Sinopsis: Del tren baja Milán, un hombre solitario, que llega a la ciudad por primera vez. Entra en una farmacia, donde conoce a Manesquier, un profesor de lengua jubilado. Los dos hombres, aunque muy distintos, simpatizan por una simple razón: a cada uno le hubiera gustado llevar la vida del otro. El profesor sueña con ser un aventurero; el aventurero se imagina a sí mismo como un hombre sedentario. Dentro de tres días, Milan tiene pensado atracar el banco local, y, dentro de tres días, Manesquier tiene que someterse a un triple by-pass. Tienen tres días para conocerse, para creer ilusoriamente que habrían podido llevar una vida distinta.


Ficha técnica
Título originalL'homme du train
Año: 2002
Duración: 1 hr 27 min
País: Francia
Director: Patrice Leconte
Guion: Claude Klotz
Música: Pascal Estève
Fotografía: Jean-Marie Drejou
Reparto: Jean Rochefort, Johnny Hallyday, 
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película  


Me causa una agradable sorpresa este drama criminal dirigido por Patrice Leconte. El humor, los diálogos que llevan impreso el sello de la sobriedad y una trama muy intrigante la mantienen alejada de artificios. Los protagonistas son dos personajes macerados que se cruzan por casualidad en un tren y tienen algo en común: están cansados de haber llegado a un punto en sus vidas en que casi nada tiene sentido. Uno es un profesor de poesía conservador, agobiado, de alegría fingida, que lamenta en el fondo no haber disfrutado de algo más que tocar el piano, tomar vino y leer libros. El otro es un ladrón algo reservado, solitario, propenso a la acción, que se ha dejado atrapar por el pasado y anhela escapar del círculo de violencia que firma su historial. Esos dos señores están interpretados con una química estupenda entre Jean Rochefort y el legendario Johnny Hallyday. Siento simpatía por ellos cuando entablan sus conversaciones en medio de la cotidianidad otoñal de una provincia francesa. En ese vínculo, cuando uno de ellos anhela lo que tiene el otro, y viceversa, visualizo una lectura filosófica sobre el significado de la elección. Es una buena película.



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Estoy convencido de que esta comedia romántica de Netflix tiene buenas intenciones cuando aborda su argumento sobre las vicisitudes de la adolescencia como el primer amor, la timidez, la familia y la honestidad desde la perspectiva de una peculiar joven asiática estadounidense interpretada por Lana Condor. Pero me olvido de todo eso cuando abro el libro de los 1001 clichés del romance de mayoría de edad y anticipo lo que pasa hasta con los ojos cerrados. Sé que la pobre muchacha idealista termina enamorada del tipo popular del colegio. Sé que de la relación fingida surge el sentimiento genuino. Sé que después de atravesar los dilemas más triviales terminan juntos hasta que la universidad los separe. Y la directora Susan Johnson me lo comunica con una narrativa tan blanda como una dona de Krispy Kreme. El romance que veo es demasiado dulce para mi gusto. Soy alérgico a la ingenuidad que colma a los personajes. Lo más interesante, quizá, es que su comentario sobre la adolescencia refleja los cambios culturales de las relaciones juveniles con la postura dominante de la nueva feminidad.



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Calificación: 5/10

 

No me conmueve para nada este drama del director Peter Hedges. Es demasiado condescendiente con el argumento sobre la adicción a las drogas, el afecto familiar y el sacrificio maternofilial. Tiene una estupenda actuación de Julia Roberts como la madre que intenta rescatar a su hijo de las drogas, interpretado por un Lucas Hedges del que casi no siento su presencia. Sé de antemano que el muchacho se ha rehabilitado, pero también sé que vuelve a los vicios para que la historia tenga coherencia. Las contrariedades que atraviesan la madre y el hijo las percibo de una sola dimensión, sujetas a lo previsible. Parece que solo hay tiempo para lo fácil. La crudeza que supone el material tan manido como el de la adicción a las drogas se disipa para favorecer una trama repleta de sensiblería gratuita y de personajes secundarios que son presentados como maquetas de cartón ante los problemas que rodean al protagonista. Y las decisiones narrativas que atestiguo en el tercer acto, con la llegada de la anticipada lectura moral, me dejan pensando en que se trata de una broma cuando veo que el milagro de la resurrección del adicto apunta a una recóndita metáfora religiosa. Es una película mediocre.



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Calificación: 5/10



Avengers: Endgame



Me causa mucha emoción haber visto esta película, Avengers: Endgame, sin que los patanes insufribles que andan diseminados en las redes sociales me lanzaran algún tipo de spoiler. Supongo que tengo suerte de principiante. La vi en un estado perpetuo de ingenuidad. Y no me arrepiento de absolutamente nada. Ni siquiera de la molestosa algarabía de los fanáticos que vociferaban en la sala de cine como si se tratara de una especie de mitin político. No hay desperdicio alguno en lo que he visionado, aún con sus tres horas de duración que pasan volando y hacen que me olvide por completo de ir al baño a cubrir mis necesidades urinarias. Es una película de superhéroes entretenida e, insólitamente, muy intimista cuando reúne por cuarta ocasión a los superhombres más poderosos del cine de Marvel para terminar con la saga del infinito que el estudio comenzó hace más de diez años y 21 películas producidas. Y sale bien parada. Si se me presenta la oportunidad, con mucho gusto la vería de nuevo.


Esta secuela de Avengers: Infinity War dirigida por los hermanos Russo pone mi corazón tan acelerado como una locomotora en algunas de las secuencias más espectaculares que haya atestiguado de este universo cinematográfico que, aparentemente, cierra un ciclo para abrir otro nuevo. Con esta película cobra sentido la continuidad establecida durante los 22 capítulos del macrocosmos cuando distingo la revisión, el homenaje imborrable a once años de superhéroes. Tiene acción, humor, melancolía, seriedad. Encuentro satisfacción en una historia muy emotiva sobre el compañerismo, la pérdida y el sacrificio. Los protagonistas que veo se muestran más profundos y empatizo con ellos en cualquier escena. Quizá se extiende más de lo necesario, pero está correctamente narrada. Lleva impresa el sello de la coherencia y de un manejo estupendo de la narración, cuya preponderancia subyace en la riqueza de los personajes, de su mundo tan fantástico y de los conflictos morales que se desatan por las anheladas piedras del infinito.



