Crítica de la película «Sueños de trenes» (2025)

Sueños de trenes

En Sueños de trenes, el realizador estadounidense Clint Bentley intenta, hasta cierto punto, adoptar la poética de la naturaleza que se suele apreciar en el cine de Terrence Malick. Como ejercicio contemplativo debo decir que evoca cierta belleza en las atmósferas naturalistas que aprovechan la presencia sobria de Joel Edgerton, pero a veces me asalta la sensación de que su drama no va a ningún lado en específico y se pierde en el bosque sin ningún rastro de emotividad que me conmueva, quedando más bien como un calco insustancial de la estética malickeana. Su argumento sigue a Robert Grainier, un hombre con un pasado trágico que trabaja como leñador en el bosque, donde se gana la vida talando árboles con su hacha y clavando raíles para los ferrocarriles del siglo XIX, pero cuya existencia encuentra un breve oasis de felicidad con su esposa Gladys y su hija en una cabaña tranquila ubicada en una zona rural, poco antes de perderlas en un incendio forestal que lo deja en un estado de meditación estoica —símbolo de las llamas que devoran su mundo interno—. En términos estructurales, el drama se esquematiza como un largo racconto, en el que un anciano narra con la voz en off las peripecias del protagonista a lo largo de 80 años, bajo las mecánicas diacrónicas que sintetizan el relato como una narración elíptica. El guión de Bentley abre el espacio necesario para construir el desarrollo psicológico de Robert, pero se debilita lentamente porque, a menudo, opta por reducir sus acciones a una rutina de situaciones previsibles que giran sobre diálogos al aire libre y momentos de contemplación, donde el personaje parece atrapado entre los miedos intrínsecos y los sueños del porvenir. El conflicto, en general, parece reducirse a una circularidad que permanece girando sobre la labor de Robert junto a obreros racistas en la construcción del ferrocarril; los trabajos de tala estacionales que obligan a Robert a alejarse de su mujer y su hija; las pesadillas de Robert en las que es atropellado por un tren; la amistad de Robert con un hillbilly experto en explosivos; las caminatas de Robert sin rumbo ni propósito para superar el trauma de la pérdida en medio de los cambios socioeconómicos. En la superficie, todo esto funciona para capturar la esencia de una vida ordinaria en el Noroeste americano de principios del siglo XX: trabajo en ferrocarriles, amor fugaz y pérdidas que dejan ecos en el bosque; pero a modo soterrado Bentley emplea el calvario de Robert para interrogar, en su síntesis discursiva, no solo la familia como institución social, sino, además, la condición del trabajador y el racismo estructural en la expansión americana, entendido ahora como la desilusión de un obrero alienado cuya vida entera está determinada por el trabajo físico y el progreso del capitalismo industrial. El problema de esta crítica es que resulta burda porque, entre otras cosas, ignora las complejidades del capitalismo y mantiene a los personajes como accesorios decorativos de un manual didáctico sobre lucha de clases. Por lo menos, al margen del vacuo discurso, Edgerton ofrece una actuación mesurada que se beneficia, en cierta medida, de su mirada y la expresividad para interpretar a un derrotista solitario, honesto, atormentado, que detrás de los silencios oculta la melancolía de haber perdido a sus seres queridos, como un fantasma andante que vive una vida contemplativa en la vejez. A su lado Felicity Jones queda reducida a un interés romántico. Y Bentley los encuadra en una puesta en escena que, a través de un montaje elíptico, capta la tristeza por medio de los claroscuros, el plano panorámico, el plano fijo, el encuadre móvil, la relación de aspecto 4:3 y, además, el tono atmosférico de una fotografía naturalista de Adolpho Veloso sobre atardeceres, ríos y bosques. La música de Bryce Dessner también se deja escuchar en ocasiones. Nada de esto, sin embargo, evita que la película se derrumbe como el tronco hueco de un árbol talado.



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Ficha técnica
Título original: Train Dreams
Año: 2025
Duración: 1 hr. 43 min.
País: Estados Unidos
Director: Clint Bentley
Guion: Clint Bentley, Greg Kwedar
Música: Bryce Dessner
Fotografía: Adolpho Veloso
Reparto: Joel Edgerton, Felicity Jones, William H. Macy, Kerry Condon, Nathaniel Arcand
Calificación: 5/10

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