Crítica de la película «Godzilla y Kong: El nuevo imperio» (2024)

Godzilla y Kong: El nuevo imperio

Godzilla y Kong: El nuevo imperio es la quinta entrega en la saga del MonsterVerse que tiene ya diez años establecida como marca registrada y, además, es una película en la que paso cerca de dos largas horas tratando de descifrar qué pudo haber pasado por el cerebro de los guionistas para tratar de fusionar inútilmente las dos icónicas franquicias de monstruos por segunda vez consecutiva. Como mucho, es una secuela aburrida y cansina que se pierde en un hueco de peleas aparatosas entre lagartos y gorilas en CGI, mientras gravita por los mismos territorios del género que nunca escapan de la insulsez más plomiza ni de los instantes previsibles que se cuentan con los dedos. Su trama se sitúa poco después de Godzilla vs. Kong y sigue a la Dra. Ilene Andrews, una científica que se embarca junto a su equipo en una aventura por la Tierra Hueca para investigar una señal no identificada que los guía hasta una tribu ancestral que se relaciona su propia hija adoptiva sordomuda que se comunica por lenguaje de señas; mientras Kong encuentra un reino inexplorado de primates de su especie gobernado por un simio tiránico y Godzilla continúa luchando contra los monstruos gigantes para defender a la humanidad antes de irse a dormir en el Coliseo romano. En general, el espectáculo de monstruos me produce serios efectos dormitivos y, dicho sea de paso, me aburro enormemente con todo lo que sucede porque los personajes carecen de desarrollo y se anulan a sí mismos con una exposición depauperada que suele reducir sus acciones a los clichés convencionales de la aventura de ciencia-ficción, producto de un guion torpe que reitera en exceso las situaciones que se distribuyen entre los coloquios en la jungla, los combates entre los titanes, la destrucción de ciudades con fines turísticos. En lugar de una construcción gradual, el conflicto parece surgir de la nada para justificar una exploración absurda y se resuelve de una manera apresurada que abre más preguntas que respuestas. De igual forma, las motivaciones de los personajes me resultan vacías porque rellenan una casilla de descripción y sus diálogos solo funcionan para encadenar esos eventos predecibles que se sustituyen por una evidente falta de cohesión narrativa. El ritmo pesado me obliga a suspender cualquier interés para involucrarme en la superficie del relato antropológico sobre esa tribu perdida que pide auxilio por telepatía en medio de la disputa entre las bestias gigantescas. Tampoco me importa el barullo de subtramas sobre la lucha milenaria entre Kong y Godzilla, o el clímax de la batalla en la región frígida en el que ambos se enfrentan por separado a sus respectivos enemigos antes de la tregua señalada. Los intentos de crear una historia convincente alrededor del enfrentamiento de los monstruos lucen precipitados y caen en una inercia de sinsentidos que provoca una sobresaturación de situaciones paralelas. La banda sonora no logra acentuar adecuadamente los momentos de tensión, y en muchos casos, simplemente se siente como ruido de fondo sin ningún propósito real. No obstante, lo único que me atrevo a rescatar entre tanta pirotecnia son los efectos visuales en CGI que renderizan con cierta fidelidad las texturas que acentúan el diseño de los monstruos, a pesar de que la dependencia excesiva a menudo se ven empañada por un caos visual que dificulta seguir la acción con claridad en algunas de las secuencias de pelea. Todo lo otro no es más que el producto de un reciclaje de fórmulas genéricas que, propiamente dicho, refleja la sequía de ideas creativas que tiene a Hollywood al borde de una crisis.

Ficha técnica
Título original: Godzilla x Kong: The New Empire
Año: 2024
Duración: 1 hr. 55 min.
País: Estados Unidos
Director: Adam Wingard
Guion: Terry Rossio, Simon Barrett, Jeremy Slater
Música: Junkie XL, Antonio Di Iorio
Fotografía: Ben Seresin
Reparto: Rebecca Hall, Dan Stevens, Kaylee Hottle, Brian Tyree Henry
Calificación: 2/10



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