El tiempo que queda (2005)

'Tiempo de vivir' es un drama de Ozon con intenciones nobles, alejado de sensiblería barata, pero me da la sensación de que en su relato de enfermedad terminal hay una indulgencia superficial que le impide ser intimista, además de que casi no cuenta nada estremecedor o mínimamente conmovedor detrás de las capas de lectura. La trama retrata la vida de Romain, un joven fotógrafo de moda, cuya vida se va cuesta abajo una vez que le diagnostican un cáncer y le dicen que le queda poco tiempo de vida. Romain es un homosexual egocéntrico y arrogante, usualmente golpeado por los recuerdos de una infancia lejana en la que verdaderamente era feliz y por el hecho de que no se reconcilia con su hermana, aunque no le revela su estado moribundo ni a su familia ni a su novio. La razón por la que se niega a revelar la verdad es porque se halla encerrado en la cárcel de la culpa, la soledad y la desilusión de no tener una familia, cosa que finalmente consigue al tener sexo con una camarera que conoce coincidencialmente en un restaurante. La actuación de Melvil Poupaud me resulta creíble cuando transmite las vicisitudes de ese individuo intrínsecamente resquebrajado, a pesar de que su presencia nunca llega a salir de la pantalla. También es notable la de la inmensa Jeanne Moreau como la abuela consejera que no supera el duelo ni el pasado. La analepsis es acertada. El problema radica, aparentemente, en la narración, que me parece tan efímera como los días contados del protagonista, propensa a golpes de efecto triviales que no consiguen impactarme emocionalmente con lo que sucede. A la media hora me deja de importar todo. En mi opinión, se hubiesen ahorrado unos buenos minutos de metraje si se dijera la verdad desde un principio para evitar la penuria innecesaria.

Calificación: 6/10





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