Crítica de la película «El cuervo» (1994)

El cuervo
El cuervo no es exactamente una película de superhéroes que se escape del canon más convencional, pero hay algo particularmente hipnótico en su estética gótica que eleva el material y la vuelve entretenida en cada callejón oscuro por el que pasea la sombra de Brandon Lee en su acto final. Quizá siempre será tristemente recordada como la última protagonizada por Lee, quien resultó fatalmente herido durante el rodaje cuando un arma se disparó accidentalmente y sus escenas restantes (pocas considerando que había completado casi todas) fueron modificadas mediante reescrituras de guión, un doble de acción y efectos especiales generados por ordenador. Las ediciones, por así decirlo, están ensambladas con consistencia y no le resta ningún elemento de conjunto a la visión que ofrece Proyas sobre la popular serie de cómic de James O'Barr. En la trama, Lee interpreta a Eric Draven, una estrella del rock que revive de entre los muertos con poderes supernaturales, luego de haber sido asesinado junto a su esposa Shelly Webster cuando estaban a punto de casarse durante la Noche del Diablo en Detroit, cuya única misión es vengarse de los cuatro soeces homicidas que destruyeron su vida. Aunque en términos estructurales me resulta previsible algunos de los lugares comunes que atraviesa la narrativa, especialmente en la manera tan fácil en que el protagonista acaba con los villanos, siempre me mantengo atento a lo que sucede porque es un antihéroe que posee profundidad psicológica y conflictos internos que amplían su lado siniestro cuando sigue el sendero de la venganza en clave de redención para cazar a los rufianes y a los jefes de arriba que tienen negocios con el demonio, además de un puñado de diálogos con cualidades poéticas que me obligan a razonar sobre el amor más trágico y el poder del sacrificio. Algunas interrogantes se quedan en los confines de la analepsis, pero se me pasa tan pronto como Proyas la edifica con los mecanismos del género neo-noir y algunas de sus señas videocliperas para mostrar un mundo cínico, decadente, sumergido en la oscuridad y la violencia, de gente que ha perdido cualquier rastro de moralidad, donde la policía es sinónimo de incompetencia y la lluvia perpetua que cae sobre las calles humedecidas tapa las manchas de sangre derramada por los más inocentes. Su estilo visual, capturado mayormente con el encuadre móvil de una cámara de Dariusz Wolski y un acertado diseño de producción, es bastante absorbente cuando crea el panorama gótico de la ciudad a través de atmósferas, claroscuros y espacios sórdidos, como si se tratara de la pesadilla de un emo metalero en una noche lluviosa de Halloween. Las secuencias de acción y los tiroteos a puertas cerradas casi no tienen el mismo impacto que el tono atmosférico, pero se dejan ver, desde luego, por esa presencia escalofriante de Lee como el justiciero nocturno recién llegado del infierno con su cuervo para resolver los asuntos pendientes. Cuando Lee está en pantalla la rabia, la culpa, la locura y la expresividad estoica transforman a su personaje en una figura verdaderamente perturbadora que puede matar solo con la mirada y el maquillaje blanco y negro sobre la cara. La banda sonora (que incluye música de The Cure, Nine Inch Nails Medicine, entre otros) solo hace que su inmortal y simbólica despedida sea todavía más inolvidable.

Ficha técnica
Título original: The Crow
Año: 1994
Duración: 1 hr 41 min
País: Estados Unidos
Director: Alex Proyas
Guion: David J. Schow, John Shirley
Música: Graeme Revell
Fotografía: Dariusz Wolski
Reparto: Brandon Lee, Ernie Hudson, Michael Wincott, Bai Ling
Calificación: 7/10


Crítica breve de la película 'El cuervo', dirigida por Alex Proyas y protagonizada por Brandon Lee y Ernie Hudson.

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