Crítica breve de 'Shiva Baby' (2020)

Shiva Baby
Me sorprende lo que puede hacer la joven directora Emma Seligman con la estética del cine en su ópera prima titulada Shiva Baby, sobre todo porque en el momento que la filmó contaba con tan solo 24 años. En su debut, adaptado de un corto previo, Seligman elabora una comedia negra muy mordaz que, con un tono inquietante, examina a puerta cerrada la sexualidad y las inseguridades de la mujer joven detrás las tradiciones judías ortodoxas, con un dominio de la puesta en escena cercano al de una cineasta veterana con varios años de experiencia. Comparte ciertas similitudes con Desobediencia, de Lelio, aunque es infinitamente más sutil. La trama se sitúa mayormente en los interiores de una casa donde los miembros de una familia judía celebran el rito fúnebre de la shivá y trata, con sentido de urgencia, la vida de Danielle, una muchacha que cursa su último año en la universidad y se une al cortejo fúnebre con sus padres, mientras lidia con el disgusto provocado por la presencia del hombre casado con el que ella se acuesta en secreto como sugar baby a cambio de dinero fácil y libertad y que además está de visita con su esposa y su bebé. Con una amplia economía de recursos estéticos, Seligman narra el día difícil que atraviesa Danielle cuando es prisionera de las dudas que le impiden manifestar la bisexualidad tapada que, como acto de rebeldía, amenaza con salir a la superficie para colisionar con los padres conservadores y la comunidad judía que no tolera los comportamientos sexuales que se hallan fuera de la esfera de las costumbres tradicionales. Lo consigue a través de la lente de María Rusche cuando aborda la psicología de la protagonista por medio del primer plano, la profundidad de campo, el plano subjetivo; dispositivos que evocan cosas como la vergüenza, la desesperación, la ansiedad, la opresión, los prejuicios. Adicionalmente, se encuadra en una sola locación en la que los interiores de forma opresiva crean una atmósfera que aprisiona a la protagonista como si se tratara de una thriller psicológico. Y la música extradiegética de Ariel Marx logra transmitir ese infierno anímico con una partitura de cuerdas y percusión. Ese conjunto, así como el equilibrio entre el drama y la comedia de mayoría de edad, construyen un discurso bien escueto sobre la manera en que las jóvenes judías de clase privilegiada afrontan la baja autoestima refugiándose en el poder de la sexualidad para controlar la frustración, así como la emancipación femenina que desde el asiento trasero rechaza las tradiciones más ortodoxas. Quizá el tratado satírico sobre autoaceptación no fuese posible sin la actuación central de Rachel Sennott. Sennott, desconocida para mí, ofrece una interpretación orgánica cuando emplea la gestualidad, la voz sarcástica y su rostro para comunicar la carga sofocante de esa joven insegura que se derrumba emocionalmente por unas cuantas circunstancias vergonzosas. Cuando ella está en pantalla me involucro en los dilemas y todo me resulta entretenido.


Ficha técnica
Título original: Shiva Baby
Año: 2020
Duración: 1 hr 17 min
País: Estados Unidos
Director: Emma Seligman
Guion: Emma Seligman
Música: Ariel Marx
Fotografía: Maria Rusche
Reparto: Rachel Sennott, Dianna Agron, Glynis Bell, Richard Brundage
Calificación: 7/10







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