Crítica breve de la película Kursk (2018)

Basada en hechos reales, 'Kursk' es una película con la que el director danés Thomas Vinterberg refleja los trágicos acontecimientos del naufragio del submarino Kursk, en unas escenas con las que posiblemente me hubiese sentido cautivado al ver a la tripulación luchando por sobrevivir en los interiores de un sarcófago sumergible, si no fuera por el hecho de que me resulta imposible abandonar la indiferencia ante la desdicha de los protagonistas liderados por el Mikhail Averin que interpreta Matthias Schoenaerts. Trata la historia de Mikhail, un marinero experimentado y padre de familia que ama mucho a su esposa y a su hijo. Un día se embarca en el submarino Kursk sin saber de que, tiempo después, una explosión amenaza con ahogarlo junto a su equipo en las profundidades del mar de Barents. Con esa crónica de una muerte anunciada, Vinterberg reconstruye los hechos del accidente, ofreciendo cierta autenticidad a los interiores del submarino ruso, valiéndose de planos aceptables que describen los aspectos más lóbregos de la crisis. Pero por alguna extraña razón no consigue algún golpe dramático, carece de intriga, de intensidad, de diálogos que sean atrayentes, con unos personajes que no logran conmoverme en ninguna escena. La exposición roza lo artificial. La narración es mecánica. Me resulta predecible, aunque ya conocía el desastre y solo me imaginaba la agonía de esos marineros acorralados. La mirada política es demasiado liviana. El texto de la película (panfletario en potencia) comunica, a modo de metáfora, que el costo humano de la tragedia del submarino es producto de una negligencia institucional y de las decisiones burocráticas de unos hombres de poder que temen embarrar el orgullo nacional a cambio de ayuda internacional, diciendo que los buenos son los que, efectivamente, llegaron tarde para efectuar el rescate. Es un drama de supervivencia convencional.

Calificación: 6/10



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