Crítica de la película 'Django sin cadenas'

Django sin cadenas

Con la ayuda de su mentor, un esclavo convertido en cazador de recompensas se dispone a rescatar a su esposa de un brutal propietario de una plantación en Mississippi.

Duración: 2 hr. 45 min.
País: Estados Unidos
Director: Quentin Tarantino
Guion: Quentin Tarantino
Reparto: Jamie Foxx, Leonardo DiCaprio, Christoph Waltz, Samuel L. Jackson, Kerry Washington



Crítica de la película 


En las páginas finales del libro Meditaciones de cine, Quentin Tarantino dedica unas notas de pie para hablar sobre un hombre que se llamaba Floyd Ray Wilson. Floyd era, por así decirlo, una especie de mentor de Tarantino cuando este apenas era un adolescente a finales de los años 70. No se sabe nada de Floyd más allá de las anécdotas que lo describen en el libro como vagabundo sin rumbo que era novio de la madre de Tarantino y se quedó a vivir en la casa de ambos durante más de un año. En ocasiones, Floyd y Tarantino hablaban de las películas que iban juntos a ver al cine (se endiente que Floyd era un cinéfilo especializado en cine blaxploitation y en westerns). Pero el dato más curioso es que Floyd era, además, un guionista aficionado que llevaba entre sus pertenencias el guion que escribió sobre un vaquero negro en el formato típico de venganza épica. Este guion, que Tarantino tuvo la oportunidad de leer, se convirtió en una fuente de inspiración años después para la idea de Django desencadenado.

No es una sorpresa que Quentin Tarantino haya realizado Django Unchained, pues como bien sabemos es un adicto a las películas del viejo oeste. La diferencia es que, ha conseguido un western que rompe el estereotipo del vaquero común, presentándolo con un protagonista negro para tatuar una crónica magnífica sobre la explotación racial durante el período de la esclavitud en Norteamérica.

En esta ocasión, el universo de Tarantino tiene como protagonista a un vaquero cazarrecompensas de color. En su trama hay tiroteos, diálogos memorables y personajes que producen todo tipo de emociones. Y el fondo de su película sostiene un discurso racial que rompe las cadenas del afroamericano esclavizado, enalteciendo a las personas de color, en una época donde la esclavitud y la segregación racial eran enemigos, en gran parte, de los individuos de raza blanca. Se hunde en la infamia mostrando el lado más vergonzoso de la historia norteamericana para parecer, más bien, una sátira del hombre blanco y la manera horrenda con la que tiranizaba a los esclavos subyugados.

La historia, que bien funciona como homenaje a los Spaguetti Western, se sitúa en el sur profundo de los Estados Unidos. Los protagonistas, Django (Jamie Foxx) y el Dr. King Schultz (Christoph Waltz), se embarcan en una búsqueda de venganza para rescatar a Broomhilda (Kerry Washington), la esposa esclavizada de Django que ha caído en las garras del temible Calvin Candie (Leonardo DiCaprio), un malvado terrateniente.

Estos personajes tienen características obsesivas que dirigen sus acciones. El Dr. King Schultz, aun siendo caza recompensas, quizá no sea un defensor racial, pero su manera de actuar, aunque quiera disimularlo, lo demuestra. Es elocuente, elegante y tiene entereza para dirigir las situaciones con diplomacia, y si la diplomacia falla, responde a balazos. Siempre es un placer ver actuando a Waltz. Jamie Foxx le aplica un tic sencillo al rol de Django. No es el típico protagonista hablador, pues antes era esclavo y el mutismo era parte de su vida. Pero ahora es un hombre libre, frío, que está a punto de hacer erupción como un volcán. Como personaje principal, es el único que sí tiene trasfondo de personalidad, evidenciado a través de los flashbacks. Calvin Candie, interpretado por Leonardo DiCaprio, es un villano para la posteridad. Es un sociópata brutal y megalómano, obsesionado con las personas de color. Y Stephen, interpretado por Samuel L. Jackson, es un villano muy peculiar por su forma de actuar, sobre todo porque es el “símbolo” y víctima psicológica de la venta de esclavos.

Como ejercicio de escritura, Tarantino ha escrito el guion de la película con una estructura clásica de tres actos. Sus personajes recitan diálogos retóricos, pronunciados con un aparato de ironía que puede hacer reír a cualquiera que desee un rico coctel de humor negro. Las escenas de la travesía de Django y Schultz por las praderas del lejano oeste resultan contagiosas y muy entretenidas. Tarantino ha dado en el clavo con otro gran guion.

De Tarantino hemos aprendido que lo inesperado ya es parte de su estética. Su estilo personal ha concebido otra película magistral, capaz de balancear ingeniosamente la violencia con el humor. La música es fenomenal, sus personajes inolvidables y el ritmo prodigioso. Guarda los mejores momentos como una pistola bien enfundada. Su nuevo entretenimiento desencadena una locura de vaqueros de 160 minutos.

8/10




2 comentarios:

  1. Concuerdo en que los fans de Tarantino amarán esta película, es una historia fascinante muy al estilo de este director.

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  2. Exacto, Anónimo. Tarantino es un hacedor de historias muy peculiares. Saludos!

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