La trama de la película se sitúa tres semanas después de que Thanos (voz de Josh Brolin) eliminara la mitad de los individuos del firmamento haciendo el chasquido con las piedras del infinito. Presenta a un moribundo Tony Stark (Robert Downey Jr.) deambulando por el espacio al lado de Nébula (Karen Gillan). Ambos son rescatados por Capitana Marvel/Carol Danvers (Brie Larson). De regreso en la Tierra, se reúnen con los Vengadores restantes como Bruce Banner/Hulk (Mark Ruffalo), Thor (Chris Hemsworth), James Rhode/War Machine (Don Cheadle), Natasha Romanoff/Black Widow (Scarlett Johansson), Rocket Raccoon (voz de Bradley Cooper y Steve Rogers/Capitán América (Chris Evans). En el cuartel, deciden buscar a Thanos para quitarle las piedras del infinito y revertir lo que ha hecho. Lo encuentran mortecino en un planeta lejano. Pero es demasiado tarde. Se dan cuenta de que no pueden hacer nada porque Thanos ha destruido las piedras del infinito para prevenir que las usaran. Cinco años después, con la aparición de Scott Lang/Ant-Man (Paul Rudd), los Vengadores se proponen viajar en el tiempo a través del reino cuántico para obtener las piedras en distintos períodos del pasado y así poder cambiar las acciones del presente.


Me sorprende de inmediato el paralelismo producido por los viajes en el tiempo que entra en juego. Se estructura con buen ritmo y el típico montaje paralelo y de tiempos alternativos. Lo siento ingenioso y necesario. Creo que pocas veces lo he visto en una película de superhéroes. Hay referencias de la cultura popular para adelgazar las explicaciones complicadas que eso supone, a pesar de tratarse de ciencia-ficción. Los personajes, ahogados en la culpa, viajan al pasado para reconstruir los daños ocasionados en el presente y al mismo tiempo preservar el futuro, pero también, en el caso de algunos como Tony Stark o Steve Rogers, sirve para valorar a sus seres queridos y conocer más de sí mismos. El viaje en el tiempo es adecuado para cerrar los arcos argumentales de varios de los miembros de los Vengadores, incluyendo Iron Man y Capitán América. En esos instantes la película, además de adquirir la esencia clásica del cine de robos, le otorga una profundidad que humaniza brevemente a los personajes que hemos venido conociendo todos estos años. El viaje también se esgrime para concebir una nostalgia autorreferencial que, aunque a veces invoca a la sensiblería gratuita, nos recuerda algunos de los momentos más asombrosos de la saga.


Con el elemento de las piedras del infinito la película formula un estudio muy interesante sobre el bien y el mal que comienza con Avengers: Infinity War. El bien, además de ser cargado por todos los Vengadores, es simbolizado por Tony Stark. La travesía de la leyenda de Stark culmina cuando se sacrifica poniéndose el guante del infinito para realizar el chasquido que acaba definitivamente con Thanos. Stark, un simple humano, ha pasado de ser un héroe egoísta a un héroe de la ética que se inmola por todos. Es el personaje que se redime para salvar a los demás, si bien ya lo había experimentado en las otras películas de The Avengers. Su poder es el sacrificio que aprende con el paso de los años y en todas las batallas en las que ha participado. Por otra parte, Thanos representa el mal en su estado más politizado. Es un pedazo de tirano, megalómano, de gran poder, que anhela tranquilidad a cambio de cumplir con su objetivo de destruir la medianía de la vida del universo para balancearlo, cosa que logra en la cinta predecesora. Thanos es la antítesis de Iron Man, en el sentido de que lo sacrificaría todo con tal de lograr su cometido. Otro aspecto que simboliza esa dicotomía entre el bien y el mal está en que el héroe, Iron Man, utiliza el guante con las piedras del infinito en la mano derecha, mientras que el villano, Thanos, lo había utilizado en la mano izquierda. Tanto esta película como la antecesora Avengers: Infinity War forman, irónicamente, el balance del que habla Thanos cuando pone en pantalla su recóndita tesis sobre el conflicto eterno entre bien y el mal. En la primera el mal triunfa y el bien fracasa, mientras que en la segunda ganan los buenos y pierden los malos, estableciendo así una igualdad de condiciones entre héroes y villanos.


Sospecho que la magia de la película reside en la manera tan virtuosa en que los hermanos Russo le pasan factura, equilibrando los subterfugios clásicos de narrativa superheroica con el amplio repertorio de unos personajes que se sienten genuinos. Aunque puede ser previsible (sé de antemano que obtendrán las piedras y que matarán a Thanos) y le sobre metraje, caigo rendido ante los elementos más heterogéneos que la componen. Los golpes de efecto tienen sorpresas que me asombran cuando menos lo espero, la renovación de personalidad de Hulk como nerd y de Thor como un borracho barrigón me resulta hilarante, la música empática me conmueve en las escenas de mayor carácter dramático, la resolución final del conflicto es una cosa de locos que despierta cada uno de los vellos de mi piel con una de las batallas más colosales que se han realizado en el cosmos marveliano. Me cuesta pensar que se trata de la conclusión de toda una saga, pero así como la vida misma, nada dura para siempre. Hay que disfrutar el viaje. Es el épico final de la primera gran etapa de las películas de superhéroes de Marvel.



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Ficha técnica
Año: 2019
Duración: 3 hr 01 min
País: Estados Unidos
Director: Anthony Russo, Joe Russo
Guion: Christopher Markus, Stephen McFeely
Música: Alan Silvestri
Fotografía: Trent Opaloch
Reparto: Robert Downey Jr., Mark Ruffalo, Scarlett Johansson, Chris Hemsworth, Chris Evans, Brie Larson, Don Cheadle, Paul Rudd, Josh Brolin (voz),
Calificación: 7/10





Sinopsis: En Nevada en el año 1885, Gil Carter (Henry Fonda), un vaquero, llega a una pequeña población del oeste en busca de su antigua novia, una mujer de dudosa reputación. Le acompaña su amigo Art (Harry Morgan). La inesperada noticia del asesinato de un conocido ranchero provoca que, ante la ausencia del sheriff, se forme un grupo de linchamiento del que tanto Gil como Art formarán parte.


