Crítica de «Asteroid City»: bagatela estilizada de Wes Anderson

 En esta comedia, Anderson retorna a su imaginativo universo de personajes extravagantes para señalar algunos de los estereotipos de la cultura norteamericana. 



Asteroid City




En la década anterior, el cine de Wes Anderson había alcanzado una expansión notable comparable al de las galaxias que avanzan hacia lo desconocido después del Big Bang. Esto está presente en Moonrise Kingdom - Un reino bajo la luna, una comedia de mayoría de edad en donde narra las peripecias de un par de jóvenes amantes que huyen a una isla, mientras son buscados por unos adultos peculiares antes de la llegada de una tormenta que metaforiza los vientos huracanados del primer amor. También en Isla de perros, una cinta de animación en la que regresa a la animación en volumen para narrar la historia de un chico y unos perros desterrados por un gobierno totalitario en la ciudad ficticia japonesa de Megasaki. Y en El gran hotel Budapest (su magnum opus hasta la fecha) cuenta, con una estética colorida y personajes entrañables, las ocurrencias que suceden en un viejo hotel de clase alta gestionado por un administrador elegante y pintoresco interpretado por Ralph Fiennes. Pero sospecho que desde el estreno de la insulsa La crónica francesa ocurrido en 2021, en esta nueva década su universo, aparentemente, se está contrayendo y ya no tiene nada que contar más allá de la sumatoria de grandes apellidos con fines publicitarios y las manías compositivas que se han convertido ya en una especie de autoparodia calculada.

Esta idea la asumo de nuevo al consumir las imágenes de la película más reciente suya titulada Ciudad asteroide (Asteroid City), estrenada en la pasada edición del Festival de Cine de Cannes y que, al parecer, ha gozado de una acogida considerable del público. Durante las casi dos horas que dura no consigo emocionarme con ninguno de los miembros de su amplio desfile de estrellas que registran ahora, a diferencia de la antecesora que examinaba el periodismo, una oda metaficcional al teatro y los mitos urbanos de la ufología en la cultura norteamericana de los años 50. Se trata de una comedia de coral que goza de cierto esplendor con la estilización visual de Anderson que demuestra su pericia compositiva para las simetrías del encuadre, pero cuya sustancia se pierde en la inmensidad de un poblado artificioso habitado, por lo regular, por personajes sin gracia y situaciones absurdas que solo me producen un lapso de letargo.


Steve Carrell

 

El argumento se estructura como si fuera una ficción dentro de una ficción en la década de 1950, donde primero un conductor de televisión (Bryan Cranston) anuncia la producción televisada en blanco y negro de “Asteroid City”, una obra de teatro escrita por el dramaturgo Conrad Earp (Edward Norton) y protagonizada por el actor Jones Hall (Jason Schwartzman) y la actriz Mercedes Ford (Scarlett Johansson), entre otros. La obra, rodada a color y con vistas panorámicas, muestra en tres actos los sucesos que atestigua un grupo de personajes en el pueblito ficticio del desierto llamado Asteroid City, entre los que se encuentra el fotoperiodista de guerra Augie Steenbeck (Schwartzman), que llega en un coche descompuesto por falla mecánica junto a su hijo adolescente Woodrow (Jake Ryan) y sus tres hijas menores para entregar al abuelo las cenizas de su fallecida esposa y también asistir al concurso científico en el que participa su hijo superdotado; el abuelo Stanley (Tom Hanks), que como suegro no se lleva bien con Augie, que anhela que sus nietos sepan la verdad sobre la muerte de su madre; la actriz Midge Campbell (Johansson), que busca apartarse de la fama que la atormenta y establece un vínculo afectivo con Augie (tras haber sido fotografiada sin su permiso) para calmar sus lapsos depresivos; la hija de Midge que se enamora de Woodrow; el general Grif Gibson (Jeffrey Wright), que da su discurso anual sobre el evento astronómico; la doctora Hickenlooper, una astrónoma algo peculiar; tres adolescentes inteligentes y sus padres; los niños de una escuela primaria que están de excursión junto a la maestra June Douglas (Maya Hawke); Hank (Matt Dillon), el mecánico del pueblo que repara autos y todo tipo de piezas; y una banda de vaqueros dirigida por el cantante Montana (Rupert Friend).


