Crítica de la película 'La maldad no existe' (2020)

La maldad no existe
La maldad no existe, la película más reciente del cineasta iraní Mohammad Rasoulof, fue filmada en completo secretismo y está actualmente prohibida por las autoridades de Irán, pero de alguna manera llegó a exhibirse hace dos años en el Festival Internacional de Cine de Berlín, donde ganó el Oso de Oro. Por estos lados anda disponible en algunos servicios de streaming y la he podido ver para comprender el origen de la polémica, de un director encarcelado al que el régimen le prohíbe salir del país. No sé si se trate de su mejor trabajo, pero me parece un drama sobrio, en el que Rasoulof edifica un discurso desafiante que se toma cuatro capítulos para examinar la pena de muerte y la ausencia de libertades civiles, de un pueblo iraní en estado de resistencia y desesperación. En el primero, se narra las peripecias de Heshmat, un padre de familia que suele recoger por la tarde a su esposa y a su hija en el coche para hacer diligencias; pero de madrugada revela la perturbación que le causa su labor de ejecutar a prisioneros en la horca. El segundo presenta la historia de Pouya, un joven del servicio militar obligatorio que se niega a cumplir las órdenes de ejecutar a unos reos con los que comparte habitación y, en un ataque de pánico, se arma de valor para escapar de la prisión a punta de pistola, con el fin de huir del país junto a su novia. El tercero trata sobre Javad, un soldado joven que visita a su prometida Nana para celebrar su cumpleaños en una casa campestre y proponerle matrimonio para irse del país, aunque huye por el bosque desilusionado al darse cuenta de que uno de los fusilados que mató, un activista político, era amigo cercano de la familia y mentor de su pareja. El cuarto relata la cotidianidad de Bahram, un médico que vive exiliado desde hace 20 años junto a su esposa Zaman en unas montañas remotas en las que se dedica a la cría de abejas melíferas y un día recibe a su sobrina Darya, a la que le cuenta no solo que es su padre biológico, sino que, además, tuvo un pasado escabroso como militar. En cada uno de los capítulos, Rasoulof muestra la existencia de hombres moralmente aplastados por un gobierno que los obliga a ejecutar a los condenados de muerte sin ningún tipo de tacto moral; pero también interroga la ineficacia de la pena capital y las libertades minúsculas que ellos tienen para ejercer sus derechos ante una ley soberanamente injusta. Su construcción encuadra la tragedia en cuatro episodios con diálogos escuetos y actuaciones orgánicas del reparto, a ritmo contemplativo, con música empática, constantemente cambiando de registros a lo largo del metraje, desde situaciones claustrofóbicas hasta atisbos naturalistas, alcanzando notablemente un cuidado poético que evoca los páramos metafóricos de Kiarostami cerca del clímax, donde la carretera sirve como vehículo terapéutico de ciudadanos que buscan la libertad para refugiarse del atropello de la instituciones gubernamentales. A veces se extiende más de lo necesario para que la parábola sea escuchada, pero por alguna razón sus reflexiones humanistas siempre me resultan conmovedoras.

Ficha técnica
Título original: There Is No Evil (Sheytan vojud nadarad)
Año: 2020
Duración: 2 hr 30 min
País: Irán
Director: Mohammad Rasoulof
Guion: Mohammad Rasoulof
Música: Amir Molookpour
Fotografía: Ashkan Ashkani
Reparto: Ehsan Mirhosseini, Shaghayegh Shoorian, Kaveh Ahangar
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película 'La maldad no existe', dirigida por Mohammad Rasoulof y protagonizada por Ehsan Mirhosseini y Shaghayegh Shoorian.

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