Ficha técnica
Título original: The Ox-Bow Incident 
Año: 1942
Duración: 1 hr 15 min
País: Estados Unidos
Director: William A. Wellman
Guion: Lamar Trotti
Música: Cyril J. Mockridge
Fotografía: Arthur C. Miller
Reparto: Henry Fonda, Dana Andrews, Anthony Quinn
Calificación: 8/10

Crítica breve de la película 


Este western crepuscular, dirigido por el siempre indomable William A. Wellman y adaptado de la obra de Walter Van Tilburg Clark, me ha impactado como si mi cuerpo hubiese sido atravesado por una bala. Wellman le imprime agudeza, sobriedad y una tensión que me pone a cuestionar las acciones de los hombres que van a ser colgados injustamente. Rechaza la ortodoxia de la época con una poderosa metáfora social sobre la moralidad humana en los tiempos más agridulces, presentada en un oeste lejano en el que la barrera entre los héroes y los villanos se vuelve borrosa. Un mundo donde ya no se puede decir que las acciones sean buenas o malas. Un mundo donde los conceptos de ley y justicia son estados ilusorios. Siento autenticidad en los vaqueros que veo liderados por Henry Fonda, Dana Andrews y Anthony Quinn. Hay miradas y luces que desentrañan la verdad más recóndita. Quedo sorprendido de inmediato con las revelaciones que reserva la trama en el climático desenlace. En ese momento, tengo la sensación de tener un nudo en el cuello que aprieta mi garganta cuando reflexiono con ese monólogo final. Es una película formidable.



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Sinopsis: Viernes noche: ya está, Laura lo ha empaquetado todo. Mañana se irá a vivir a casa de François. Pero esta noche sale del piso vacío, donde ya no se siente en casa, para ir a cenar con Marie y Bernard. Se encuentra paralizada en medio de un descomunal atasco porque - ya no se acordaba - hay una huelga. Pero a Laura le da igual, esta noche, aquí, en su coche, es donde se siente realmente en casa. Hace calor, pone música, nada le puede pasar. Fuera es invierno. Los peatones parecen tener prisa por volver a casa, el clamor de los claxons, nervios y agitación general excepto, un poco más allá, un hombre con chaqueta de cuero, inmóvil.


Ficha técnica
Título original: Friday Night (Vendredi Soir)
Año: 2002
Duración: 1 hr 25 min
País: Francia
Director: Claire Denis
Guion: Emmanuèle Bernheim
Música: Dickon Hinchliffe
Fotografía: Agnès Godard
Reparto: Valérie Lemercier, Vincent Lindon
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película 


Encuentro sutil y algo sensual este drama romántico de la directora Claire Denis. Denis crea un hálito de intimismo y parquedad con la historia de una mujer y un hombre que se atraen en medio de la noche más oscura y del tránsito más caótico por las calles de Paris. El tapón es interminable. Allí se conocen y surge la atracción inevitable dentro del automóvil. Hay miradas que apaciguan al silencio, la pasión despreocupada y el amor más efímero. Y veo que queda impreso en una especie de poesía carnal que es característica del estilo formal de la directora. El empleo del plano medio corto, el primer plano, la sobreimpresión y un color rojo omnipresente, transmite las emociones intensas de la mujer estupendamente interpretada por Valérie Lemercier. Noto autenticidad en su actuación. Siento que sé lo que piensa cuando cambia la emisora, cuando toca el claxon para avanzar, cuando pone las manos sobre el volante, cuando se angustia, cuando desea llenar su vacío afectivo con este hombre misterioso que apenas conoce. En ella veo un delicado comentario sobre la independencia de la mujer. Es una buena película.



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Sinopsis: Una escritora llamada Rachel y su marido Richard buscan tener un hijo, pero pasados ella ha superado los 40 y las probabilidades se reducen. La desesperación llega a sus vidas y hace peligrar su matrimonio cuando la doctora, tras diversos métodos de fertilidad fallidos, les recomienda como única salida la ayuda de otra mujer para tener un hijo con el esperma de Richard.


Ficha técnica
Título original: Private Life
Año: 2018
Duración: 2 hr 00 min
País: Estados Unidos
Director: Tamara Jenkins
Guion: Tamara Jenkins
Música: 
Fotografía: Christos Voudouris
Reparto: Paul Giamatti, Kathryn Hahn
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película 


Quedo conmovido al instante con esta comedia dramática de la directora Tamara Jenkins. En su tercer largometraje, Jenkins elabora una historia henchida de drama y de un humor cálido, presentando con sutileza la historia de la pareja de escritores de mediana edad que hacen lo que pueden para concebir un hijo, a pesar de que la vida se la pone difícil. Los problemas forrados en la cotidianidad de los protagonistas me interesan, tienen los pies en la tierra, son seres de carne y hueso. Y me siento tan impotente como ellos. Están interpretados con mucha química. El registro dramático del siempre tremendo Paul Giamatti y de Kathryn Hahn lleva el sello de la naturalidad en cualquier escena en la que se expresan. El ritmo se mantiene, los diálogos poseen claridad y la música empática es adecuada en las escenas más intimistas. Lo más interesante, no obstante, es la manera tan escueta en que Jenkins aligera los temas complicados de la película para resarcir un estudio sobre los sacrificios del matrimonio y los vínculos familiares. Allí soy partícipe de las risas, del dolor, de la impotencia, pero también de la frustración y de los momentos más agridulces que puede traer la existencia. Es una película emotiva que proyecta simpleza en las cosas más humanas.



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La balada de Buster Scruggs



El cine de los hermanos Coen, directores que me han conquistado con obras tan esperpénticas como hilarantes, tiene una predilección orfebre por hacer revisiones de los géneros cinematográficos; respetando las reglas con las que funcionan e imprimiendo al mismo tiempo una originalidad que es única en el cine estadounidense contemporáneo. Suele presentar las situaciones más estrambóticas con una imaginería pintoresca, paseándose sutilmente por los géneros del crimen, la comedia negra, el neo-noir más lóbrego y el western más clasicista. He quedado impresionado con películas suyas como Blood Simple, la excelente Miller’s Crossing, Barton Fink, Fargo, The Big Lebowski, O’ Brother Where Are Thou?, The Man Who Wasn’t There, Burn After Reading, la formidable No Country For Old Men y la inolvidable True Grit. Pero también me aburro mucho con sus metidas de pata como las irregulares A Serious Man, Inside Llewyn Davis y Hail Caesar! Todas esas películas tienen algo en común: formulan un revisionismo de los géneros del cine desde el universo tan peculiar que esos directores han creado. Y su película más reciente, The Ballad of Buster Scruggs, no se escapa de ese mecanismo genérico.


