre que apunta a una confrontación de violencia entre policías y ladrones.


Quedarnos hasta el palpitante clímax es lo mejor que hemos podido hacer, pues nos ha dejado con la boca abierta con lo que es, posiblemente, el tiroteo del año. Durante seis tensos minutos, la acción se desplaza de aquí para allá con un espectacular plano secuencia en cámara lenta que pondría a morir de la envidia a cualquier director de la industria.


Puede que la película no funcione apropiadamente para los que no estén familiarizados con el cine de Johnnie To, pero para nosotros, los que ya hemos visto muchas películas de este cineasta que teje su estilismo como un especialista de la acción, es un filme que entretiene con una simple idea ejecutada a través de una destreza técnica fenomenal.



7/10


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Animales fantásticos y dónde encontrarlos

Cuenta las aventuras del escritor Newt Scamander en una comunidad secreta de magos en Nueva York setenta años antes de que Harry Potter leyera su libro en la escuela.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 2 hr. 13 min.
País: Estados Unidos
Director: David Yates
Guion: J.K. Rowling
Música: Jason Newton Howard
Fotografía: Philippe Rousselot
Reparto: Eddie Redmayne, Katherine Waterston, Dan Fogler, Alison Sudol, Colin Farrell,

Crítica de la película 


En los estudios de Warner Brothers había una desesperación incontenible para continuar con el fascinante mundo de Harry Potter, porque como bien sabemos es una franquicia que huele a papeles verdes por todas partes y es uno de los fenómenos más famosos de este siglo. La necesidad del estudio era, además de continuar expandiendo la exitosa franquicia, saciar la demanda de los fanáticos más empedernidos sin quitarle los ánimos de diversión.


Para lograrlo, tuvieron que convencer a J.K. Rowling para que debutara como la guionista de la película original inspirada en su propio libro, “Fantastic Beasts and Where to Find Them”, que no es más que una libreta de criaturas mágicas escrita por un personaje nuevo, Newt Scamander, un joven mago obsesionado con atraparlos a todos como si fuera un veterano de Pokémon Go, que vivió 70 años antes de que comenzaran los eventos de Harry Potter.



El caso es que ya han anunciado que serán cinco películas dirigidas por David Yates (director de cuatro películas de Harry Potter). Y ahora que hemos visto la primera película, Fantastic Beasts and Where to Find Them, confirmamos que hay magia ‘potteriana’ para rato, sobre todo porque es una fantasía entretenida que mantiene encendida la chispa de la creación de Rowling introduciendo una nueva aventura que funciona con sus propios elementos fantásticos y con otros que resultan familiares.


La historia del protagonista, Newt Scamander (Eddie Redmayne), se sitúa en la ciudad de Nueva York en los años 20. Scamander es el hechicero más excéntrico que podamos imaginarnos. Siendo un incomprendido con varita mágica, su introvertida personalidad y su evidente obsesión es lo que lo motiva a ser uno de los magos más peculiares de este universo. Ha llegado a los Estados Unidos con el propósito de encontrar a los animales legendarios para criarlos y para protegerlos en una maltratada maleta de cuero, por supuesto, por arte de magia el equipaje es más grande que el zoológico más pequeño.


Se supone que Scamander debe hacer una parada breve y salir sin causar ningún incidente, pero cuando se topa con Jacob Kowalski (Dan Fogler), un gordinflón despistado que aspira ser panadero, por equivocación intercambian las maletas y eso hace que se escapen algunas de las bestias raras, causando un problema para la comunidad de magos y para los no-magos (el término americano para un ‘Muggle’, que es un humano común).


Lo que vemos con estos personajes nos ratifica que la mente creativa de Rowling no se cansa de inventar personajes empáticos. Los nuevos protagonistas y los villanos son un poco más adultos, y se mueven entre la maldad, la compasión, la amistad y el romance. Y la química de todo el reparto actoral es simplemente encantadora, pues se transforman en estos personajes sin desarticular el aparato de la trama cuando se involucran en las situaciones inesperadas.


