Crítica de 'The Batman': el regreso del caballero oscuro

 El director Matt Reeves le da otro enfoque a la caracterización de Batman para acercarlo a los lugares inexplorados que este tiene como el mejor detective del mundo.


The Batman



Todavía recuerdo como si fuera hoy la noticia en la que The Batman había entrado en desarrollo en la Warner Bros. Inicialmente su plan era que Ben Affleck protagonizara y dirigiera la película, partiendo de los papeles que había tenido ya en el Universo Extendido de DC. Affleck tenía un borrador preparado en una etapa temprana de pre-producción, pero una serie de problemas personales y la dirección que estaba tomando sobre la película (traducido como disputas creativas con el estudio) hizo que abandonara el proyecto en 2017. Más tarde, tras varias negociaciones, Matt Reeves ocupó la silla del director y los ejecutivos de la Warner le dieron total control creativo porque quedaron impresionados por sus ideas. Reeves pronto desechó las ideas que Affleck puso sobre el papel y prefirió optar por contar una historia sobre los primeros años de Batman como vigilante, sin ningún tipo de vínculo con la línea de películas actuales de DC, particularmente inspirada en los cómics de Batman: The Long Halloween, Batman: Year One y Batman: Ego, además de tomar prestadas influencias de algunos de los thrillers clásicos de Hitchcock, Friedkin, Polanski y Pakula. Su intención, desde el inicio, era que su película reflejara el flanco detectivesco de Batman que suele habitar el ecosistema de los cómics.

Tras haber visto la película, que actualmente tiene más de un mes en cartelera y se ha estrenado también en la plataforma de HBO Max, no tengo dudas de que esas decisiones tomadas por Reeves le añaden otra capa de matices que, diametralmente, aleja a Batman del estereotipo que ya se ha manoseado tanto en la gran pantalla para reinterpretarlo como si se tratara de una versión fuertemente influenciada por David Fincher. Su tono es, en efecto, infinitamente más oscuro que las predecesoras al incorporar elementos del neo-noir, aunque su alcance narrativo me resulta inferior al de la trilogía de Nolan. A veces su duración de tres horas frecuenta los mismos lugares. Pero de alguna manera me mantengo adherido del asiento porque su Batman no es un héroe, sino, más bien, un detective que, por la ética del deber y las heridas del pasado, intenta resolver los acertijos a contrarreloj de un asesino en serie y guerrea contra criminales que visten de saco y corbata. Nunca sale de la lógica más realista. Siempre se mantiene como un thriller de acción que, con intriga detectivesca y un estilismo atmosférico, muestra un costado inexplorado del caballero de la noche en una Ciudad Gótica que por las noches siempre está empapada de lluvia y corrupción.


Robert Pattinson como Batman. Fotograma de Warner Bros.



La película se sitúa en una temporada de Halloween y tiene como preámbulo una secuencia en la que el alcalde de Ciudad Gótica, Don Mitchell Jr., es observado de lejos y posteriormente asesinado por un desconocido enmascarado que se hace llamar Acertijo (Paul Dano). Tras el incidente, Bruce Wayne (Robert Pattinson), que tiene ya dos años como el vigilante Batman y a veces recorre el metro para darle una paliza a los maleantes, investiga la escena del crimen junto con el teniente Jim Gordon (Jeffrey Wright) del Departamento de Policía de Gotham City (GCPD). Registrando el cadáver, Gordon halla un mensaje codificado que le ha regalado Acertijo a Batman a modo de acertijo. Batman se dispone a seguir las pistas porque los homicidios están conectados a las élites que controlan la ciudad, dejándole algunas de las muestras a su mayordomo Alfred (Andy Serkis) para que las analice. Poco tiempo después, Acertijo mata al comisionado Pete Savage y entrega otro mensaje para Batman.