Esta última película firmada y dirigida por los Coen, The Ballad of Buster Scruggs, se trata de un western antológico estrenado en la plataforma de Netflix que un principio estaba concebido como una serie, aunque al final se decidieron por la película. Ha sido elaborado con algo de comedia negra y ligeros rastros de musical. Se compone de seis episodios ambientados en diferentes lugares del viejo oeste norteamericano, con los vaqueros que usualmente habitan esos paisajes. Y lo que observo me suscita cierta belleza en algunos tramos de los relatos. Pero los componentes narrativos que estructuran cada capítulo me producen una indiferencia de proporciones incalculables. No me causa gracia ni diversión. Es soporífero, propenso a la insulsez, imperdonablemente irregular. Presiento la artificialidad más manida cuando recurre a la retórica audiovisual que es característica de la estética de los directores para homenajear los estereotipos de un lejano oeste que, aparentemente, está muriendo; aunque reconozco al instante el diseño de producción que añade autenticidad a los asuntos de los llaneros solitarios. 



Cada uno de los relatos de la película rinde tributo a las variantes genéricas del western cambiando de personajes, de locación y de trama. Se desarrollan entre los años 1850 y 1880 en la frontera norteamericana. En el primer capítulo, The Ballad of Buster Scruggs, seguimos a Buster Scruggs (Tim Blake Nelson), un vaquero muy alegre vestido de blanco que canta y que aparenta ser gentil cuando rompe la cuarta pared montado en su caballo, pero que realmente es un forajido apático que mata sin piedad a cualquier pistolero que se cruce por su camino. En el segundo, Near Algodones, un cowboy (James Franco) que roba bancos es capturado y condenado a la horca. El tercero, Meal Ticket, presenta a un Impresiario (Liam Neeson) y un artista joven (Harry Melling) sin pierna ni brazos que viajan por todos los pueblos en una carreta que funciona como el escenario de su espectáculo teatral. En el siguiente, All Gold Canyon, un anciano conocido como El gambusino (Tom Waits) atraviesa un valle montañoso en busca de oro, pero es víctima de la avaricia. En The Gal Who Got Rattled, una mujer llamada Alice Longabaugh (Zoe Kazan) cruza las praderas de Oregón en una caravana junto a su hermano y otros ganaderos, sin embargo, conocen la tragedia cuando son asaltados por unos indios. El último cuento, The Mortal Remains, involucra a cinco personas que se trasladan en una diligencia durante el atardecer y sostienen una conversación muy siniestra. 


Esta recopilación de fábulas del viejo oeste se despliega con un tratamiento estético que, admito, es muy correcto. La música y los ruidos desempeñan un rol fundamental que anuncia la desdicha. Las atmósferas habitadas por los personajes son hermosísimas y fabrican un homenaje a varios subgéneros del western como al western musical, el spaguetti western, huellas del western épico y el típico western crepuscular. La tonalidad de los colores cambia de cálidos a fríos para simbolizar las acciones y las circunstancias que rodea a los protagonistas, al igual que el color impreso en su vestuario. Y el conjunto que constituyen las crónicas está siendo imaginado desde el punto de vista de un narrador extradiegético (del que solo vemos sus manos) que otea las hojas de un libro titulado The Ballad of Buster Scruggs and Other Tales of the American Frontier. Cada ficción que lee ese narrador desconocido al pasar las páginas responde a una determinada iconografía del género, y es lo que atestiguo durante todo el metraje con unos raccords muy artificiosos. 


El problema fundamental, no obstante, es que las aventuras que observo se vuelven previsibles y redundantes. Los vericuetos de los capítulos carecen de pujanza y anticipo fácilmente las resoluciones. Los personajes son manipulados con una exposición que oscurece su desarrollo. Los vaqueros que veo allí me dejan aliquebrado. Los diálogos pretenden ser ingeniosos debajo de su capa de ironía superflua. Los golpes de efecto y los giros lucen aniñados. El humor absurdo y supuestamente sardónico me deja tan vacío como un río en tiempos de sequía. Quedo indiferente cuando la película me pasea por los lugares comunes del género: el bandido misántropo que parece una caricatura, el malhechor que asalta bancos porque se siente cansado de vivir, el sosegado empresario de la compañía de teatro que le ordena a su súbdito cante sobre las heridas del pasado de su país, el anciano que lleva toda una vida buscando oro, la mujer sensible y vulnerable que anda en una caravana acechada por los indios, la diligencia que simboliza que el género del western se dirige a un lugar muy cercano a la muerte. El nexo edificador que sujeta todos los relatos siempre es el mismo, la muerte producida en una sociedad amoral, nihilista y hostil.


Con esos elementos, los Coen entretejen una radiografía de la sociedad norteamericana en la que la muerte está a la vuelta de la esquina y llega sin avisar para los que sueñan con la utopía. Y eso no me provoca otra cosa que una aberrante decepción. Estoy cansado de verlo. Puede que su esteticismo lleve el sello de la violencia poética, de los diálogos más lenguaraces que uno se pueda imaginar y de unos personajes inteligibles que, muchas veces, se quedan con uno una vez que ruedan los créditos. Pero en este western nada de eso está presente. Es una película menor en la filmografía de los señores Coen, una que parece estar repleta de páginas en blanco.



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Ficha técnica
Año: 2018
Duración: 2 hr 14 min
País: Estados Unidos
Director: Joel y Ethan Coen
Guion: Joel y Ethan Coen
Música: Carter Burwell
Fotografía: Bruno Delbonnel
Reparto: Tim Blake Nelson, Tom Waits, James Franco, Liam Neeson, Zoe Kazan
Calificación: 5/10




Sinopsis: Un estudiante universitario despierta amor y odio cuando su interés en las batallas de rap como tema para una tesis se convierte en una obsesión por competir.


Ficha técnica
Año: 2017
Duración: 2 hr 00 min
País: Estados Unidos
Director: Joseph Khan
Guion: Joseph Khan, Alex Larsen
Música: Brain Mantia, Melissa Reese
Fotografía: Matt Wise
Reparto: Calum Worthy, Jackie Long, Dumbfoundead, Rory Uphold
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película


Esta comedia negra musical, dirigida por Joseph Khan y producida por Eminem, me recuerda los viejos tiempos en los que mi amor incondicional hacia la cultura hip-hop me ponían como un aficionado a intentar improvisar como si fuera rapero (uno muy malo). Es tan intensa y emocionante que hace que mi boca dibuje un "oh" gigantesco cuando los protagonistas se matan a versos limpios en las batallas de rap. Y los MC lo ejecutan a capela pura, imprimiendo una autenticidad cercana al falso documental en las secuencias de improvisación. Los diálogos de las batallas de rap están cargados de un humor negro muy ingenioso. Me vuelve loco la banda sonora que cuenta con clásicos como "Ante Up", "U Don't Know Me" y "My Name Is". Observo simplicidad en la narrativa, pero su coherencia temática me ayuda a olvidarlo. La película utiliza el rap para expresar metáforas sobre las tensiones raciales, los prejuicios y la democratización de los estereotipos étnicos y culturales existentes en una sociedad norteamericana empañada de corrección política. El resultado me atrapa, es un film muy entretenido.