Las características de personalidad de cada uno de ellos otorgan un sentimiento genuino que se queda con nosotros; como la risa exagerada del señor Kowalski, quien le propicia un cálido humor a las escenas que da mucha risa. También Porpentina “Tina” Goldstein (Katherine Waterston), quien es una bruja decidida a combatir las injusticias, y su hermana, Queenie Goldstein (Alison Sudol), una rubia adorable que con su cariño e ingenuidad puede seducir a quien sea que le dé la gana con solo leerle la mente.


Poner como director a Yates es lo mejor que pudieron hacer para mantener la consistencia narrativa y visual de la vasta imaginería de Rowling, puesto que tiene experiencia conociendo este orbe cinematográfico. En todo momento consigue que la narración se mantenga clara para contar las adversidades de Newt Scamander con una solidez que se sustenta con los efectos especiales y con una detallada recreación de la época.


Puede que la película parezca conocida por las referencias de la saga de Harry Potter, pero la identidad propia de la historia nos dice que estamos en un territorio renovado que, como ya anticipábamos, nos ha hechizado con un espectáculo asombroso durante dos horas que pasan volando. Ahora el spin-off viene con sorpresas.



7/10


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El buen amigo gigante

Una niña llamada Sophie se encuentra con el Gigante Big Friendly quien, a pesar de su apariencia intimidante, resulta ser un alma de buen corazón que es considerado un paria por los otros gigantes porque a diferencia de sus pares se niega a comer niños y niñas.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 58 min.
País: Estados Unidos
Director: Steven Spielberg
Guion: Melissa Mathison
Música: John Williams
Fotografía: Janusz Kaminski
Reparto: Mark Rylance, Ruby Barnhill, Rebecca Hall

Crítica de la película


La historia del cine nos ha enseñado que los grandes nombres regularmente se asocian a grandes películas. Pero a veces, por muy prolífica que resulte la carrera de algún director, eso no logra garantizarle el paraíso terrenal con alguna obra defectuosa. Lo confieso porque he terminado de ver la nueva película de Steven Spielberg, The BFG, y por haberme confiado del grandioso nombre de este señor que tiene un currículo casi impecable, me pregunto dónde demonios está la grandeza de esta aparatosa película de gigantes, ¿qué rayos es esto?


Tal parece que la época en la que las películas del rey de los blockbusters podían sacudir las emociones de los heleros ha llegado a su fin. Hasta su fiel amiga, la taquilla, le ha salido corriendo. Con esta fantasía, Spielberg me ha propiciado un aburrimiento que parecía eterno durante dos largas de mi vida que lamentablemente se perdieron en el tiempo.



Y aunque en la mágica apertura despierta un poco de entusiasmo con el efectismo de los efectos visuales, el cuento de la chiquilla y el gigante cariñoso es tan blandengue que tuve que tragarme los créditos con la esperanza de que sucediera algo. Es una pena que no haya pasado nada.


Lo que sabemos es que a Spielberg le gustan las fábulas que tienen niños anhelando caminar por los senderos de la maravilla. Y no lo culpo. La película es una adaptación de la famosa novela para niños de Roald Dahl, el mismo autor de Charlie and the Chocolate Factory. El guion se ha encargado de escribirlo la difunta Melissa Mathison, la guionista que trabajó con Spielberg en la estupenda E.T. the Extra-Terrestrial. El relato narra el lance de Sophie (Ruby Barnhill), una niña huérfana que se encuentra con el Gigante (Mark Rylance) de la forma más ingenua posible. Estando juntos deciden detener a una invasión de malvados gigantes que se preparan para cenar comiéndose a todos los niños del país (Reino Unido).


Es cierto que el apartado técnico recurre a los efectos especiales y a la dirección de arte para agradar visualmente con la animación que se ve en pantalla, pero eso no me sirve de nada si la trama no contiene ni un solo ápice de emoción. Nunca se siente viva. Y se contagia del síndrome Spielberg (niños ordinarios en situaciones extraordinarias) con una elaboración holgazana.