A diferencia de las películas anteriores sobre el murciélago, Bruce Wayne ya no es mostrado como un multimillonario playboy que socializa con los más poderosos de la ciudad. Es presentado, al contrario, como un ser solitario, taciturno, reservado, cuyo comportamiento hermético no solo exterioriza el trauma psicológico ocasionado por la muerte de sus padres que lo intranquiliza y le provoca de un profundo desasosiego (ocasionalmente se ve a sí mismo en la efigie de los niños que rescata), sino, además, como un sujeto que lleva ya dos años asumiendo sus labores como guardián de la noche para tomar la justicia en sus manos como Batman, utilizando como arma principal el miedo, donde los soeces le temen y todavía la policía, con excepción del teniente Gordon, desconfía de sus destrezas porque lo ven como un “fenómeno”. Solo Alfred lo entiende porque lo ha criado como a su propio hijo, hasta el punto de haberlo entrenado, como se revela en los diálogos que sostienen a puertas cerradas en la Baticueva. Se trata, por lo tanto, de un Batman de segundo año que apenas está adquiriendo la experiencia necesaria para transformarse en el símbolo en el que toda Ciudad Gótica deposite su esperanza. Cuando se coloca la capucha y el traje a prueba de balas de Batman, pelea contra los atracadores desde la zona segura del anonimato y la discreción, con una agresividad volcánica y cierta impulsividad, pero sin traspasar las barreras morales y negando el camino de la venganza en clave de delito. Es un Batman intimidante que asume su rol más como un detective que tiene extraordinarias habilidades deductivas para examinar los crímenes más perversos y cooperar respondiendo las preguntas de Acertijo que los agentes forenses no pueden contestar. Combatir el crimen tras la máscara de Batman es el único refugio que Bruce encuentra para paliar su obsesión con la ley y el orden, como si fuera una deuda eterna para solucionar el homicidio irresoluto de sus padres (hallar al culpable para colocarlo tras las rejas).


Robert Pattinson y Jeffrey Wright

 

Bruce Wayne es, por así decirlo, una víctima rota golpeada moral y psicológicamente por la putrefacción social de una ciudad Gótica corrompida hasta la médula desde las oficinas de la alcaldía hasta la jefatura de policías incompetentes, obligado a convertirse en un justiciero para vengarse por el asesinato de sus padres, aunque a veces no todo le sale como lo tiene planeado y experimenta momentos de pura improvisación en los que descubre el valor de la confianza. Como Batman, confía en Gordon porque es de los pocos policías honestos de la metrópoli. Y tiene, además, el compromiso de solventar el caso de Acertijo porque las evidencias que estudia apuntan a una conexión hacia su pasado familiar que todavía no está del todo esclarecido. Siguiendo la estrategia investigativa, Batman recopila información sobre una mujer vinculada al asesinato del alcalde lo hace transitar por un club nocturno en el que ataca a unos matones e interroga por a Oswald Cobblepot (Colin Farrell), mejor conocido como Pingüino, el subalterno de Carmine Falcone (John Tuturro), el mafioso más poderoso de la ciudad. No obtiene nada significativo más allá de las falacias más obvias del villano, pero conoce a Selina Kyle (Zöe Kravitz), la amiga de la camarera desaparecida que por las noches es una ladrona experta que también anda en una vendetta personal contra Falcone. Es con ayuda de Selina que, Batman se da cuenta de la dimensión de la corruptela del inframundo de ciudad Gótica, donde hasta el fiscal del distrito está en la nómina del gánster Falcone.



 

En una segunda mitad, la narrativa sigue en piloto automático los parámetros chandlerianos de la ficción de detective y las características esenciales del cine negro, donde el héroe, en la piel de Batman, penetra en las profundidades del bajo mundo para aclarar el misterio de los magnicidios de figuras políticas. Las trampas del Acertijo ponen a Batman a sus límites y lo fuerza a entender sus propias vulnerabilidades cuando exterioriza, por primera vez en muchos años, el pavor a decepcionarse. Pero algunos giros de tuerca interrogan si moralmente ha valido la pena el sacrificio de luchar contra el crimen en nombre de una venganza personal.