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Esta película francesa de Érick Zonca, que emplea correctamente los parámetros usuales del nuevo cine negro policíaco, tiene un comienzo que suscita en mi interior cierto interés con la historia del detective alcohólico que se encarga de la desaparición repentina de un muchacho. La atmósfera del mundo que habita el inspector es muy grisácea y eso me atrae. El siempre estridente Vincent Cassel consigue otorgarle fuerza al personaje y creo en todos los problemas que lo perturban. No obstante, como si me invadiera el espíritu de Raymond Chandler, no me causa ningún asombro las decisiones narrativas que construyen la trama del crimen. Sé de antemano para dónde va. Los elementos que componen el misterio detectivesco, incluyendo unas revelaciones que rayan en lo perverso cerca del clímax, se me hacen previsibles por el uso tan remarcado de algunos atrezos y del color rojo. Los personajes, aparte del protagonista, carecen de profundidad. Hay muchas escenas hueras, irregulares, distracciones que siento que redundan demasiado con el detective para resolver un caso que, a fin de cuentas, atraviesa los terrenos más comunes del género. Es una película oscura sobre la descomposición moral de una familia posmoderna francesa.



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Calificación: 5/10




Sinopsis: Casim (Atta Yaqub), un joven escocés de origen paquistaní, es un DJ que sueña con abrir un club con su mejor amigo. Sus padres, que emigraron al Reino Unido en los años sesenta, tienen en Glasgow una tienda de comestibles y prensa. Siguiendo la tradición musulmana, han decidido que Casim se case con su prima Jasmine. Casim tiene dos hermanas: Ruksana, la mayor, está prometida a un un joven del agrado de sus padres. Tahara, la pequeña, de carácter rebelde, está terminando sus estudios en un instituto católico, donde Roisin (Eva Birthistle) es su profesora de música. Cuando Casim y Roisin se conocen, se sienten atraídos, pero mantienen su relación en secreto, pues las diferencias religiosas y culturales son un obstáculo insalvable para la familia de Casim.


Ficha técnica
Título original: Ae Fond Kiss...
Año: 2004
Duración: 1 hr 44 min
País: Reino Unido
Director: Ken Loach
Guion: Paul Laverty
Música: George Fenton
Fotografía: Barry Ackroyd
Reparto: Atta Yaqub,  Eva Birthistle,  Ahmad Riaz
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película


Este drama romántico del veterano Ken Loach atraviesa todo mi sistema límbico y me cautiva con la historia del joven escocés de origen paquistaní que se enamora de una profesora irlandesa de música. Con los problemas de ellos, el argumento, firmado con guion de Paul Laverty, entreteje un estudio muy cauteloso sobre los prejuicios étnicos, las diferencias culturales, la intolerancia religiosa y el tradicionalismo más ortodoxo que se resiste a los cambios interculturales de la sociedad. Siento que sus dilemas me pertenecen. Soy su acompañante en todas las escenas. Y disfruto ser testigo de los altercados familiares y de su relación de pareja. Hay intimismo, actuaciones que se sienten de carne y hueso, un drama muy orgánico y pinceladas breves del provocador realismo social que brota del estilo de este director que siempre proyecta algo interesante que me pone a reflexionar. El montaje es correcto, la música es acertada y el final feliz tiene una coherencia textual innegable. Es una película sencilla, entretenida y muy humana.



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Sinopsis: En el Tokio de 1885, Kikunosuke Onoue, hijo de un prestigioso actor, descubre desolado que es aplaudido únicamente por ser el heredero de su padre y que, en realidad, el público se mofa de sus interpretaciones. La única persona que se atreve a ser sincera con él es Otoku, la niñera de los hijos de su hermano. Pero precisamente por ello es despedida, y a Kikunosuke le prohiben verla por temor a los rumores que se desatarían por su relación con una sirvienta.


Ficha técnica
Título original: The Story of the Last Chrysanthemum (Zangiku monogatari)
Año: 1939
Duración: 2 hr 23 min
País: Japón
Director: Kenji Mizoguchi
Guion: Yoshikata Yoda
Música: Senji Ito, Shiro Fukai
Fotografía: Minoru Miki, Yozo Fuji
Reparto: Shotaro Hanayagi,  Kakuko Mori,  Kôkichi Takada,  Yôko Umemura,
Calificación: 8/10

Crítica breve de la película 


Aunque percibo cierta simplicidad en la manera en que se desarrolla la narración, esta magnífica película de Mizoguchi me asombra por su enriquecedor formalismo. Cuenta la trágica historia Kikunosuke y Otoku. Kikunosuke es un actor de teatro fracasado. Otoku es una sirvienta y la única persona que es sincera con Kikunosuke. Ambos se enamoran. Pero su camino se ve marcado por la tragedia, la miseria, el dolor y los prejuicios sociales de la era Meiji de Japón. Y Mizoguchi me comunica el destino de esos protagonistas con sutiles travellings laterales y un control compositivo del encuadre que simboliza lo que sienten en cada escena. Las actuaciones son magistrales. Rehusa utilizar el primer plano para compensar la dimensión intimista de la historia con el plano general. No hay ni un solo plano secuencia que no sea riguroso. El ritmo no decae en ningún momento. Ofrece también una importante metáfora sobre el amor más incondicional y los sacrificios de la mujer en una sociedad patriarcal intolerante. Es un melodrama parsimonioso, delicado y muy conmovedor. No podía esperar menos del gran Mizoguchi.



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Esta película argentina de Luis Ortega, basada en la vida del criminal Carlos Robledo Puch, me atrapa en la primera hora con la historia del joven con cara de ángel afeminado que, seducido por los demonios de la libertad y la sociopatía, realiza atracos y asesina gente con una indiferencia que parece sacada de un libro de Camus. El protagonista es frío como el hielo, volátil y muy raro. Noto cierta autenticidad en la reproducción del período. Algunos raccords comunican muy bien las miradas, las intenciones y los pensamientos del protagonista. El empleo de la música extradiegética energiza unas cuantas secuencias de robo. De repente, durante la segunda mitad, me invade un aburrimiento tan violento como ese delincuente. La actuación del desconocido Lorenzo Ferro es correcta, pero todo se ve muy programado para seguir al pie de la letra el estudio de amoralidad, sexualidad latente y transgresión del personaje que interpreta. No hay profundidad psicológica en el asunto. La narración atraviesa un pastiche cercano al cine de Scorsese. Es una película de crimen sin muchas luces. La siento huera, artificiosa y algo previsible.


