Crítica de la película «El séptimo cielo» (1927)

El séptimo cielo
El séptimo cielo no es especialmente una película muda que me traslade hacia las nubes de la emoción, como otras estrenadas durante el mismo período de finales de los años 20, pero encuentro particularmente conmovedor su melodrama sobre pobreza, amor y esperanza, hasta el punto de cautivarme en varias ocasiones por la destreza detrás de cámaras que demuestra su director Frank Borzage. Hoy en día no solamente es recordada por ser una de las primeras en resultar galardonadas en la primera edición de los Oscars celebrada el 16 de mayo de 1929, sino, también, como una de las primeras en incorporar una banda sonora y efectos de sonido sincronizados a partir de la tecnología Movietone; algo que ayudó a establecer a la Fox Film Corporation como un estudio importante en la industria de Hollywood. Su historia, adaptada por la pluma de Benjamin Glazer, está basada en la obra homónima de Austin Strong y se sitúa en París durante el preámbulo de la Gran Guerra, donde narra la vida de Chico, un hombre que trabaja como plomero en las alcantarillas de la ciudad, en los momentos en que salva a una joven prostituta llamada Diane para evitar que siga siendo golpeada por su abusiva hermana Nana, haciéndose pasar por su marido para que la policía no se la lleve presa. En términos estructurales, su narrativa se divide en tres actos bastante extensos que capturan los claroscuros en la relación de Chico y de Diane. Primero en la larga secuencia del rescate en la que Chico y Diane se conocen por primera vez; segundo, los días en que ambos conviven fingiendo que son esposos en una buhardilla ubicada en el séptimo piso de un edificio pobre de Montmartre, donde lentamente surge el romance anticipado y la ilusión de estar juntos por siempre para mirar las estrellas durante las noches más oscuras; y tercero, la desesperanza y la separación que trae consigo el estallido de la Primera Guerra Mundial, en la que Chico se va a combatir en el frente mientras Diane espera ansiosa a que regrese en los interiores de una fábrica de municiones. En los tres episodios, el ritmo mantiene la consistencia tonal del relato y me parece bastante natural la química que desarrollan Charles Farrell y Janet Gaynor, en la primera de las doce colaboraciones que tuvieron juntos. Farrell interpreta a Chico como un hombre honesto y perseverante que nunca pierde la fuerza de voluntad ante los duros golpes que da la vida, dispuesto a sacrificarse para alcanzar su sueño y regresar al regazo de su amada. Y Gaynor, en su actuación oscarizada, interpreta a Diane con esa expresividad habitual que caracterizaba su efigie como actriz silente, convirtiéndola en una mujer dulce, inocente y frágil, que anhela escapar del sufrimiento para hallar la felicidad junto a su amado y fuerte salvador. Borzage los encuadra en una puesta en escena que transfigura el melodrama a través de ligeros registros poéticos y realistas que se equilibran bajo un humor que tiene cierta ironía; pero en la que se destaca, ante todo, los decorados y la pericia del encuadre móvil que ocasionalmente rompe el estatismo de la cámara (fascinante el travelling vertical en el que los amantes suben por las escaleras de los siete pisos), además de emplear efectos de sonido y una partitura musical que prefiguran ya el apartado sonoro que sería después un estándar. No creo que se trate de su obra cumbre, pero, desde luego, es una de las esenciales de su filmografía muda.

Ficha técnica
Título original: Seventh Heaven (7th Heaven)
Año: 1927
Duración: 1 hr 50 min
País: Estados Unidos
Director: Frank Borzage
Guion: Benjamin Glazer
Música: N/A (muda)
Fotografía: Ernest Palmer, Joseph A. Valentine
Reparto: Janet Gaynor, Charles Farrell, Gladys Brockwell, David Butler, 
Calificación: 7/10





Crítica breve de la película 'El séptimo cielo', dirigida por Frank Borzage y protagonizada por Janet Gaynor y Charles Farrell.

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