Crítica de 'Guasón': las trampas de la locura

En mi crítica de esta semana comento con un análisis breve la película Joker, dirigida por Todd Phillips y protagonizada por Joaquin Phoenix. 




Los orígenes del Guasón, el popular archienemigo de Batman constituye, a mi juicio, una incógnita encerrada en un problema sin solución aparente. Desde su creación en los cómics norteamericanos en manos de Jerry Robinson, Bill Finger y Bob Kane y luego pasando por el cine en cuatro películas, pocas veces se ha planteado el origen de su alienación, dejándolo al acecho de un vacío en el que abunda una escasez de información que no permite responder las principales preguntas relacionadas con su imagen de criminal psicópata, su retorcido sentido del humor y su eterno amor por la anarquía. Ni siquiera su nombre verdadero se ha confirmado. Por suerte, el director Todd Phillips pretende responderlas en su más reciente película titulada Joker, con la cual reformula todo lo que conocemos sobre el personaje y termina desmitificando la túnica de misterio que moldea su personalidad. 

La película de Phillips, quien firma el guion junto a Scott Silver y es conocido principalmente por sus comedias de The Hangover, me parece un estudio perturbador sobre el Guasón, construido con la crónica de un ciudadano torturado que habita una sociedad que lo excluye por su condición social y su frágil salud mental, algo que se compensa de inmediato con la actuación meticulosa de Joaquin Phoenix cuando se transforma física y psicológicamente para describir los impulsos macabros que invaden el cerebro resquebrajado de Arthur Fleck (como se llama el protagonista). No dudo ni por un segundo que la interpretación de Phoenix se trata de una de las más complejas del año. Asimismo, percibo un material de denuncia que manifiesta las raíces de un mundo hundido en el fango de la moralidad, donde la gente ignorada por los medios, incapaz de exigir sus derechos, transitan por la inequidad y la miseria. La forma en la que aborda las trampas de la locura que encarcelan a Arthur la separa, inmediatamente, de las narrativas que usualmente se alojan en el género de superhéroes.


Joaquin Phoenix en un fotograma de la película. Foto cortesía de Warner Bros. Pictures.


El argumento de la película coloca los eventos en la Ciudad Gótica de los años ochenta, antes de que Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) termine convirtiéndose en Guasón. Arthur es un hombre de algunos cuarenta años, solitario, propenso a recibir golpizas de unos bravucones aburridos cuando trabaja vestido de payaso en las afueras de los negocios. Vive con su madre enfermiza, Penny Fleck (Frances Conroy), a la que cuida con delicadeza cuando se encuentra postrada en la cama. Todos los días se enfrenta a la misma incertidumbre. Por las mañanas es un bromista que se gana la vida haciendo reír a una muchedumbre que habitualmente lo ignora, mientras que por las noches intenta escapar de la mediocridad para cumplir sus sueños de ser comediante. Por momentos lo invade la terrible sensación de que la crueldad y el desprecio, así como su adaptación en un sistema que agudiza su depresión y su vulnerabilidad, es una farsa, como si su propia existencia es parte de una broma infinita.

La construcción del personaje tiene dos escenas fundamentales que agudizan el deterioro psicológico, aunque en un principio ya se halla bajo tratamiento clínico al padecer el síndrome pseudobulbar (enfermedad caracterizada por episodios repentinos de risa o llanto), cosa que controla con varios medicamentos recetados por una doctora a la que le importa muy poco y, medianamente, al enamorarse de su vecina, Sophie (Zazie Beetz), una madre soltera que es la única persona que lo comprende y que lo admira por sus dotes para la bufonada, relación que se queda a medias al iniciarse la hecatombe anarquista.


Joaquin Phoenix como Guasón. Foto cortesía de Warner Bros. Pictures.


La primera es la escena en la que Arthur está en el metro de camino a casa, después de haber perdido su empleo por llevar una pistola calibre 38 a un hospital de niños con cáncer, y ve a unos ricachones de saco y corbata que intentan abusar de una muchacha sentada. Él ve el acto, pero no interviene. Se sabe de antemano que va intervenir (algo predecible). Seguido a esto los hombres lo atacan brutalmente en el suelo y Arthur, harto de aguantar los pisotones a los que está acostumbrado, se levanta a tiro limpio asesinando a los tres ejecutivos que trabajan para Thomas Wayne. La segunda tiene que ver con el pasado Arthur cuando lee una carta que su madre le escribe a Thomas Wayne para solicitar una ayuda financiera (ya que Arthur está desempleado) y, con un giro inesperado, se confunde pensando que Thomas Wayne (Brett Cullen) es su padre. En ese instante el paranoico Arthur decide investigar sus antecedentes en los archivos de un sanatorio y se halla con la cruel verdad de que su mamá lo ha engañado, que es una loca esquizofrénica que intentó aprovecharse de Wayne y que lo ha adoptado, además de permitir que Arthur fuera maltratado durante una infancia maldita que aparentemente reprimió con todas sus fuerzas hasta la adultez.