Calificación: 6/10


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Esta película de la directora debutante Elizabeth Chomko, se ve algo genuina presentando las vicisitudes de una familia de clase media con un reparto encabezado por Hilary Swank y Michael Shannon, también por Robert Forster y Blythe Danner. En su drama familiar encuentro un tratado sobre el sacrificio, la obligación paternofilial y los vínculos familiares que perduran en el tiempo sin importar los problemas laminados en la cotidianidad. Pero veo una fabricación premeditada cuando todos ellos se reúnen en Navidad para cuidar a la madre que tiene Alzheimer. Algunas decisiones narrativas la vuelven redundante. Me siento como un fantasma que hace de intruso en los problemas de estos personajes. En la segunda mitad el ritmo se esfuma al lado del brío dramático. Me importa muy poco la tragedia, aunque tiene momentos de intensidad que solo son visibles cuando entra en escena el siempre magnético Michael Shannon, interpretando el personaje más interesante. Es una película con buenas intenciones pero que falla a la hora de aprovechar la fuerza actoral de su reparto. Le falta emotividad.



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Calificación: 6/10




The Sisters Brothers



Pienso que el género western de las últimas décadas está atravesando una especie de terreno espinoso que le imposibilita avanzar para contar ficciones que sean diferentes. Con el paso de los años son pocos los estudios que se arriesgan a disfrazar a un actor de jinete para que monte a caballo y desenfunde su pistola frente a una cámara. Ninguna productora en su sano juicio se aventura a realizar un producto semejante en una época en la que la tribu de consumidores de cine practica el onanismo mental más salvaje con las películas de superhéroes. Dudo mucho que recupere el esplendor que tuvo con esos westerns tan fenomenales en los que participaban John Wayne o Clint Eastwood, íconos inolvidables del género. Simplemente ya no es tan rentable. La popularidad ha decrecido. El tiempo de los hombres sin nombre y de los forajidos que luchan contra indios se ha terminado. Es muy raro ver el estreno de una o varias películas del oeste en estos días. Casi ninguna llega a las salas de cine. No obstante, he visto una que me parece interesante. La dirige el francés Jacques Audiard (Read My Lips, Un Prophete, Dheepan) y ha sido rodado en Europa. Se trata de The Sisters Brothers. Y es un western atípico que aprovecha su fábula del lejano oeste de una manera muy distinta a lo que he visto en años recientes.


Audiard, en su primera película de habla inglesa, regenta un western que se destaca, casi siempre, empleando los parámetros del género con mesura. En las secuencias de tiroteos pone a los enemigos mayormente fuera de campo, a oscuras, de lejos, para que solo los diálogos de los personajes, los sonidos y las chispas de la pólvora impriman poesía visual a la brutalidad que eso refleja. Su violencia es poética. Me pasea por la mayoría de los escenarios que se ven este tipo de películas: pueblecitos hechos a base de madera, cantinas repleta de borrachos y buscapleitos, caravanas dirigidas por diligencias, pistoleros que cabalgan por las praderas, escenas de descanso frente a la tranquila iluminación de las fogatas mientras los vaqueros dialogan y los jamelgos descansan. Su mirada del viejo oeste por momentos me impresiona con sus hermosos paisajes y la historia de los malhechores hermanos Sisters que habitan un mundo violento, durante la fiebre del oro, en el que todo se negocia a tiro limpio por la ley del revólver. Y no me queda de otra que disfrutar el viaje.



La película se sitúa en el año 1850 en el oeste de los Estados Unidos. Allí soy testigo de las acciones de los hermanos Eli (John C. Reilly) y Charlie Sisters (Joaquin Phoenix), bandoleros que trabajan haciendo encargos para un adinerado señor llamado Commodore (Rutger Hauer). A lo largo de los años han creado una reputación al haber matado a muchísimos bandidos y al cobrar la recompensa detrás sus víctimas. Son temidos en todos los pueblos por los que pasan, capaces de matar a sangre fría a cualquiera que se interponga entre sus pencos y ellos. Un día su jefe, Commodore, les ordena que se dirijan a California para asesinar a un químico llamado Hermann Kermit Warm (Riz Ahmed), que ha descubierto un método para encontrar oro en los ríos con mucha facilidad. En el camino de esos protagonistas hay ímpetu, hostilidad, lealtad, avaricia que destruye vidas y un discreto retrato sobre la hermandad que impone su poder frente a la independencia.


Los hermanos Sisters son personajes de personalidades muy disímiles y están estupendamente interpretados por los correctos Joaquin Phoenix y John C. Reilly. Uno es extrovertido, está atormentado y goza de la impulsividad. El otro es taciturno, algo tonto, pero esconde un corazón gentil detrás de la frialdad. Y me creo lo que hacen. Phoenix como Charlie Sisters es el hermano menor que asume el liderazgo y actúa como una figura patriarcal con su hermano mayor, Eli. Es cínico, soberbio y posee una predilección para los problemas. Cuando no está matando rufianes, se va de parranda a buscar mujeres y a emborracharse en la cantina más cercana, siempre acompañado de su hermano. No obstante, Reilly como Eli Sisters es la antítesis de Charlie. Se muestra como un hombre indeciso que ha sido siniestrado por el pasado, desolado por la culpa de no haber podido ejecutar a su abusivo padre para salvar a su familia, pero, también, desea abandonar la vida de matón. Le añade un componente cómico a la aventura de ambos, como en la escena en la que con una cara de despistado aprende a utilizar el cepillo de dientes o cuando intenta acostarse con una prostituta.


Estos protagonistas, Charlie y Eli, son los estereotipos habituales del vaquero norteamericano más salvaje que sabe utilizar la pistola, pero que es vulnerable como cualquier persona a cosas tan terribles como el abuso patriarcal, el dolor desatado por la traición, la mordedura de una araña (alegoría del sufrimiento y la vulnerabilidad), la imposibilidad de adaptarse a la modernidad, la amputación de un brazo y los servicios funerales que simbolizan que el western, como género, está muriendo. Esos significados se complementan con las acciones que toman al reunirse con el cordial cazarrecompensas John Morris (Jake Gyllenhaal) y con el hombre que buscan, Hermann Kermit (Riz Ahmed). Cuando se reúnen con John Morris y con Hermann Kermit visualizan una posibilidad de escapar de la miseria y negocian con ellos para buscar oro. Pero, como era de esperarse, la codicia los arruina y los deshumaniza. Los cuatro personajes representan las dicotomías de dos clases sociales que colisionan por un bien común.