Todo el argumento de la niña con insomnio que entabla simpatía con el gigantón amistoso puede parecer muy bonito, pero la manera en la que se desarrolla recurre a las artimañas narrativas más facilonas que se pueda apreciar en el mundo de Spielberg. Tampoco tienen una química actoral que complazca con el supuesto derroche de magia.


Luego de terminarse esta aventura fantástica, este gran acontecimiento infantil, o lo que sea, me he quedado más contento que un ganador de la lotería al saber que jamás la volveré a ver. Solo pensaba en olvidarme del falso encanto, de la apatía y de la colosal pobreza con la que la fórmula de Spielberg casi me pone a soñar. He odiado esta aburrida película desde lo más profundo de mi ser.



4/10


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La llegada

Cuando las naves extraterrestres aterrizan por todo el mundo, una lingüista experta es reclutada por los militares para determinar si vienen en paz o son una amenaza.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 h. 56 min.
País: Estados Unidos
Director: Denis Villeneuve
Guion: Eric Heisserer (Relato: Ted Chiang)
Música: Jóhann Jóhannsson
Fotografía: Bradford Young
Reparto: Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker, Michael Stuhlbarg

Crítica de la película


Reconozco haber ido a la sala de cine a ver esta película, La llegada, porque me parecía una de las apuestas más interesantes del año y porque su director, Denis Villeneuve, es un cineasta que tiene películas cerebrales con las que uno sale del cine asombrado y con la boca más abierta que un arcaduz kilométrico. Y tal parece que no me equivocaba, pues he salido de la proyección como un loco pensando en las ideas complejas que encierra esta inteligente película de ciencia-ficción. 


Lo que vemos simplemente nos confirma que lo que ya sabíamos: el señor Villeneuve sabe elegir películas con conceptos originales para dirigirlas. En su historial tiene películas como Incendies, Prisoners y Enemy. Ahora se suma Arrival con una originalidad que nos dice que todavía se puede hacer una película de extraterrestres que trate temas distintos y provocativos sin entorpecer el enunciado narrativo.



La trama, que parte de un solo conflicto para abarcar casi el metraje completo, es poner a la lingüista Louise Banks (Amy Adams) a involucrarse en una situación desatada por la llegada inesperada de naves alienígenas en varias partes del planeta. Para Louise y todas las personas, es el día en el cual la civilización cambia para siempre el pensamiento de que estaban solos en el universo.

 

Cuando los extraterrestres arriban en la Tierra, la jerarquía militar comandada por el coronel Weber (Forest Whitaker) trata de establecer contacto con los recién llegados, pero no tienen mucho éxito. Para determinar las intenciones de estos seres, contratan a la doctora Louise con el objetivo de aprovechar la habilidad que tiene en lingüística avanzada y poder comunicarse con ellos. También necesitan la colaboración del científico Ian Donnelly (Jeremy Renner) para analizar la composición de esta misteriosa inteligencia superior.

 

A medida que Louise aprende a descomponer el complicado lenguaje de símbolos de los alienígenas, comienza también a experimentar una serie de flashbacks casi efímeros que la ponen a recordar cosas que tienen una conexión profunda con el verdadero propósito de la visita.

 

La inteligencia de esta historia me despierta un estado de perpetua ansiedad al ver los gestos y las preocupaciones de Louise, quien está brillantemente interpretada por Amy Adams. Es un personaje de alta profundidad emocional que se encuentra atormentada por las tragedias del “pasado” y por el pánico del primer contacto alienígeno. Como es la única narradora, todo lo que podemos ver en el trayecto es un largo flashback de las trampas que le juega la memoria.

 

Villeneuve, ayudado por la poesía visual de Bradford Young, consigue que la ejecución de la película se sienta como algo que nunca se había visto antes y que al mismo tiempo resulte familiar. Basta con ver que la manera cautivadora con la que mantiene la exposición acentúa el drama, el suspense y el misterio sin salirse del campo metafísico de la ciencia-ficción. Logra que sea un film de extraterrestres que nos obliga a cuestionar lo que vemos recurriendo solamente al efecto contemplativo de lo que pasa, olvidándose de la pirotecnia para favorecer la riqueza atmosférica y la sobriedad del argumento.


