Crítica de 'Florence Foster Jenkins': la soprano que quiso cantar

Florence Foster JenkinsLa historia de Florence Foster Jenkins, una heredera de Nueva York que soñaba con ser una cantante de ópera, a pesar de tener una voz de canto terrible.

Ficha técnica
Año: 2016
Duración: 1 hr. 50 min.
País: Reino Unido
Director: Stephen Frears
Guion: Nicholas Martin
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Danny Cohen
Reparto: Meryl Streep, Hugh Grant, Simon Helberg, Nina Arianda, Rebecca Ferguson

Crítica de la película


Debo reconocer que esta película, Florence Foster Jenkins, me ha hecho reír mucho. Casi muero de un infarto de tanto reírme. Me he reído bastante con la historia de la soprano estadounidense que se hizo famosa, irónicamente, por su completa ineptitud para el canto. Y se me hace todavía más interesante al saber que la vida de esta mujer que cantaba mal está basada en hechos reales.

La intención del director británico Stephen Frears, es la de contar la biografía de Florence Foster Jenkins usando los dotes actorales de la fabulosa Meryl Streep, quien en diversos papeles nos ha confirmado que tiene voz para cantar y para imitar acentos. Y todo le queda de maravilla interpretando a la cantante aficionada que canta ingenuamente, aun ignorando que le haría un favor a la humanidad si deja de hacerlo porque solo un sordo podría tomarse en serio las notas que salen de su boca.

Frears (The QueenPhilomena) también nos habla de las frivolidades de una sociedad hipócrita embriagada por la vergüenza, sobre todo porque doña Florence, a pesar de ser una excéntrica sesentona que padece el síndrome de María Callas, desconoce que su mágica incompetencia para la ópera es una fuente certera de burlas sarcásticas y de ácidas críticas. Aunque eso no evita que ella cante, lo indudable es que su amor por la música es lo que la motiva a realizar sus sueños.

La gente puede decir que no puedo cantar”, dice Florence a su cónyuge, “pero nadie puede decir que no canté”. Y la entendemos, pues es mejor morir en el intento que no intentarlo. La historia de Florence Foster Jenkins (Meryl Streep) comienza en la ciudad de Nueva York en los años 40, donde vive una aburguesada vida social con su esposo, el actor shakespeariano St. Clair Bayfield (Hugh Grant).

Como melómanos, disfrutan de las joyas melodiosas de Mozart, Beethoven, Chopin, Wagner, Brahms, Verdi y otros grandes compositores de la música clásica y de la romántica. Para ello fundan el Club Verdi, un grupo selecto del clan de la jactancia elitista que se reúne para celebrar la pasión que tienen por la música. Pero Florence tiene otra ambición latente: interpretar ópera. Lo que no sabe es que su ingenuidad y su actitud para vanagloriarse, le impiden reconocer que tiene una pobre habilidad para ser una soprano entusiasta.

Lo más disfrutable de esta comedia dramática es el inmenso efecto de gracia que consigue Meryl Streep como Florence Foster Jenkins. Hace que todas las escenas de Florence se sientan emotivas por la solazada manera en la que expresa su vanidad cuando se relaciona con la gente de su estirpe. Si bien es alegre, genuina y un tanto petulante, detrás de toda esa cortina de fruslería esconde el retrato de una mujer que atestigua la tragedia. Y lo sabemos una vez que la enorme falta de destreza para la melodía no le imposibilita que siga cantando ópera con el fin de satisfacer sus anhelos más profundos.

A Streep también la acompañan buenos intérpretes con excelentes actuaciones. Hugh Grant logra una estupenda actuación como St. Clair Bayfield, el esposo hedonista de Florence que a diferencia de sus infidelidades y su extravagante estilo de vida, la quiere porque comparte con ella el mismo sentimiento de fracaso, pues antes era actor shakespeariano que no lo querían ni en su casa. También damos crédito al secundario Simon Helberg como Cosmé McMoon, el pianista amanerado contratado por Jenkins para sus lecciones musicales, quien logra encantar por sus gestos exagerados.

Para ser una comedia dramática que cuenta el relato biográfico de una artista incompetente para la vocalización resulta verdaderamente entretenida. Y aunque posee una detallada reproducción del período y una portentosa banda sonora de Alexandre Desplat, la tragicomedia biográfica de Florence Foster Jenkins funciona porque a Meryl Streep le da la gana de entregar una sólida interpretación. Eso es más que suficiente para que sea agradable.


7/10



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