Crítica de la película «Maldita suerte» (2025)

Maldita suerte

En Maldita suerte, el director alemán Edward Berger trata de seguir las pautas de ese cine sobre estafas que se suele ver en ocasiones en la filmografía de Guy Ritchie, en un intento por añadir algo al catálogo de truños que Netflix parece coleccionar como fichas en un casino. Emerge como una adaptación de la novela homónima de Lawrence Osborne, aunque esto no me garantiza nada porque, francamente, en sus 102 minutos no consigo ver algo que no haya visto antes con mejores resultados. La película de Berger se presenta como un thriller psicológico ambientado en los neones parpadeantes de Macao, pero ni siquiera la actuación decente de Colin Farrell es suficiente para corregir una narrativa pretenciosa y reiterativa sobre los riesgos de la adicción al juego, con un metraje que se estira como una noche eterna en la mesa de blackjack. La trama sigue a Brendan Reilly, un estafador irlandés que se hace pasar por el aristocrático "Lord Doyle" luego de haber caído en desgracia por delitos financieros, mientras huye de sus deudas y fantasmas del pasado en los casinos de Macao, pero cuya existencia de jugador degenerado cae en el abismo cuando desciende al infierno de la vanidad y conoce a Dao Ming, una enigmática corredora de créditos que ve en él un alma gemela perdida. En general, esta narrativa tiene un arranque que despierta mi interés, en principio, por la manera en que se conjunta el drama, el misterio y el thriller psicológico para acentuar los dilemas de Lord Doyle como los de un ludópata compulsivo que divaga como fantasma por hoteles lujosos y casinos opulentos, vendiéndose como un magnate que elude a sus acreedores. El problema de todo esto, sin embargo, es que el guión de Rowan Joffé pierde el anclaje porque reduce la construcción psicológica del protagonista a una serie de situaciones rutinarias que, a menudo, lo mantienen dando vueltas en una circularidad de facilismos sobre mesas de juego, hoteles de lujo y conversaciones triviales que no conducen a ninguna parte en específico. Esta falta de gancho se manifiesta con mayor aburrimiento en el descenso de Lord Doyle a los vicios derivados de su compulsión por los juegos de carta y la búsqueda de suerte; el vínculo entre Reilly y Dao Ming en festivales exóticos de fantasmas; los encuentros de Reilly con una investigadora excéntrica que lo persigue para que devuelva el dinero robado en su vida anterior; el comportamiento errático de Lord Doyle como un «fantasma extranjero» atrapado en el laberinto de los casinos. La meditación sobre la codicia y la soledad pierde sustancia porque no escapa de los clichés del neo-noir: traiciones predecibles, alucinaciones baratas y un toque sobrenatural que roza lo ridículo. Todo parece repetirse desde el primer corte de cartas, en un bucle de victorias ilusorias y caídas abruptas que no amplían el espectro de desarrollo del personaje. La interpretación de Farrell, por lo menos, ofrece algunos momentos de su pericia expresiva cuando utiliza su gestualidad y la mirada para interpretar, entre temblores etílicos, la fragilidad de un hombre narcisista y autodestructivo que se niega a salir del círculo de esa miseria irónicamente inducida por la avaricia desmedida que lo encierra en los casinos como si fuera una cárcel; a pesar de que el guión lo coloca en lugares comunes que lo hacen parecer la caricatura estereotipada del jugador en busca de redención. Berger, como es habitual, lo encuadra en una puesta en escena que goza de un estilo visual atmosférico y meticulosamente compuesto por la fotografía de James Friend, ajustada para evocar la trampa alucinógena en la que ha caído el personaje en medio de la elegancia y las luces de neón. La banda sonora de Volker Bertelmann, de igual modo, es algo competente en un par de escenas. Todo lo demás, en última instancia, no es más que una elegía inane sobre el vicio, que revela todas sus cartas antes de los créditos.



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Ficha técnica
Título original: Ballad of a Small Player
Año: 2025
Duración: 1 hr. 41 min.
País: Reino Unido
Director: Edward Berger
Guion: Rowan Joffé
Música: Volker Bertelmann
Fotografía: James Friend
Reparto: Colin Farrell, Fala Chen, Tilda Swinton, Deannie Yip, Alex Jennings, Anthony Wong 
Calificación: 5/10

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