En Frankenstein, Guillermo del Toro recupera los esquemas operísticos de su poética del monstruo con la finalidad, sospecho, de ofrecer un enfoque distinto a las demás adaptaciones cinematográficas del mito romanticista creado por Mary Shelley. Francamente, no esperaba que fuera tan buena. Me parece una película de terror de Del Toro que está muy viva con su estética gótica que reensambla las piezas de la Criatura, con una sensibilidad que solo él posee para narrar un cuento trágico sobre ambición, muerte y fragilidad humana. Su trama, ubicada mayormente en los interiores de un barco en el Polo Norte, narra las experiencias de Víctor Frankenstein, un barón herido y rescatado por la tripulación frente a un hombre misterioso que lo persigue, poco antes de contarle al capitán su versión de los hechos como un doctor ambicioso que, luego de ser contratado por el traficante de armas Henrich Harlander, realiza un experimento peligroso con sus habilidades de anatomía para crear en su laboratorio a un hombre a partir de electricidad y cadáveres diseccionados, mientras se enamora de la prometida de su hermano William llamada Elizabeth. En términos estructurales, esta narrativa posee un arranque que me resulta atrapante por la manera en que se subvierten los elementos principales de la historia de Frankenstein, en unas escenas que se fusionan sobre un híbrido entre el melodrama gótico, la ciencia-ficción steampunk y el terror corporal de monstruos fantásticos. Esta subversión funciona adecuadamente porque, dicho sea de paso, el guión de Del Toro evita frecuentar lugares comunes con su uso de la analepsis y se toma la molestia de sintetizar las motivaciones de los personajes sobre una serie de situaciones imprevisibles que, a menudo, mantienen la coherencia entre las acciones shakespearianas nacidas de heridas profundas y los diálogos poéticos a puerta cerrada, apartándose de la línea del “científico crea monstruo; monstruo se venga” para construir el semblante psicológico que los impulsa a adoptar ciertos comportamientos. Esto es evidente, primero, en la actuación de Óscar Isaac, quien utiliza su pericia expresiva para interpretar a Frankenstein como un Prometeo torturado que, alejado del arquetipo de científico loco, se consume con el fuego del perfeccionismo obsesivo que lo obliga a deshacerse de su creación por un ataque de pánico narcisista, inducido por su ego frágil y el miedo al fracaso que lo horroriza al darse cuenta de que la Criatura es más humana que él mismo para reconocer sus defectos. Jacob Elordi, en cambio, aprovecha los gestos, la voz gutural y la mirada debajo del maquillaje prostético para interpretar a la Criatura como un ser de apariencia humanoide, de movimiento lento y ojos brillantes, perseguido por «lobos», cuya única «venganza» es el deseo de ser amado en la soledad eterna; transmitiendo su humanidad y dolor con un cuerpo que parece tallado en carne muerta. Entre ambos, se cruza Mia Goth con una actuación dual bastante solvente como una mujer compasiva. Con este reparto, Del Toro consigue colocar una delgada ironía que metaforiza el horror de dos seres opuestos, padre e hijo, intentando encontrar la aceptación en un mundo cruel que los rechaza por ser diferentes (uno por inteligencia y otro por apariencia). A todo esto se suma, por si fuera poco, una estética depurada que subraya la simbiosis de los personajes a través del sobreencuadre, el primer plano, el plano simbólico, la iluminación, el diseño de vestuario, el encuadre móvil de una cámara en movimiento y, ante todo, las atmósferas góticas que se ajustan a la textura orgánica de efectos prácticos de Del Toro en los detalles de los decorados —laboratorios oscuros, frascos burbujeantes, espejos grandes, órganos ensangrentados, cuerpos disecados, castillos siniestros—. La banda sonora de Alexandre Desplat, de igual modo, seduce mis oídos con una música sinfónica. Todas estas propiedades, en última instancia, logran que esta versión sea entretenida y conmovedora, con similitudes cercanas a La forma del agua cuando interroga el horror de una sociedad que crea sus propios monstruos cuando abandona la otredad.
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Ficha técnica
Año: 2025
Duración: 2 hr. 29 min.
País: Estados Unidos
Director: Guillermo del Toro
Guion: Guillermo del Toro
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Dan Laustsen
Reparto: Oscar Isaac, Jacob Elordi, Mia Goth, Christoph Waltz, Felix Kammerer
Calificación: 7/10


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