Audiard, guiado por un sentido estético insondable, encuadra a los hermanos Sisters regularmente en planos de dos para deconstruir la mitología estructural del western y, a la vez, elaborar una poderosa metáfora textual sobre los claroscuros ideológicos presentes en una sociedad norteamericana que se desmorona desde el interior cuando sus habitantes se matan por las riquezas para construir sus sueños utópicos (metaforizado en la secuencia de la búsqueda de oro en el río). Imprime sobriedad al viejo oeste. Percibo autenticidad en su construcción del período. Coloca la cámara en espacios grandilocuentes que ofrecen un sentido de desplazamiento. Su depuración narrativa crea giros que rompe con los estándares del género, como la climática visita de Charlie y Eli para acabar con Commodore y sus secuaces y se sorprenden al saber que él ya está muerto. Pone a sus personajes a contemplar la redención en una sociedad que los aguijonea abruptamente hacia la fatalidad, la mezquindad y la incertidumbre. En medio de la oscuridad que eso supone, está el otro lado del visor, la luz que resalta el humanismo más pacificador de una familia unida que es la única salvación posible. Su western me ha gustado. Muy pocas veces he visto algo así en este género.



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Ficha técnica
Año: 2018
Título originalLes frères Sisters
Duración: 2 hr 02 min
País: Francia, Estados Unidos
Director: Jacques Audiard
Guion: Jacques Audiard, Thomas Bidegain
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Benoit Debie
Reparto: Joaquin Phoenix, John C. Reilly, Jake Gyllenhaal, Riz Ahmed
Calificación: 7/10

Sinopsis: Un grupo de legionarios franceses llega a un fuerte en medio del desierto y descubre que todos los hombres están muertos; apoyados en los muros y en posición de vigilancia, pero muertos. Este extraño suceso es el punto de partida de una enigmática historia relacionada con la desaparición de un valioso zafiro y con la historia de tres hermanos alistados en la legión por un asunto de honor.


Ficha técnica
Año: 1939
Duración: 1 hr 53 min
País: Estados Unidos
Director: William A. Wellman
Guion: Robert Carson
Música: Alfred Newman
Fotografía: Theodor Spakuhl
Reparto: Gary Cooper, Ray Milland, Robert Preston, Brian Donlevy
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película


Esta película de aventura de Wellman, adaptada de la popular obra de P.C. Wren y, a su vez, remake del film mudo de Roger Colman del mismo título, consigue apresarme con la historia de los hermanos Geste que se unen a la legión extranjera francesa y son víctimas de los horrores de la guerra, algo típico en el cine del director. Esos hermanos, interpretados por Gary Cooper, Ray Milland y Robert Preston, transmiten emociones diversas en las secuencias más dramáticas, pero son eclipsados por la potente actuación de Brian Donlevy como el cruel sargento Markoff. Destaco cualidades estéticas que me sumergen en ese mundo de conflictos éticos, como el uso narrativo del racconto, el ingenioso 'cross-cutting', el campo-contracampo, la elipsis simbólica, sutiles travellings laterales y grandes planos generales que encuadran el desierto como si se tratase de Ford. La banda sonora estridente de Alfred Newman enamora mi sentido del oído en casi todas las escenas. Es una película magnífica de aventuras sobre la hermandad, la lealtad y el sacrificio. Su melodrama es algo simple, pero es muy emotivo para mi gusto.



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Esta película de cine negro temprana de Walsh, como un camión recién sacado de fábrica, tiene un arranque prometedor con la historia de los hermanos camioneros de clase trabajadora que intentan independizarse de las deudas para escalar en el negocio. Observo que esos protagonistas, Joe y Paul Fabrini, están interpretados con carisma por George Raft y Humphrey Bogart. Sus diálogos tienen vocación por el cinismo y la ironía. Pero luego me olvido de ellos cuando presencio la fulgurante actuación de Ida Lupino. La película le pertenece ella en la segunda mitad. No hay ni un solo plano en el que su rostro no transmita el huracán de emociones y el peso psicológico que supone cargar con esas cosas tan azarosas como la culpa y la frustración. Ahí siento que son dos películas completamente distintas. El pecado de Walsh, o eso percibo, es apresurar la narración con algunos raccords desaforados en el tercer acto que convierten la resolución en algo muy predecible, todo para que la espiral de obsesión, celos e histeria cobre sentido. El resultado es una película de cine negro cuadrada, melodramática, algo artificiosa, pero se deja ver, sin duda alguna por la presencia de Lupino como la femme fatale obsesiva y manipulativa.



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Calificación: 6/10



Sinopsis: Carmen es una adolescente gitana que vive en el extrarradio de Madrid. Como cualquier otra gitana, está destinada a vivir una vida que se repite generación tras generación: casarse y criar a tantos niños como sea posible. Pero un día conoce a Lola, una gitana poco común que sueña con ir a la universidad, dibuja graffitis de pájaros y es diferente. Carmen desarrolla rápidamente una complicidad con Lola, y ambas tratarán de llevar hacia delante su romance, a pesar de los inconvenientes y discriminaciones sociales a las que tienen que verse sometidas por su familia.


Ficha técnica
Año: 2018
Duración: 1 hr 44 min
País: España
Director: Arantxa Echevarría
Guion: Arantxa Echevarría
Música: Nina Aranda
Fotografía: Pilar Sánchez Díaz
Reparto: Zaira Morales, Rosy Rodriguez
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película 


La ópera prima de Arantxa Echevarría me cautiva con la historia de las dos lesbianas que intentan emanciparse del tradicionalismo cultural de la etnia gitana. Una es idealista, taciturna, con ganas de expresar lo que siente a través del arte. La otra es extrovertida, irreverente, con los pies bien puestos sobre la tierra. Lo que ambas tienen en común es que son sinceras. La narración es loable cuando soy testigo de sus inquietudes, de sus miedos, de la intolerancia que las rodea. El realismo social se conjunta con el drama más impetuoso. El uso de la elipsis, los raccords y las metáforas son muy sutiles cuando comunican, usualmente bajo el símbolo de un pájaro, las ansias de libertad de estas protagonistas que tienen su romance a escondidas. Esas dos protagonistas, interpretadas por las desconocidas Rosy Rodríguez y Zaira Romero, añaden naturalismo y una discreta capa de autenticidad que sale de la pantalla al transmitir sus emociones y sus sentimientos (son actrices no profesionales). Aunque por momentos me resulta previsible y sé para dónde va el asunto, disfruto la travesía. Es una película intimista, lúcida, de factura muy dramática.