Puede que use el problema de la paradoja de Fermi para acentuar las metáforas de la comunicación (o incomunicación) entre las especies, la enorme incapacidad de las naciones humanas para unificarse pacíficamente, la irracionalidad de nuestras idiosincrasias y la percepción del tiempo, pero es también el retrato íntimo de una mujer adolorida que piensa que lo ha perdido todo. Los sentimientos maternales de la protagonista y las reminiscencias que la confunden son los pilares que sostienen la narración.

 

La sutileza de Villeneuve captura el encuentro cercano del tercer tipo con una imaginería deslumbrante para revelar las contradicciones de la existencia humana. Su puesta en escena retiene la tensión sin ceder la grandilocuencia y la reflexión, y nos relata que la utopía humana se halla escondida en los inmensos recuerdos de un futuro lejano. Es una experiencia sorprendente.




8/10


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Miedo profundo

Nancy (Blake Lively) es una joven que trata de superar la pérdida de su madre. Un día, practicando surf en una solitaria playa mexicana se queda atrapada en un islote a sólo cien metros de la costa. El problema está en que un enorme tiburón blanco se interpone entre ella y la otra orilla.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 27 min.
País: Estados Unidos
Director: Jaume Collet-Serra
Guion: Anthony Jaswinski
Música: Marco Beltrami
Fotografía: Flavio Martínez Labiano
Reparto: Blake Lively, Óscar Jaenada, Brett Cullen,

Crítica de la película 


Reconozco que me he llevado una grata sorpresa con esta película, The Shallows, sobre todo porque para ser la típica película de tiburón sabe cuándo entretener con la correcta dosis de suspense. Y este señor, el director español Jaume Collet-Serra, el cual tiene experiencia con el cine de suspenso y de horror, logra un eficaz ejercicio de dirección con la historia de la muchacha varada en el océano que debe sobrevivir al feroz ataque de un tiburón asesino.


Esto no es nuevo, lo hemos visto varias veces, sin embargo, es un thriller de supervivencia que fija la simplicidad de la premisa desde el inicio para que en el trayecto la narración nunca se sienta desarticulada. Puede que haya algo de Jaws y de Cast Away en su estilo, pero el minimalismo le da un soplo de frescura que justifica la forma en la que construye la tensión.



La protagonista, Nancy Adams (Blake Lively), es una joven estudiante de medicina que decide viajar a una playa desolada en México para practicar surf. Una de las razones por la que se encuentra en el litoral está ligada al pasado de su familia, especialmente con su fallecida madre, quien era surfista y surfeaba en la misma playa.


Y la bella Nancy se halla de surfera en la costa porque le da la gana, pero desconoce que, coincidencialmente, ese rincón marino lo habita un sanguinario tiburón blanco que tiene deseos de comerse hasta los camarógrafos. Al darse cuenta del barullo acuático, es atacada por el tiburón y trata de mantenerse con vida a más de 200 metros de la orilla hasta que llegue algún príncipe azul que la rescate. Lástima que soñar no cuesta nada.


Todo el lío de la muchacha y el tiburón, aunque resulte exagerado, logra el propósito engancharnos por la sólida actuación de Blake Lively. La motivación de su personaje está totalmente definida con un par de metáforas. Se mete en la piel de Nancy con un toque melodramático que nos recuerda lo que puede hacer una scream queen a la hora de sobrevivir. Es la mujer moribunda cuyo instinto no le teme ni a los afilados dientes de un tiburón.


Ahora sabemos que el terror se localiza anclado en el mar al lado de una heroína y de una gaviota con el ala rota que intenta robarse el show. Y es un terror efectivo que, además de dar un par de sustos, también nos regala planos de zambullidas y de olas muy preciosos en un pedazo de la ribera. No me puedo quejar cuando este infierno azul me ha entretenido.



