Crítica de la película «20.000 especies de abejas» (2023)

20.000 especies de abejas
En 20.000 especies de abejas, ópera prima de la directora española Estíbaliz Urresola, observo que se estudia con cierta condescendencia la materia sobre la identidad de género que lleva ya años instalada en la industria del cine y que, al parecer, tiene a su disposición el beneplácito de los emperadores políticos que inyectan grandes sumas de capital al movimiento para que el ruido de la tendencia progre se mantenga establecida como norma en el imaginario colectivo de la cultura posmoderna. Y, desafortunadamente, durante las dos horas que dura no consigo encontrar ni un solo rastro de la presunta emotividad que hallaron los que la vieron desde su estreno en el pasado Festival de Cine de Berlín. Lo que sí encuentro, no obstante, es un drama bastante fútil y letárgico, que debilita lentamente su enfoque naturalista cuando adorna de manera recalcitrante su discurso sobre la feminidad, la autoaceptación y la identidad de género infantil, a pesar de que algunos pasajes que me cuenta me resultan creíbles con la presencia de Patricia López Arnaiz. El argumento se sitúa en un verano cualquiera en el País Vasco y narra la vida de Aitor, una niña trans de ocho años que viaja con su madre y sus hermanos para visitar a la abuela materna en un pueblo vasco, angustiada por la crisis que se presenta cuando se niega a que la llamen por su nombre de niño; mientras trata de descubrirse a sí misma en su alteridad de comportamiento y es testigo de la labor de apicultura de una tía con la que entabla un vínculo cercano durante las vacaciones veraniegas. De entrada, la narrativa pierde la fuerza y la sutileza mostrada en el principio por la forma en que las acciones de los personajes se reducen a las vivencias cotidianas que se reparten entre la desilusión de la niña, el dilema maternal de la madre y las tareas apicultoras en el campo que cumplen una función simbólica. No hay gancho emocional. Y sospecho que todo se limita a un montón de viñetas reiterativas sobre el temor intrínseco de una niña solitaria que le preocupa que la llamen por su nombre real; la crisis existencial de una madre escultora a punto de divorciarse de su marido; las discusiones que sacan a flote la disfuncionalidad familiar; los prejuicios de las personas que se niegan a llamar a la niña por el nombre de Lucía. Urresola opta por mantener a sus personajes femeninos en una inercia situacional que las somete a descripciones superfluas que solo responden a un texto sobre la autorrealización entendido como la búsqueda de identidad de una niña en perpetuo estado de negación que busca ser identificada con un género opuesto al que le dio la naturaleza, desde la perspectiva de la feminidad que soterradamente también esconde ligeros subtextos sobre el significado de las tres edades de la mujer. Las abejas simbolizan aquí la fortaleza de la niña, pero también la resistencia de las mujeres que se independizan como abejas de colmena a través de sus pasiones para separarse de los roles heteronormativos. La supuesta poesía visual se pierde entre el bosque, la cera y la miel. Por lo menos, alcanzo a visionar cierta sobriedad que Urresola deposita en su puesta en escena, con herramientas estéticas que añaden realismo con el uso de la elipsis, la cámara en mano, el primer plano, el plano general, los silencios, el fuera de campo y el plano fijo de larga duración que pide a gritos un regreso a la sala de montaje para descargar el equilibrio de ritmo. También veo una interpretación orgánica de López Arnaiz, que acentúa con la mirada y los gestos la lucha de una madre para subsanar la relación que tiene con su hija en medio de las presiones conyugales. En cambio, Sofía Otero, que ganó el Oso de Plata a la mejor interpretación, luce algo blanda al comunicar las fragilidades de una niña transgénero confundida por ideas adultas que laceran su inocencia, aunque a ratos su patetismo me causa indiferencia. Con ellas, el tratamiento de mayoría de edad es bienintencionado, pero, desafortunadamente, no va a ninguna parte en su faena de verismo acomodaticio e indulgente.

Ficha técnica
Título original: 20.000 especies de abejas
Año: 2023
Duración: 2 hr. 08 min.
País: España
Director: Estíbaliz Urresola Solaguren
Guion: Estíbaliz Urresola Solaguren
Música: 
Fotografía: Gina Ferrer
Reparto: Sofía Otero, Patricia López Arnaiz, Ane Gabaraín, Itziar Lazkano
Calificación: 5/10

Crítica breve de la película 20.000 especies de abejas, dirigida por Estibaliz Urresola Solaguren y protagonizada por Sofía Otero y Patricia López Arnaiz.

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