Crítica de la película «Twin Peaks: fuego camina conmigo» (1992)

Twin Peaks: fuego camina conmigo
Twin Peaks: fuego camina conmigo es una película de David Lynch que sirve como precuela de la popular serie de televisión que él mismo dirigió y puso a media docena de fanáticos a reverenciarla con el paso de los años, como si se tratara de una religión que respondía al zeitgeist de los 90 y cuya santa canonizada es Laura Palmer. Notablemente fue vapuleada por la crítica durante su estreno y supuso, además, un fracaso comercial que obligó a Lynch a tomarse unas vacaciones lejos del oficio durante unos cuatro años; pero insólitamente con el paso de los años ha alcanzado una reevaluación de gente que la ve en retrospectiva como una "obra maestra" del director. Yo, que la he visto en una edición restaurada junto con la pieza adjunta de Twin Peaks: The Missing Pieces (que no es más que una recopilación de escenas inéditas completamente innecesarias), no comprendo para nada semejante valoración y sospecho, de inmediato, de que vi otra cosa que no se asemeja para nada a lo que esa gente experimentó. En la superficie adopta un semblante de terror psicológico que arrastra consigo una actuación aceptable de Sheryl Lee, pero me temo que su pesadilla lynchiana nunca escapa de las señales que precipitan su artificio a un vacío oscuro, aburrido y predecible, durante dos largas horas en las que permanezco en estado abúlico y lucho contra mi almohada para no caer rendido ante los efectos dormitivos. A modo de prólogo, su argumento se sitúa en 1988 en el pequeño pueblo de Deer Meadow y relata la investigación de dos agentes del FBI que son enviados al condado por órdenes de su jefe para investigar el asesinato de Teresa Banks, una rubia adolescente de Washington cuyo cadáver es encontrado a orillas de un río envuelto en plástico y revela algunas pistas del asesino a través de un trozo de papel hallado debajo de la uña y de un extraño anillo que portaba en la mano izquierda. A partir de ese episodio y del sueño premonitorio del agente Dale Cooper sobre una secta endemoniada, la trama muestra los últimos siete días de Laura Palmer antes de ser asesinada, donde la cotidianidad de ella se reduce prácticamente a las conversaciones sobre sus preocupaciones adolescentes que tiene con su mejor amiga y a su existencia como adolescente de clase media alta que vive con sus padres, mientras resume la doble vida que esconde su adicción a la cocaína junto al novio delincuente que engaña con un motociclista y la prostitución que ejerce por las noches en tabernas de camioneros. El caso de Laura Palmer tiene un arranque dotado de misterio que me invita a razonar sobre la realidad onírica y supernatural que se retuerce detrás de las cortinas rojas, pero en su núcleo, dicho sea de paso, todo el radio de acción repite inútilmente la rutina de sospechas, alucinaciones, perversidad, de una muchacha que es víctima de las adicciones que la obligan a descender al abismo y de los de demonios que manipulan desde las sombras al padre incestuoso que abusa sexualmente de ella desde la imagen de una familia disfuncional (se entiende que la Logia Negra no es más que el producto de una irrealidad compuesta de espíritus muy malignos que habitan los sueños compartidos de los que practican actos inmorales). No hay giros o variaciones. Todo está demasiado colocado para el show surrealista de seres demoníacos. Los personajes acartonados, que ocasionalmente aparecen y desaparecen, son de una sola dimensión. Y hay una ausencia de impacto emocional porque Lynch esboza los claroscuros de la víctima con los clichés convencionales del horror, con una linealidad segura que borra cualquier rastro de sorpresa cuando la chica rubia es condenada moralmente por sus vicios. A pesar de todo, me resulta ligeramente creíble la actuación de Lee cuando utiliza su registro expresivo para acentuar los delirios, la frustración y el sufrimiento interno de la reina del baile de la escuela secundaria, tan tierna como perversa, que oculta las cicatrices psicológicas producidas por la drogadicción y el abuso sexual que sepultaron su inocencia. Lynch la encuadra en una puesta en escena que, en su horizonte de sucesos, refleja la parafernalia que gobierna su estética con los sonidos diegéticos y los planos ambiguos que subrayan su lado surrealista con atmósferas esotéricas, siniestras, grotescas, simbólicas, que funcionan para elevar su fetiche por las rubias fatales, atormentadas por doppelgängers, que transitan hacia una perdición ineludible de sueños, sexo y asesinato. Pero no hay nada más que pueda extraer de su abstracción fantasmagórica. Es, propiamente dicho, una película mediocre de su filmografía. 

Ficha técnica
Título original: Twin Peaks: Fire Walk with Me
Año: 1992
Duración: 2 hr. 14 min.
País: Estados Unidos
Director: David Lynch
Guion: David Lynch, Robert Engels
Música: Angelo Badalamenti
Fotografía: Ronald Víctor García
Reparto: Sheryl Lee, Ray Wise, Moira Kelly, Chris Isaak, Kyle MacLachlan
Calificación: 5/10

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