Esto se amplifica, primero, cuando viaja con Gordon a un orfanato abandonado que es propiedad de los Wayne y, más adelante, se acusa a sí mismo al no llegar a tiempo para salvar a su mayordomo, Alfred, que es hospitalizado después de abrir una carta con una bomba dirigida a él. Y, segundo, cuando Bruce mira desde la Baticueva un video filtrado por el Acertijo donde se expone que su padre, Thomas Wayne, en los tiempos en que se postulaba para alcalde, contrató a Falcone para que matara a un periodista que quería dañar la imagen de su campaña imprimiendo detalles vergonzosos sobre los secretos familiares de su esposa Martha (cuando ella era una niña su madre mató a su padre y luego se suicidó), así como el poder utilizado para suprimir los registros de su estancia como enferma mental en Arkham. La primicia no solo lo deja completamente decepcionado porque nunca esperaba que su padre se ensuciara las manos alguna vez, sino que también lo obliga a caer en un lapso de frustración provocado por las mentiras guardadas en el baúl familiar que ensombrecen la imagen del padre honrado, por lo que comienza a preguntarse si vale la pena haber luchado todos esos años por una causa ciega, aunque una plática con Alfred en el hospital le da la respuesta.


Paul Dano como The Riddler. Imagen de HBO Max.



Estos personajes, interpretados con gran química por un reparto estupendo, están esbozados de una manera aterrizada y casi siempre me parecen orgánicos cuando trasladan las peculiaridades el cómic a la gran pantalla siguiendo los estereotipos del cine policial, aunque en mayor medida, tres de ellos (Batman, Catwoman y Riddler) están interpretados como huérfanos que comparten, a través de sus motivaciones, el mismo calvario y buscan retribución por haber perdido a sus padres desde la niñez maldita, dentro de dos espectros equidistantes de clases sociales (los privilegiados y los miserables).

Pattinson, por una parte, interpreta a Bruce Wayne como un individuo de aspecto pesimista y depresivo, de rostro inexpresivo y consumadamente melancolizado, reflejando con su vestuario negro una existencia sombría y desconsolada, como si fuera un asocial de la subcultura emo que no le agrada ser visto por nadie y escucha música de Kurt Cobain para aminorar la ansiedad, que con su lenguaje corporal comunica el costo emocional de haber atestiguado la muerte sus padres a los 10 años; por la otra, retrata a un Batman estoico, oscuro y especialmente aterrador que evoca miedo tan solo con la mirada y el silencio, con una pericia física más que demostrada para las escenas de riesgo en la que sostiene combates cuerpo a cuerpo con los rufianes en los callejones o en las discotecas. La armadura de su traje, que tiene la peculiaridad de resistir cualquier tipo de munición, parece una actualización de los videojuegos de Arkham, y la forma de la careta negra es un claro homenaje a la de West. Puede ser terrorífico, roto, pero también triste. Casi puedes sentir su dolor incluso con el disfraz puesto. Su versión detectivesca, por alguna razón, humaniza a Batman hasta separarlo inmediatamente de los otros al mostrar su lado vulnerable, irónicamente, por el miedo que suprime. El verdadero temor de su Batman, además de perder a sus seres queridos, radica en que la gente conozca su identidad y sepa que un hipócrita de la alta sociedad, nacido con todos los privilegios, el que menos razón tiene para luchar contra las inequidades como agente de esperanza, es el que se encarga de implantar el orden y de reemplazar a los policías ineptos con todos los recursos que tiene a su disposición, como si fuera un faro que guía a la gente que necesita luz en medio de la oscuridad.


Collin Farrell como Pingüino



Entre los secundarios puedo destacar la sólida actuación de Kravitz como Selina Kyle y Dano como El Acertijo. Kravitz interpreta a Selina como una mujer independiente, fuerte y muy sensual en un periodo de formación en el que todavía no ha alcanzado su estatus de Gatúbela y que, al igual que Bruce, es una huérfana que desde la pobreza y la ailurofilia (manía por los gatos) ha transitado por la esfera criminal como ladrona profesional que emplea el robo para obtener beneficios propios, además de buscar vengarse por la muerte de su amiga, y, en última instancia, de su madre (asesinada por Falcone, su padre), pero que aprende a controlar sus impulsos violentos gracias a su relación con Batman. Dano, que entra ya en mi lista de los mejores villanos de la franquicia, convierte a su Acertijo en un asesino en serie perturbador que, detrás del disfraz verde y la retórica transgresora por redes sociales, tiene un enorme sentimiento de repulsión hacia los ricos y los culpa como responsables de tener una infancia desdichada en un orfanato de mala muerte (su padre es el periodista asesinado por Falconi que quería exponer a Thomas Wayne). Su personaje, de alguna manera, hace lo mismo que Batman cuando pelea con los rufianes más corruptos de la ciudad y, al mismo tiempo, destapa sus miserias, pero, a diferencia de este, carece de escrúpulos morales y resuelve sus frustraciones por medio de la violencia calculada como única alternativa para el cambio que anhelan los inocentes de abajo, manifestando el precio que paga el germen antisocial que crece de la desesperación. El resto de los secundarios están subordinados al aparato argumental, pero resalto a Wright como el Comisionado Gordon, y también a Farrell cuando se disfraza del Pingüino con un acento italiano y un maquillaje prostético que lo hace irreconocible y que, a veces, funciona como alivio cómico.


