Crítica de la película 'Batman vs Superman: el origen de la justicia'

Batman vs Superman: el origen de la justicia

Ante el temor de las acciones de Superman se salgan de control, Batman enfrenta a Superman, mientras el mundo lucha por el tipo de héroe que realmente necesita. Con Batman y Superman luchando entre sí, una nueva amenaza, Doomsday, es creada por Lex Luthor. Todo depende de Superman y Batman para dejar de lado sus diferencias, junto con la Wonder Woman para impedir que Lex Luthor y Doomsday destruyan a Metrópolis.

Crítica de la película


Si hubiese sabido que Batman v Superman: Dawn of Justice es un trailer de más de dos horas y media de duración, me ahorraría el viaje al cine repitiendo el trailer de tres minutos en YouTube. Porque lo cierto es que es igual que el trailer. Y como ejercicio de superhéroes cae en lo genérico, en lo torpe, en lo predecible, en lo superfluo. Se repite una y otra vez con los excesos de pirotecnia visual y de subtramas que impiden que la crónica de Batman y de Superman fluya con cohesión.

En pocas palabras, la película es aburrida porque quiere contar una docena de cosas al mismo tiempo y está pobremente narrada. El anticipado pleito de Batman y Superman suelta el fárrago de una manera estrepitosa, por supuesto, con todas las escenas desatinadas que uno se pueda imaginar durante las fases que se desarrollan.

Y en efecto, comienza con un flashback donde vemos a Bruce Wayne (Ben Affleck) recordando cuando era un niño que atestiguaba el trágico incidente de la muerte de sus padres. Sabemos que eso lo marcó para siempre. Y más adelante eso juega un rol vital en el choque de titanes. Pero en ese momento narra otro suceso que cambió su percepción: la batalla en la ciudad Metrópolis entre Superman (Henry Cavill) y el General Zod; dos alienígenas que invadían la Tierra y que destrozaban todo a su paso. Wayne se queda asombrado y, además de ver a Superman como una amenaza para los habitantes del planeta, decide culparlo por la pérdida masiva de civiles.

Dieciocho meses después, Superman se ha convertido en una figura mesiánica que genera controversia en los círculos políticos estadounidense. Las personas lo ven como un Dios. Sin embargo, Clark Kent, con su identidad pública, ve a Batman como un tipo peligroso que pretende detener porque por las noches es un vigilante de Ciudad Gótica que combate el crimen con su propio código de justicia.

Lo que vemos aquí es sencillamente una balanza para desatar situaciones, porque todos ven a Superman como un enemigo; especialmente Lex Luthor, interpretado por un sobreactuado Jesse Eisenberg, quien influenciando a la Senadora June Finch (Holly Hunter) busca aplastar a Superman para juzgarlo en la corte por sus crímenes. ¿Por qué? No sé ¿era necesario? Tampoco lo sé. Quizás, porque quiere parecerse tanto al Joker, que sus características psicóticas rayan en lo absurdo. Su obsesión por crear kryptonita para destruir a Superman y crear metahumanos es una tontería.

Además, es excesivamente larga. Prolonga y dilata las acciones de Batman y Superman para introducir estúpidamente a los personajes secundarios con escenas que, a veces, son irrelevantes para el conflicto central. O sea, que Superman causa el lío y Batman y Wonder Woman (Gal Gadot) (¿Cuáles son sus intenciones?) entran en la ecuación para resolverlo; pero los demás son postalitas repetidas para adornar la trama. Algunos, como Lois Lane (Amy Adams), aparecen de golpe en varias escenas con motivos muy ingenuos. Otros como Martha Kent (Diane Lane), son una simple excusa para darle diálogos a un Superman que casi ni habla.

Pero no todo está perdido, porque Ben Affleck prueba, efectivamente que, es uno de los mejores interpretando a Batman. Es un Batman carente de escrúpulos morales. Y es lo más interesante. Su murciélago enmascarado es un hombre cínico de psicología compleja que, estando atrapado por un pasado trágico y turbulento, usa el terror y la violencia para combatir a los criminales; además de ser un detective veterano que los años le han caído encima. Asimismo, como Bruce Wayne tiene cara muy expresiva y, junto a su inseparable mayordomo, Alfred, muy bien interpretado por Jeremy Irons, crean un dúo dinámico que promete mucho.

De hecho, algunos de los momentos de la película logran que uno se sienta desesperado por ver una nueva película de Batman. Y la presencia de Batman capta nuestra atención más rápido que la de Superman. Los 20 años de experiencia en Ciudad Gótica lo hacen misterioso en un terreno que ya conocemos.

A pesar de presentar un mundo oscuro donde los superhéroes no brillan, esta película tuviera una trama estupenda si la historia profundizara las cuestiones filosóficas de la teología (simbolizada con Superman), la idea del hombre frente a una deidad y las alegorías políticas del poder; algo que sucede, pero con una ejecución empobrecida que no tiene mucho sentido por la forma en que se relacionan los personajes.

La carencia inmensa de Zack Snyder (300, Watchmen) para propiciar emociones se traga su gran espectáculo. Y es mucho más ridículo cuando recicla elementos narrativos de Man of Steel para el esperado festival de trompadas. ¿Y así piensa filmar The Justice League? ¡Por favor, alguien que lo detenga! Ahora sí es verdad que necesitamos a un superhéroe.


Ficha técnica:
Año: 2016
Duración: 2 hr. 31 min.
País: Estados Unidos
Director: Zack Snyder
Guion: David S. Goyer, Chris Terrio
Música: Junkie XL, Hans Zimmer
Fotografía: Larry Fong
Reparto: Henry Cavill, Ben Affleck, Gal Gadot, Jesse Eisenberg, Amy Adams



5/10




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