Crítica de la película "La Gunguna"

La gunguna
Me causa cierta gracia que los medios de prensa y hasta críticos de cine de este país me vendan, con una propaganda enfermiza, la idea de que «La Gunguna» es, en efecto, la mejor película dominicana que hasta la fecha se ha rodado en este territorio. Desconozco si se trata de mercenarios de la pluma, de gente que por sus compromisos con los cineastas y los insiders de la industria que regala entradas gratuitas al estreno se atreven a vender una reseña valorativa con fines publicitarios a cambio de un incentivo cómodo. Porque decir eso frente a una película tan sobria como Jean Gentil debe ser considerado una ofensa. Sin embargo, más allá de las incongruencias, ¿Cuántas veces hemos escuchado eso? ¡Muchísimas veces! Quiero pensar que no soy el único.

Y yo no creo para nada que lo sea, tampoco me atrevo a decir que lo es para contentar a un grupito, pero digamos que es una película diferente a las que he tenido la dicha de ver, precisamente porque su narrativa se edifica bajo los registros del cine coral (anacrónico) para mostrar, a través de un collage de personajes y de relatos interconectados, la macilenta ola de violencia con la que el crimen mancha la sociedad dominicana desde el pasado hasta nuestros tiempos. Toma su título de una pistola calibre 22, llamada "La Gunguna", que ha pasado por las manos del inframundo dominicano del crimen desde la dictadura de Trujillo y los vínculos franquistas hasta la contemporaneidad, causando desgracia y tragedias personales a todo el que apriete su gatillo. Los personajes del hilo conductor de esa trama son, por lo tanto, rufianes que habitan el mundo del crimen criollo, como un prestamista de poca monta, inmigrantes chinos de las Tríadas obsesionados con el voyerismo, un policía corrupto, jugadores tramposos de billar, traficantes de armas y, en medio de todo, el típico hombre honesto de clase trabajadora amenazado por las trampas de la extorsión y el engaño. 

El desfile de personajes se encuadra con varias referencias notables de la cultura criolla por la forma de hablar y de vestir, algunos en mayor medida que otros, algo que de paso le sirve a Alemany para responder a estereotipos comunes de la sociedad dominicana con el fin, supongo, de elaborar un comentario social sobre la pobreza, la violencia y la corrupción que impera en Santo Domingo, con un tono satírico que emplea un humor negro. Sin embargo, la supuesta comedia negra pierde el efecto a la velocidad de una bala, y las acciones de los personajes se vuelven tan blandas como un pan sobao' cuando se expresan a través de los diálogos artificiosos del guion de Miguel Yarull (escritor del cuento original), en una serie de situaciones insulsas que los mantiene en todo momento en una superficie alejada diametralmente de cualquier estela de desarrollo. Personajes como Pancho, El gago, el Sargento y la Maeña (Nashla tan hueca como siempre) son tan planos como una tabla de planchar con sus expresiones fingidas y sobreactuadas. Solo me logra cautivar Gerardo Mercedes cuando emplea la mirada y los gestos para capturar la pesadumbre del obrero Montás, y, también, Miguel Ángel Martínez como el temperamental y serio Pineda. Solo ellos dos me parece que actúan de forma más natural que el resto del reparto y se acercan al dominicano más costumbrista sin muchas imposturas. 

Fuera del escaso desarrollo de los personajes, el montaje es acertado ensamblando los paralelismos de la mala suerte de esa gente, además del luminoso estilo visual que consigue Juan Carlos Franco al fotografiar con sus filtros las calles de los barrios de Santo Domingo, con atmósferas urbanas que por las noches me resultan bastante vistosas. Lo otro me importa menos que la tarifa de un carrito público en la avenida Duarte. Quizá para muchos sea una película bacana que satiriza de una manera facilona y previsible las peripecias de los dominicanos, pero para mí, no tanto. Su colección de episodios caricaturescos de la escena dominicana del crimen pierde el efecto de ironía pasada la media hora. Esta ópera prima de Alemany solo refleja, a mi parecer, la escasez de ideas que todavía impera en la industria del cine dominicano.

Ficha técnica 
Título original: La Gunguna, una de canallas
Año: 2015
Duración: 1 hr 30 min
País: República Dominicana
Dirección: Ernesto Alemany
Guion: Miguel Yarull
Música: Lazzaro Colón
Fotografía: Juan Carlos Campos
Reparto: Nashla Bogaert, Isaac Saviñón, Gerardo Mercedes, Jaime Tirelli
Calificación: 6/10

Crítica breve de la película "La gunguna", dirigida por Ernesto Alemany y protagonizada por Nashla Bogaert e Isaac Saviñón.



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