7/10


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Doctor Strange: hechicero supremo

Stephen Strange, un antiguo neurocirujano se embarca en un viaje de curación sólo para sumergirse en el mundo de las artes místicas.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 55 min.
País: Estados Unidos
Director: Scott Derrickson
Guion: C. Robert Cargill, Scott Derrickson, Jon Spaihts
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Ben Davis
Reparto: Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Rachel McAdams, Mads Mikkelsen, Tilda Swinton




Crítica de la película


Todavía pienso en aquel momento en el que veía a Doctor Strange. Era un instante que me acordaba que la magia de las películas de superhéroes de Marvel está más chispeante que nunca. Y me ha gustado. Esta aventura fantástica (de un héroe poco conocido para los que no siguen los cómics) se siente como soñar con una dimensión metafísica en la que una experiencia psicodélica es la mejor forma de entretenimiento.


La apuesta de Scott Derrickson es convertir la película de origen del Hechicero Supremo, creado por Stan Lee y Steve Ditko, en un alucinante espectáculo visual para que el distinguido Benedict Cumberbatch se luzca con el conjuro de su capacidad actoral. Y resulta cautivadora por el carácter natural con el que Cumberbatch se mete en el rol y por la inmensa originalidad con la que los efectos visuales ayudan a complementar la narración de la trama.



El protagonista, Stephen Strange (Benedict Cumberbatch), es un reputado neurocirujano que puede operar lo que sea que le suceda a la cabeza de cualquier paciente. Para él, la perfección es la fiel amiga de su arrogancia, además de que es un hombre muy egocéntrico que vive en un lujoso apartamento en la ciudad de New York. Créditos a Cumberbatch por interpretarlo con carisma, confiriendo la empatía de Strange a través del desasosiego y el sentido de supremacía.


La vida de este doctor del ego cambia repentinamente cuando un accidente automovilístico le deja las manos muy lisiadas, casi inoperables. Después de durar meses tratando sus manos con todos los recursos medicinales posibles, alguien le dice a Strange que puede hallar una cura en una localidad aislada en Nepal. En ese lugar, descubre un monasterio dirigido por El Anciano (Tilda Swinton) y Karl Mordo (Chiwetel Ejiofor) y se entera de que se ha topado con una estirpe de guerreros místicos cuya misión es defender el cosmos de fuerzas oscuras.


La iniciación del Doctor Strange es la de una persona que cambia el escepticismo que tenía de su entorno una vez que se manifiesta que los misterios más recónditos realmente existen. Es el éxodo de un hombre arrogante que pasa a ser un maestro del zen que puede descomponer dimensiones a su antojo. En poco tiempo, Strange adquiere poderes mágicos y se ve obligado a elegir entre su antigua vida de fortuna o proteger el mundo como el mago más poderoso del universo.


Y siempre es hechizante poder apreciar la grandilocuencia de las artes místicas del Doctor Strange cuando se enfrenta al villano Kaecilius (Mads Mikkelsen), el megalómano que crea su propia secta para acabar con El Anciano y destruir la realidad uniéndola a otra dimensión. Basta con saber que la secuencia de la persecución en Nueva York produce un vértigo muy apreciable por la destreza con la que los efectos especiales en 3D alteran la percepción ocular para crear un deslumbramiento descomunal con los edificios que se tuercen. Ver esta película estando borracho debe ser algo inolvidable.


El director Scott Derrickson, del cual no quería saber nada por sus desastrosas películas anteriores, me ha callado la boca con el hechizo de esta asombrosa película. Además de dirigir un carismático elenco de intérpretes, demuestra que tiene destreza para moderar los géneros y se encarga de que la trama del Doctor Strange fluya con coherencia sin desperdiciar el metraje, especialmente cuando mantiene un balance entre las escenas de acción, el humor y los temas esotéricos con el fin de que uno se pregunte qué rayos fue lo que tomó para romper las expectativas.


Ahora que hemos visto el lado más onírico del afamado estudio de superhéroes pedimos a gritos la secuela, sobre todo porque el misticismo de este blockbuster se transforma en un festival de pirotecnia que inaugura con broche de oro el nacimiento de una nueva franquicia. El frenesí de su ejercicio nunca deja de ser alucinógeno.