Guasón en la escena del metro. Foto de Warner Bros. Pictures.


Con esos detonantes, Phillips desarrolla el cuadro cerebral de Arthur cuando este deja de ser un inadaptado que solo busca una pizca de afecto para transformarse en un malhechor a tiempo completo con una tendencia irremediable hacia el sadismo y la insensibilidad, un ser infeliz que desprecia la humanidad que lo ha traicionado. Plantea que las acciones de Arthur, a su vez, son el pilar de la descomposición social de Ciudad Gótica (una clara referencia a la metrópoli de Nueva York) cuando cientos de simpatizantes transitan por las calles con máscaras de payaso entregando sus privilegios a cambio de desatar un caos garantizado. A partir de ese episodio, la ausencia de empatía de Arthur es consistente con todas las personas que lo han ignorado. Y mediante el uso adecuado del picado y el contrapicado, cada plano que lo encuadra comunica su estado de ánimo, su incomodidad, la impotencia y el catártico impulso de animadversión que se gesta en su descontrolada subsistencia de asesino indiferente.


Arthur transformándose en Guason. Fotograma cortesía de Warner Bros. Pictures.


Sin embargo, todo eso establece, insólitamente, una ambigüedad moral que se refuerza con un alegato crítico sobre la desigualdad que afecta a miles de individuos en una población que se ha cansado de escuchar las falsas promesas de los gobernantes (referenciados discretamente como una “invasión de ratas” en un noticiario). Se propone que la careta del payaso es una alegoría de los sujetos que viven en condiciones de pobreza, sumergidos en la basura (presente en todas las avenidas), los perdedores que protestan porque son productos de la manipulación política y la decadencia socioeconómica. Por lo tanto, Guasón es visto, no solo como un villano nihilista con serios traumas psicológicos, sino como un símbolo respetado por esa minoría ciudadana que ha sido excluida.

Joaquin Phoenix, quien bajó de peso hasta quedar tan escuálido como un esqueleto, consigue ponerme en una fase de pánico cuando me doy cuenta de lo que es capaz de hacer como actor. Logra una de sus mejores actuaciones como el bufón del crimen. Si bien, su carcajada compulsiva en ocasiones luce exagerada y algo artificiosa, no hay una sola escena en la que no me invada la turbación cuando se hace palpable el descenso hacia la demencia de su personaje. Es una actuación orgánica, metódica, tridimensional, que muestra, sin muchos tapujos, cómo funciona la mente de Guasón, manifestando con mucha expresividad emociones humanas como el dolor, el miedo, la culpa y la cólera. Su trastornada imagen de demente adelgazado me transmite sensaciones diversas cuando pasa por experiencias como la ignominia y la desesperación. Puede ser amenazador, pero también muy carismático.


Joker como lo conocemos. Fotograma de Warner Bros. Pictures.


La película de Phillips me impacta cuando me pasea por las distintas etapas de violencia que atraviesa el atormentado Guasón de Phoenix, como en la escena del hospital en la que ahoga a su madre adoptiva con una almohada, o la climática escena en la que aparece de invitado en el show de TV de medianoche disfrazado de Guasón y le dispara a quemarropa a su ídolo, el animador Murray Franklin (Robert De Niro en una especie de David Letterman villanesco), por humillarlo presentando su video de stand-up, ante el público horrorizado por la broma de mal gusto del payaso psicológicamente desequilibrado que le habla en un plano subjetivo a la cámara para revelar, entre nerviosismo y rabia soterrada, la apertura de la comedia de la muerte y del caos en televisión en vivo. Mantiene un ritmo que es constante, fabrica secuencias memorables que se sintonizan estupendamente con la partitura musical de Hildur Guðnadóttir y con una ambientación fiel a la descripción del período ochentero. Se trata de una visión aterrizada, original e, irónicamente, muy seria sobre el infame payaso.

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Ficha técnica
Título original: Joker
Año: 2019
Duración: 2 hr 01 min
País: Estados Unidos
Director: Todd Phillips
Guion: Todd Phillips, Scott Silver
Música: Hildur Guðnadóttir
Fotografía: Lawrence Sher
Reparto: Joaquin Phoenix, Robert De Niro, Frances Conroy, Zazie Beetz, Brett Cullen,
Calificación: 7/10


Tráiler de película 



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