Crítica de la película «La chica de la aguja» (2024)

La chica de la aguja

En La chica de la aguja, Magnus von Horn recurre a la poética de la banalidad del mal para interrogar, supongo, los dilemas ético-morales del aborto. Sus dos largas horas me inducen a pensar lo necesario como para saber que tiene, por añadidura, algunas cuestiones interesantes. Como drama histórico escandinavo abraza el terror psicológico con estética depurada, pero, en general, la narrativa tropieza en más de una ocasión al sintetizar su texto sobre el aborto y la condición social de la mujer en la sociedad danesa posguerra. La trama, ubicada en un período de reconstrucción económica marcado por la pobreza extrema y las desigualdades sociales, sigue a Karoline, una viuda de clase obrera que trabaja en una fábrica textil y vive en la pobreza en la Copenhague de 1919, pero cuyo infortunio se agrava tras quedar embarazada del jefe que luego la rechaza por su procedencia social, quedando desempleada poco antes de entregar a su bebé y conseguir un empleo como nodriza en la casa de adopción secreta para madres desfavorecidas que administra una siniestra señora llamada Dagmar. En términos generales, la narrativa tiene una arranque que me resulta interesante, al principio, por la mezcla entre el drama histórico y el terror psicológico que toma rutas inesperadas al mostrar a una mujer que se ve arrastrada al mundo clandestino del aborto ilegal para subsistir. El problema fundamental, sin embargo, es que el guión salta erráticamente entre géneros y opta, más bien, por un desarrollo accidentado de los personajes que mantiene sus acciones estacionadas en un abanico de situaciones predecibles que se reduce, por lo regular, a diálogos a puerta cerrada sobre desdichas personales, repitiendo los motivos causales de la inopia sin un avance inteligible. La narrativa irregular se prolonga, dicho sea de paso, con las interacciones de Karoline con el esposo desfigurado por la guerra; los intentos de Karoline en una bañera pública para abortar con una aguja a la criatura que lleva en el vientre; la labor de Karoline como nodriza en el negocio oscuro de Dagmar. La falta de cohesión narrativa socava cualquier intento de construir tensión, convirtiendo las escenas en una sucesión de viñetas aisladas que, entre otras cosas, solo aspira a ser un retrato crudo de la resiliencia femenina en un sistema presuntamente opresivo, pero entendido como la tragedia de una mujer de clase trabajadora que es arrojada en el agujero del aborto y la ausencia de voluntad frente a la explotación laboral. Este discurso feminista me resulta demasiado simplista cuando blanquea el asesinato de inocentes como un acto de rebelión heroica contra el patriarcado, desde una ética neomarxista bastante maniquea que demoniza el capitalismo como un mal absoluto, encarnada en burgueses villanescos que "explotan" a los obreros sin matices ni contexto histórico; donde la mujer es presentada como la víctima de un determinismo social de clases que la condena fatalmente sin posibilidad de agencia o movilidad para dialogar sobre sus complejidades éticas, psicológicas o individualistas. En este sentido, las actuaciones de Victoria Carmen Sonne y Trine Dyrholm son apenas competentes al interpretar, con su registro expresivo, a mujeres psicológicamente abusadas en el espectro opuesto de la moral, aunque a veces perpetúan roles demasiado subrayados. Al margen de este panfleto ideológico, Von Horn busca dimensionar los claroscuros en una puesta en escena que, con el diseño de vestuario y una auténtica reproducción del período, suele emplear el primer plano, la elipsis, el sonido diegético, la iluminación expresionista, el encuadre móvil y las atmósferas góticas de la fotografía de Michal Dymek para reflejar la lobreguez del relato con contrastes dramáticos que tiñen en blanco y negro las calles desoladas del pueblo y las habitaciones herméticas. La música de Frederik Schindler, de igual modo, es acertada integrando su partitura minimalista de cuerdas y piano disonante. Estos elementos buscan evocar la crudeza del sufrimiento de unas mujeres, pero, en última instancia, convierten la película en un ejercicio pretencioso y redundante que pincha la estética sin suturar la sustancia.



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Ficha técnica
Título original: The Girl with the Needle (Pigen med nålen)
Año: 2024
Duración: 2 hr. 03 min.
País: Dinamarca
Director: Magnus von Horn
Guion: Line Langebek Knudsen, Magnus von Horn
Música: Frederikke Hoffmeier
Fotografía: Michal Dymek 
Reparto: Victoria Carmen Sonne, Trine Dyrholm, Besir Zeciri, Joachim Fjelstrup
Calificación: 6/10

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