Scarlett Johansson



En cada uno de los tres actos que tarda la supuesta obra teatral y los intermedios televisivos de su irrealidad, soy asaltado por esa sensación de que no sucede nada sustancioso porque, ante todo, los recursos narrativos utilizados por el guión de Anderson y de Roman Coppola reducen las acciones de los personajes a diálogos (en el motel, en la cafetería, en el cráter, en la instalación militar, en el desierto) que solo funcionan para manifestar sus preocupaciones inmediatas en el pueblito desolado, pero cuyo horizonte de puerilidad solo revela unas palabrerías rebuscadas que limitan su radio de desarrollo más allá de las descripciones más obvias y el listado de referencias ficcionalizadas con fragancia hipster. De esa manera no es muy difícil para mí anticipar el flirteo entre el fotógrafo y la actriz, la competencia de nombres de genios entre los niños prodigio, el alegato político del general al servicio de la represión gubernamental, las clases de la profesora ingenua, la crisis creativa del escritor detrás del escenario, los actores que improvisan en medio del caos, las teorías de la astrónoma chiflada, el presentador que describe los acontecimientos. Solo me atrapa minúsculamente, la secuencia en la que los ciudadanos de la obra son testigos de un encuentro cercano del tercer tipo el día de la ceremonia del meteorito, en la que un alienígena grisáceo renderizado con animación stop-motion toma un objeto prestado y despega en su platillo volador. La reiteración de coloquios es llevada hasta el paroxismo con la raíz metaficcional de dualidades y pocas veces hay algún golpe de efecto que acentúe, tanto dentro como fuera de la obra representada, alguna dimensión de emotividad entre los marcos de la comedia, la ciencia-ficción y el drama, colocando, en efecto, una ausencia de matices sobre esos personajes que parecen marionetas acartonadas.


Jason Schwartzman y Tom Hanks

 

Por lo menos me causa cierto placer estético la forma en la que Anderson encuadra su parada de personajes para lucir la habilidad compositiva que ya es una marca registrada dentro de su filmografía. Por la parte visual, los encuadra a todos en una puesta en escena que esquematiza un sentido de elegancia plástica en los decorados coloridos conscientes del artificio extravagante, el vestuario de la moda de los 50 y la reproducción del período que evoca en sus espacios amplios la teatralidad de los escenarios, con el uso tradicional de los cambios de formato en la relación de aspecto para subrayar las divisiones entre la televisión y el teatro, así como la utilidad de las panorámicas ofrecidas por el gran plano general que magnifica el paisaje con un estilo caricaturesco de mucha plasticidad y algunas modalidades del encuadre móvil de una cámara en constante movimiento que usualmente se detiene en sobreencuadres premeditados, donde las simetrías establecen relaciones ambiguas entre los personajes que cohabitan cada centímetro del cuadro como si se tratase de un tableau vivant. Su ejercicio de color, textura y contrastes se equilibra, por el lado sonoro, con una partitura musical de Alexandre Desplat que apenas se escucha en los intervalos de silencio.





En términos generales, con esta película la solemnidad de Anderson ha tocado un nuevo nivel escenográfico cuando ilustra con colores el modo de vida de la cultura estadounidense en los años 50, la simbólica cuarentena que dinamita las libertades civiles, el teatro como refugio de la crisis existencial, los compromisos de los actores, los shows de televisión como escape de la cotidianidad, los dilemas de la paternidad y, además, las teorías conspirativas como sinónimo de memoria colectiva que se derivan de las leyendas urbanas sobre extraterrestres que siempre apuntan a las políticas de encubrimiento del gobierno en materia de OVNI (o UAP, como se le suele decir actualmente), algo que irónicamente ha regresado a la mesa de discusión de la actualidad con las recientes declaraciones de los informantes del pentágono que testificaron ante el congreso para tratar de evidenciar la existencia de esos seres. Pero ni siquiera sus cualidades simétricas o sus planos bien compuestos evitan que la fábula estilizada de viñetas americanas se convierta en un pastiche de sí mismo que tropieza un sinnúmero de veces en sus afanes de patetismo circense. Entre tantos personajes, no veo actuaciones que se destaquen fuera de los actores que interpretan a actores. Tampoco extraigo nada que me divierta de esta bagatela, pero sí me convenzo, cada vez más, de que su creatividad se ha esfumado y fue producto de una tendencia del pasado.


Ficha técnica
Título original: Asteroid City
Año: 2023
Duración: 1 hr. 45 min.
País: Estados Unidos
Director: Wes Anderson
Guion: Wes Anderson, Roman Coppola
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Robert D. Yeoman
Reparto: Scarlett Johansson, Tom Hanks, Jason Schwartzman, Tilda Swinton, Adrien Brody, Bryan Cranston, Matt Dillon, Jeffrey Wright, Willem Dafoe, Margot Robbie, Edward Norton, Steve Carrell,
Calificación: 5/10

Tráiler de la película 





Crítica de la película 'Asteroid City', dirigida por Wes Anderson y protagonizada por Scarlett Johansson y Tom Hanks.


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