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Shazam!


Admito que fui a ver la película Shazam! con cierto escepticismo. Entré a la sala de cine pensando en que se trataba de otra de esas películas aburridas que a veces salen de la mente creativa de la gente de DC Films, de las que solo me ha gustado, por supuesto, la infravalorada Man of Steel. Al ver que había muy poca gente me sentí aliviado. Pero la proyección tardaba en iniciarse y comencé a impacientarme. Tuve que aguantar los chirridos de una manada de niños acompañados de sus padres y los usuales treinta minutos de anuncios comerciales. Pensaba que todo eso que sucedía era una especie de premonición. Por suerte la cosa se calmó cuando comenzó la película. En un principio, casi no me emocionaba lo que veía. No obstante, al salir de allí, dos horas después, mi escepticismo había desaparecido y fue sustituido por una sonrisa de satisfacción. Me hizo sentir como un niño que abre regalos en una noche de navidad cualquiera. Es una buena película de superhéroes. Y supone el preámbulo de uno de los héroes más poderosos y divertidos del catálogo de DC. 


La película, que marca la primera aparición de Shazam en la gran pantalla desde la cinta serial de 1941 "Adventures of Captain Marvel" (período en el que era conocido como Captain Marvel), adquiere un vendaval de ligereza al no tomarse nada en serio. Cuando escucho la palabra mágica se vuelve entretenida, siempre encadenada de los artificios del género para satirizar, prácticamente, todos los componentes de los cómics de superhéroes. Y lo que veo es genial. La historia de Billy Batson es interesante y cobra mayor ímpetu con la presencia de Zachary Levi. En su núcleo encuentro un moderado comentario sobre la amistad, la honestidad y el valor de los lazos familiares. La trama tiene algunas sorpresas. Las secuencias de acción me emocionan cuando Billy pone a prueba sus superpoderes. Las referencias a otros superhéroes son sutiles. Los diálogos me producen mucha risa. Posee el vigor que tanto necesitaba el universo extendido de DC. 



En la película seguimos a un muchacho de 14 años que se llama Billy Batson (Asher Angel) y que se ha quedado huérfano desde que se separó de su madre, hecho que lo ha marcado profundamente. Vive en Filadelfia. Es un chico travieso, a veces malhumorado y rebelde, que hace las cosas a su manera. Lo único que le interesa es encontrar a su madre. Su actitud lo ha llevado a abandonar todas las casas de los padres que lo adoptan. Pronto es adoptado por Víctor (Cooper Andrews) y Rosa Vásquez (Marta Milans), donde tiene que compartir con sus nuevos hermanos adoptivos, Mary Bromfield (Grace Fulton), Pedro (Jovan Armand), Eugene Choi (Ian Chen), Darla (Faithe Herman) y Freddy Freeman (Jack Dylan Grazer). 


En un principio a Billy le cuesta adaptarse a problemas de la adolescencia como la vergüenza, el consentimiento de los demás y la convivencia familiar con sus nuevos hermanos, pero poco a poco lo supera cuando, por su corazón noble, es elegido por un anciano moribundo, Shazam (Djimon Hounsou), como su sucesor, otorgándole una serie de superpoderes que se activan diciendo la palabra “¡Shazam!” y que lo convierten en un hombre musculoso vestido de rojo y con capa blanca.


La magia de la película reside en la forma tan descabellada en que su narrativa emplea la fórmula superheroica cada vez que el protagonista grita la señal fantástica y expone sus poderes. Está consciente de sus artimañas genéricas y casi siempre deja entrever con una sencillez infantil que se trata de un mundo habitado por chavales que juegan a ser encapotados y que idolatran a otros tan populares como Batman o Superman. Nos pasea con Billy Batson por situaciones que pueden ser un tanto absurdas, pero que divierten un montón cuando lo ponen a pasar trabajo para modelar su identidad como Shazam, haciendo travesuras que solo haría un chico de esa edad en dicha circunstancia: causar destrozos, intentar comprar bebidas alcohólicas, prenderse fuego, dispararse con armas, entrar a lugares frecuentados por adultos, saltar por los edificios, desear volar por los cielos, formar exhibiciones públicas a cambio de dinero, subir el contenido a YouTube, en fin, vanagloriarse con sus habilidades recién adquiridas. 


Pero por otra parte, muestra las consecuencias de esos actos y hace que Billy se responsabilice por sus acciones como todo adolescente ordinario, enfrentándose al típico antagonista sin mucho desarrollo, Doctor Sivana, (Mark Strong) para comprender, junto a sus hermanos, que la unión hace la fuerza. El tono, no obstante, es el de una comedia de mayoría de edad que marcha para aligerar la acción de algunas de las secuencias y la seriedad que refleja la metáfora sobre el poder de la familia unida alejada de cualquier rastro de egoísmo.


Considerando la cantidad de películas que se estrenan cada año del género de encapuchados, esta película del director David F. Sandberg ("Lights Out") supone un soplo de aire fresco al contar los orígenes de uno de los personajes más longevos de los cómics norteamericanos. Me ha entretenido mucho. Los efectos visuales son muy adecuados para su presupuesto. El ritmo es invariable. El humor, que me recuerda aquella comedia ochentera "Big", es constante y funciona en los momentos menos esperados. La química existente entre el carismático Billy Batson de Zachary Levi y la familia de huérfanos es muy agradable. Es una película de superhéroes disfrutable, sencilla, algo trivial, pero desviada de pretensiones y empapada de una gracia con la que he pasado un buen rato observando las ocurrencias de este peculiar superhéroe que, durante mucho tiempo, fue el verdadero Capitán Maravilla.



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Ficha técnica
Año: 2019
Duración: 2 hr 12 min
País: Estados Unidos
Director: David F. Sandberg
Guion: Henry Gayden, C.C. Beck, Bill Parker
Música: Benjamin Wallfisch
Fotografía: Maxime Alexandre
Reparto: Zachary Levi, Mark Strong, Jack Dylan Grazer
Calificación: 7/10