7/10


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Elle

Cuando una mujer de carrera aparentemente indestructible es víctima de un allanamiento, ella decide localizar a su agresor, y comienza un juego mortal.


Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 2 hr. 10 min.
País: Francia
Director: Paul Verhoeven
Guion: David Birke
Música: Anne Dudley
Fotografía: Stéphane Fontaine
Reparto: Isabelle Huppert, Laurent Lafitte, Anne Consigny, Charles Berling

Crítica de la película


El cine del director holandés Paul Verhoeven (Soldier of Orange, RoboCop, Total Recall) siempre ha tenido una fascinación por la necesidad incontenible de la transgresión. El que conoce su estilo sabe que sus películas desnudan la psicología humana hasta degradarla a las más mínimas vísceras de la obsesión, de la perversión y de la sexualidad con el fin de provocar violentamente con las escenas más retorcidas que uno se pueda imaginar.


Verhoeven también ha filmado películas de acción y de ciencia-ficción y ha hecho thrillers eróticos. Pero desde Black Book (2006) no dirigía una película porque se encontraba pensando en aquellos días en los que el éxito en Holanda y en Hollywood lo tenía ocupado. Ahora para acordarse del pasado, regresa provocativamente a la violencia erotizada con Elle para lograr algo original. Y lo hace con el retrato psicológico de una mujer que recurre a todos los deseos sexuales reprimidos para liberarse de los tabúes que la ofuscan.



La protagonista, Michèle (Isabelle Huppert), es una dama exitosa que maneja una empresa que produce videojuegos. Su personalidad demuestra una incalculable frialdad con el trato que le da a ciertas personas, sobre todo porque es pragmática para los asuntos personales. Para ocultar sus manías, lleva una existencia tranquila en su lujosa casa y tiene una relación penosa con su hijo.


Un día gris, Michèle es violada en su casa por un intruso enmascarado que al parecer ama la violencia, pero a pesar de la golpiza queda viva. Es acosada una y otra vez por el mismo maleante. Pero días después decide no ir a denunciar las agresiones a la policía para ella misma desenmascarar al acosador y justificar su venganza. Así la subsistencia tan complicada de Michèle parece el inicio de un plan siniestro de algo que manipula a su antojo.


La narración de la historia perturbadora de Michèle logra ser interesante por las manías latentes con las que ha crecido. Esconde su verdadera fantasía sexual, es indiferente ante la muerte y comete adulterio sin escrúpulos morales. Durante toda su vida ha sido dueña de una tragedia familiar que consecuentemente le ha causado severos traumas psicopáticos. Su sangre está corroída por los abusos sexuales.


A veces, Michèle acude a la violación como medio de escape de los delirios sexuales que se hallan cohibidos. Y lo practica como una rutina insaciable. Basta con ver que su comportamiento enfermizo se alimenta con sadomasoquismo, voyeurismo, necrofilia, lesbianismo, violaciones y todas las pasiones prohibidas, sin embargo, no lo vemos a simple vista porque, en efecto, Verhoeven construye los subtextos de forma implícita a través de un uso virtuoso de la tergiversación.


No es una sorpresa que el personaje sea tan complejo. La interpretación de Isabelle Huppert, quien está acostumbrada a interpretar a personajes escabrosos, ofrece una de las mejores actuaciones del año. Posee un aparente registro dramático que hipnotiza con su ecuánime expresividad. Es la mirada de una mujer fatal que, una vez que habla, la cámara comienza a temblar.


Tampoco me extraña que algunos de los giros de la trama sean sorpresivos para que las permutas lleguen sin avisar. Aunque siempre se mantiene inquietante y descabellada, lo que sabemos es que hay cine del señor Verhoeven para rato. Su violencia explícita viene envuelta en las entrañas de un thriller de misterio que rompe las expectativas cada vez que aterra sin la necesidad de caer en la aquiescencia. Ahora el morbo viene con suspense y humor negro.



7/10


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