Crítica de la película «Pollock: La vida de un creador» (2000)

Pollock: La vida de un creador

Durante más de dos horas, me quedo colgado del televisor viendo las imágenes que ofrece Pollock, la película biográfica que dirige Ed Harris sobre el famoso pintor norteamericano y que yo, esporádicamente, vi en unas cuantas ocasiones cuando el telecable era mi adicción.  Por lo que veo en ese período de tiempo deduzco de inmediato que, dentro de sus irregularidades, es un biopic que cuenta con actuaciones estelares de Ed Harris y Marcia Gay Harden, pero cuya superficie, desgraciadamente, tiene instantes anodinos que me aburren y, entre otras cosas, avanza a un ritmo lento similar al de una pintura húmeda que se seca en el lienzo, donde al parecer hay una ausencia de tacto emocional que impide que las piezas se unifiquen para lograr una cohesión narrativa que sea solvente. Su trama se ambienta primero en la década de los años 40 y sigue a Jackson Pollock cuando es un pintor expresionista abstracto que pinta sus cuadros de forma aislada en el pequeño apartamento de su familia en la ciudad de Nueva York, mientras lucha contra un alcoholismo desenfrenado que lo traslada al abismo y, además, sostiene una relación amorosa con la pintora Lee Krasner, que lo impulsa a pintar para que supere sus propios límites como artista plástico. En general, la vida de este pintor maldito tiene un arranque interesante que me mantiene atento a su tragedia personal desde las escenas en que utiliza el alcohol como un instrumento para autodestruirse y manifiesta síntomas cercanos a los de un trastorno bipolar en estado subyacente, mientras comienza a exhibir sus cuadros en las galerías de arte gracia al mecenazgo de Peggy Guggenheim y se reinventa a sí mismo cuando descubre el action painting en su cabaña. Pero luego me doy cuenta de que el asunto se repite bajo unas escenas rutinarias que se suelen distribuir entre la crisis doméstica; las discusiones a puerta cerrada con los críticos de arte que no valoran su obra lo suficiente; los episodios de violencia doméstica erosionados por el alcoholismo; las exhibiciones de sus pinturas que lo convierten en un pintor de vanguardia dentro del movimiento del expresionismo abstracto; las sesiones solitarias de pintura con la técnica de dripping en las que arroja la pintura de una lata y la salpica sobre un lienzo colocado en el suelo. Todo parece repetirse inútilmente en su síntesis de situaciones cotidianas, y los conflictos a menudo permanecen situados en un epicentro artificioso que nunca acentúa la psicología fracturada de los personajes principales más allá de las descripciones obvias que son dibujadas por Harris para subrayar un comentario sobre el autodescubrimiento de un artista, los dilemas conyugales y las consecuencias morales del alcoholismo. La narrativa se siente desarticulada en algunos puntos, y la estructura episódica a veces carece de un hilo conductor fuerte como producto de un montaje arrítmico que solo me provoca una indiferencia ante las escenas ensambladas. Lo que sí reconozco, no obstante, es que Harris tiene una actuación bastante creíble como Jackson Pollock, sobre todo cuando ejerce su registro expresivo para interpretarlo como un pintor volátil, desdichado, vulnerable, que se refugia en la pintura para expresar sus fluctuaciones emocionales y el caos que sintetiza su existencia clínicamente neurótica. A su lado también hay una interpretación orgánica de Marcia Gay Harden como la pintora tolerante y fuerte que motiva a su esposo para sacarlo de los vicios alcohólicos. Estas pequeñas virtudes se complementan, asimismo, con una puesta en escena correcta que se vuelve notable por la auténtica reproducción de la época y, ante todo, por el trabajo de fotografía de Lisa Rinzler, que logra captar, entre atmósferas y panorámicas, la esencia del arte de Pollock vista en grandes planos generales, especialmente en las escenas donde el pintor crea sus famosos cuadros de goteo enumerado. Estas secuencias me resultan hipnóticas, dentro de sus limitaciones, porque ofrecen una visión fascinante del proceso creativo de un genio. Pero, desafortunadamente, ninguno de esos elementos consigue sacar a la narrativa de la inercia situacional. Y no me parece otra cosa que un biopic regular sobre uno de los pintores más influyentes del siglo XX.

Ficha técnica
Título original: Pollock
Año: 2000
Duración: 2 hr. 02 min.
País: Estados Unidos
Director: Ed Harris
Guion: Barbara Turner, Susan Emshwiller
Música: Jeff Beal
Fotografía: Lisa Rinzler
Reparto: Ed Harris, Marcia Gay Harden, Jennifer Connelly, Amy Madigan, Jeffrey Tambor, Val Kilmer
Calificación: 6/10


Crítica breve de la película Pollock, dirigida por Ed Harris y protagonizada por Ed Harris y Marcia Gay Harden.




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