Andy Serkis y Robert Pattinson.



Lo que más me asombra, aunque no llego al paroxismo, es la forma en la que la estética de Reeves construye su visión de Ciudad Gótica como algo nunca antes visto que evita a todo rato las similitudes innecesarias, además de imprimir señas visuales que nunca circulan por la vía del pastiche. Su estilo visual se erige esta vez con las tareas fotográficas de Greig Fraser, que transfigura la textura de la imagen para mimetizar, con cierta consistencia compositiva, las atmósferas lúgubres y una iluminación cercana a las nomenclaturas convencionales del cine negro, pero con una colorización sepia que eleva la tonalidad cromática del suspense detectivesco, con un manejo sutil de planos ambiguos que evocan, a través de los claroscuros, los estados de ánimo de ese murciélago encapuchado que está atrapado por el pasado grisáceo y constantemente mira su entorno desde la oscuridad para olvidarlo luchando contra las fechorías. Se cerciora de que todo se vea fiel al cómic hasta en el más mínimo detalle. Su punto más sutil, en mi opinión, son los paisajes funestos de su ciudad Gótica, que casi siempre son nocturnos, adornados con rascacielos de arquitectura barroca posmoderna, luces serpenteantes que iluminan de ocre el calor de la noche, calles humedecidas incesantemente por una llovizna simbólica que refleja las lágrimas de una sociedad que llora por las injusticias y la amplia desigualdad que engendra facinerosos en los callejones sórdidos como las ratas de los zafacones. La situacionalidad que se sustrae de esa ambientación examina, con lupa y mucha fidelidad, la decadencia moral y socioeconómica de la cosmogonía de Batman.


Robert Pattinson y Zöe Kravitz

 

Desde luego, no creo que esta película ocupe la cúspide de las películas sobre Batman, puesto que a mi parecer pertenece a El caballero oscuro. También siento que su metraje de tres horas se extiende un poco más allá de lo necesario, incluso al mantener la cohesión interna del relato. Pero no deja de resultarme atrapante por los dilemas de clase que plantea su discurso sociopolítico y por la narrativa neo-noir que revisa los comienzos de Batman preservando el núcleo de algunas historietas emblemáticas y extrayendo componentes de cintas como Seven, The Game y Zodiac. Equilibra bastante bien la acción con el suspenso psicológico. Casi me orino en los pantalones en la secuencia en que Batman conduce el Batimóvil a todo gas para atrapar al Pingüino en una autopista mojada. También en la climática secuencia de la inundación, en la que Batman lucha contra los clones del Acertijo que buscan sembrar el caos a tiro limpio en un estadio que se inunda. Y todo con una suite de Michael Giacchino que satisface mis oídos con el nuevo tema musical de Batman. El coloquio final entre Edward Nashton y el Guasón en el sanatorio estatal de Arkham anuncia ya la secuela. Solo espero estar ahí para ver de nuevo a ese Bruce Wayne que está renovado y listo para salir de la reclusión.

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Ficha técnica
Título original: The Batman
Año: 2022
Duración: 2 hr 56 min
País: Estados Unidos
Director: Matt Reeves
Guión: Matt Reeves, Peter Craig
Música: Michael Giacchino
Fotografía: Greig Fraser
Reparto: Robert Pattinson, Zöe Kravitz, Jeffrey Wright, John Turturro, Paul Dano, Colin Farrell, Andy Serkis, Peter Sarsgaard,
Calificación: 7/10




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