Crítica de la película «Frances Ha» (2012)

Frances Ha
Durante una hora y veinte minutos me convierto en testigo ocular de las imágenes de Frances Ha, una película de Noah Baumbach que desde su estreno en el Festival de Cine de Telluride causó un fenómeno indie que enamoró a la prensa y, dicho sea de paso, colocó a Greta Gerwig en el mapa como una actriz a tomar en serio. Y lo que extraigo me invita a permanecer sentado con la cara de idiota. En la superficie es una comedia que Baumbach adorna con una capa notable de blanco y negro, pero cuyo núcleo dramático, en síntesis, se vuelve rutinario y terriblemente superfluo cuando Gerwig camina sin rumbo por las calles de Nueva York para hallar la madurez femenina y las responsabilidades adultas. En la trama Gerwig interpreta a Frances, una aspirante a bailarina de 27 años que reside en la ciudad de Nueva York poco después de graduarse de la universidad y se enfrenta, entre otras cosas, a la imposibilidad de encontrar una base de oportunidades que le permita conquistar la quimera de ganarse la vida bailando, mientras conversa sobre dilemas femeninos con su mejor amiga Sophie (que la deja sola cuando decide mudarse a Tribeca) y ocasionalmente duerme en la casa de algunos amigos porque después de ser despedida de una compañía de danza no tiene dinero pagar la renta de un apartamento en Brooklyn. Con la historia de Frances, Baumbach interroga el asunto de la independencia femenina, pero visto desde la óptica de una mujer inmadura e idealista que lucha contra los obstáculos impuestos por la falta de oportunidad que destruye sus ánimos de no depender de los demás, donde lo único que queda es esa sensación de no ir a ninguna parte y la crisis de la frustración derivada del éxito ajeno. Esto es específicamente cierto cuando Frances viaja por distintas avenidas de Nueva York buscando su lugar y en algunas fiestas siente que su círculo de amistad se reduce a medida que todos (especialmente su amiga) comentan sobre los crecimientos personales. Sin embargo, por momentos me asalta la idea de que los episodios cotidianos de Frances carecen de gracia y no tienen ninguna textura dramática más allá del refrito de obviedades que Baumbach coloca como batiburrillo en unas situaciones arregladas sin fuerza y con unos diálogos cargados de patetismo neoyorkino con fragancia hipster, en un relato donde no pasa nada sustancioso que me alegre la tarde y lo único que alcanzo a observar es el postureo de una muchacha de clase privilegiada que rechaza la responsabilidad adulta, eternamente secuestrada por una adolescencia que le impide madurar para dejar de ser una víctima de la holgazanería. La actuación de Gerwig, por lo menos, muestra con cierta naturalidad y bonhomía la dura existencia de esa joven dubitativa que está atrapada por la inmadurez y transita como nómada por las calles interminables de Nueva York para sintetizar la pieza que hace falta para autodescubrirse como mujer, aunque en algunas escenas proyecta una impostura calculada detrás de su registro expresivo. Y Baumbach, por la parte audiovisual, la encuadra en una puesta en escena seca que toma como marco de referencia al cine de Allen, Godard y Truffaut para ilustrar las atmósferas urbanas de cada plano con un elegante blanco y negro, además de incluir una música extradiegética compuesta de canciones de la cultura pop que me importan muy poco. Todo lo otro no es más que un cóctel de pretensiones sin ningún tipo de consistencia o calado emocional.

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Ficha técnica
Título original: Frances Ha
Año: 2012
Duración: 1 hr. 22 min.
País: Estados Unidos
Director: Noah Baumbach
Guion: Noah Baumbach, Greta Gerwig
Música: 
Fotografía: Sam Levy
Reparto: Greta Gerwig, Mickey Summer, Adam Driver, Michael Esper
Calificación: 5/10

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