Crítica de la película «Carga maldita» (1977)

Carga maldita
Carga maldita es una película de William Friedkin que, propiamente dicho, toma prestados algunos elementos de la novela francesa de Georges Arnaud Le Salaire de la peur, que previamente había sido adaptada por Clouzot en la excelente El salario del miedo (1953). Testimonios de la época relatan que, desde sus inicios, la producción fue un infierno por la manera megalómana de Friedkin para dirigir (se llega incluso a decir que despidió una gran cantidad de su equipo de rodaje mientras filmaba en República Dominicana y México, incluyendo al director de fotografía Dick Bush) y el presupuesto se disparó hasta despertar la alerta de los ejecutivos del estudio, además de que fue un estrepitoso fracaso de taquilla que, encima de todo, tampoco agradaba a los agentes de la crítica. Con el tiempo, al parecer, ha alcanzado una revaloración de gente que la considera una "obra maestra" injustamente tratada. Yo, que la he visto en una edición restaurada, no me atrevo ni de broma a otorgarle semejante calificación, sobre todo porque es un remake que me resulta bastante inferior a la inolvidable cinta de Clouzot. Pero me parece, desde luego, un thriller bien tenso, en el que Friedkin narra, con pulso y atmósferas, el viaje en camión de cuatro hombres que persiguen el salario desesperado en la selva de la perdición, durante dos horas que me mantienen pegado del asiento con la extraña sensación de que si me paro algo puede estallar. En una primera mitad, el argumento muestra a cuatro individuos de diversos orígenes (un asesino profesional mexicano, un terrorista palestino, un empresario francés fraudulento y un ladrón estadounidense) que permanecen con identidades falsas en el pueblo remoto de un país pobre del tercer mundo custodiado por una dictadura y se ganan la vida con trabajos míseros para olvidar lo que dejaron atrás como exiliados; pero cuyo destino da un giro cuando son contratados por el jefe de una compañía petrolera estadounidense para conducir dos caminos cargados de nitroglicerina y extinguir las llamas de un pozo de petróleo que explotó en una plataforma en las montañas. En la segunda mitad, en cambio, presenta la peligrosa misión por la jungla de Nil, Kassem, Víctor y Jackie (como se llaman respectivamente) mientras transportan el cargamento de dinamita inestable en los dos camiones y se enfrentan a los hechizos de una naturaleza que amenaza con encender la mecha de una explosión segura en cada milla recorrida. Las dos mitades tienen pocos diálogos y los personajes apenas escapan de la superficie descriptiva impuesta por el guion de Walon Green, pero ofrecen, a lo justo, una tensión significativa que mantiene su grado de consistencia, supongo, en las escenas en que ellos se ven obligados a cooperar para conducir los camiones explosivos frente a una maleza que obstaculiza la aventura; alcanzando el punto de mayor solidez, primero, en la secuencia de los camiones que atraviesan el puente colgante en medio de una tormenta y, segundo, la secuencia en que los choferes usan la dinamita para destruir un enorme árbol caído que bloquea su camino. Pero funciona adecuadamente, sospecho, por la forma en que Friedkin maneja con cierta destreza algunos mecanismos estéticos como el encuadre móvil de una cámara en constante movimiento, el primer plano y el montaje rítmico, que evocan con realismo la sordidez de ese poblado consumido por la pobreza extrema, la frustración en los espacios confinados de la cabina del camión y las atmósferas opresivas de una jungla húmeda que parece casi una prisión sin rejas, con una mirada que por momentos acerca la trama a un documental y suelta, por el lado sonoro, el leitmotiv de una banda sonora muy electrónica arreglada por Tangerine Dream con sintetizadores de gran valor acústico. La economía de recursos visuales de Friedkin, en ocasiones, reduce el impacto de los personajes que pasan por la puesta en escena y de los cuales se destaca, ante todo, Roy Scheider como el ratero desesperado que busca dinero para escapar del destino maldito y las circunstancias más nefastas. Todo es sucio, desasosegante, violento, muy entretenido, con un suspense que me atrapa en cada uno de esos terrenos por los que pasan los neumáticos de los camiones oxidados que descienden al abismo.

Ficha técnica
Título original: Sorcerer
Año: 1977
Duración: 2 hr. 01 min.
País: Estados Unidos
Director: William Friedkin
Guion: Walon Green
Música: Tangerine Dream
Fotografía: John M. Stephens, Dick Bush
Reparto: Roy Scheider, Bruno Cremer, Francisco Rabal, Amidou
Calificación: 7/10

Crítica breve de la película El salario del miedo, dirigida por William Friedkin y protagonizada por Roy Scheider y Bruno Cremer.

0 comments:

Publicar un comentario