En Los osos no existen, el director iraní Jafar Panahí recurre de nuevo a su poética del realismo docuficcional para elaborar, desde la base del cine de carretera, una síntesis discursiva sobre las tradiciones iraníes y la represión política del régimen teocrático liberticida de la República Islámica de Irán. Al igual que su antecesora, Tres caras (2018), Panahí la filmó de forma clandestina y, más adelante, fue arrestado y condenado a seis años de prisión antes del estreno por el delito de "propaganda contra el régimen". Esto solo consigue que su película tenga un mayor sustento discursivo porque, a decir verdad, Panahí desafía las reglas para encuadrar aquí un drama bastante sobrio que, en clave de metacine y docuficción, narra el estado de resiliencia de la sociedad iraní como una metáfora del cine como espejo de la opresión y de las realidades políticas más duras. Su argumento se ambienta en la localidad de Jaban y sigue al cineasta Jafar Panahí —interpretando una versión ficticia de sí mismo— en los días en que dirige remotamente un docudrama sobre una pareja iraní, Bakhtiar y Zara, que intenta obtener pasaportes falsos para escapar del país luego aguantar durante años los abusos del gobierno; mientras ejerce sus tareas como director a través de una transmisión en vivo en su computadora y luego sale a tomar fotografías con su cámara, poco antes de atestiguar la desdicha de una pareja de enamorados en el pueblo. En términos generales, la estructura narrativa se divide paralelamente en dos relatos de amor entrecruzados, ambos marcados por las restricciones sociales y culturales de sus respectivos contextos. El primero presenta la tragedia de la pareja en Turquía mientras interrumpen el rodaje y se preparan para partir hacia París con ayuda de contrabandistas, revelando además los miedos intrínsecos y la desesperación que conduce al suicidio. El segundo, más introspectivo, muestra al propio Panahí como un cineasta que, desde la clandestinidad, dirige un proyecto cinematográfico a distancia, enfrentándose a dilemas éticos sobre cómo sus decisiones artísticas afectan a los aldeanos involucrados y, de igual modo, observando la moralidad contradictoria de una turba errática condenada al ostracismo de las ceremonias islámicas arraigadas en lo supersticioso. Esta dualidad narrativa crea un diálogo sutil entre la realidad y la ficción que me invita a cuestionar los límites de lo narrado, pero, sobre todo, es utilizada por Panahí para concebir, en su capa textual, un comentario social sobre la culpa, el tradicionalismo y la lucha por la libertad, entendido como la resistencia de un director de cine que captura con su lente las estructuras opresivas de las autoridades de su país y mira, en efecto, las mecánicas de coacción del poder ejercidas a través de la superstición, la propaganda y la mentira, mostradas en cada una de las anécdotas compartidas por los personajes. Además de este discurso, el elenco, compuesto en gran parte por actores no profesionales, aporta una autenticidad muy orgánica que se arregla sobre sus diálogos a puerta cerrada y las costumbres culturales de su vida cotidiana. Del mismo modo, Panahí ofrece una actuación que, su gestualidad contenida, subraya su vulnerabilidad y humaniza su figura como cineasta comprometido con mostrar las realidades sociales controladas por obstáculos ocultos. Lo más interesante, quizás, es la forma en que Panahí, como es habitual, logra emplear ciertos elementos estéticos para añadir sustancia a la narración y evocar significados por medio del uso de la elipsis, el sobreencuadre, el reencuadre, el fuera de campo, el sonido diegético, los puntos de iluminación y las modalidades del encuadre móvil que aprovecha al máximo los paisajes rurales y los espacios confinados para reflejar tanto la belleza como la claustrofobia de las vidas de sus personajes. Todo luce finamente ajustado en su estética. Su filme, en última instancia, funciona como un testimonio ontológico del cine para desafiar la censura y dar voz a los silenciados.
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Título original: No Bears (Khers Nist)
Duración: 1 hr. 46 min.
País: Irán
Director: Jafar Panahí
Guion: Jafar Panahí
Fotografía: Amin Jaferi
Reparto: Jafar Panahi, Mina Kavani, Naser Hashemi, Bakhtiyar Panjeei
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