Crítica de la película 'El artista'

El artista

Hollywood, 1927. George Valentin es una gran estrella del cine mudo a quien la vida le sonríe. Pero, con la llegada del cine sonoro, su carrera corre peligro de quedar sepultada en el olvido. Por su parte, la joven actriz Peppy Miller, que empezó como extra al lado de Valentin, se convierte en una estrella del cine sonoro.

Duración: 1 hr. 40 min.
País: Francia
Director: Michel Hazanavicius
Guion: Michel Hazanavicius
Reparto: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, James Cromwell, John Goodman

Crítica de la película 


¿Qué mejor manera de pagar tributo al cine que realizando una película muda? Si pensamos bien, la respuesta de esa pregunta se acerca a que, sea como se vea, la época dorada, que era el crepúsculo de las estrellas y de los grandes maestros, marcó el inicio del cine para siempre. De hecho, aunque se encuentre atrapada en el pasado, permanece viva en el presente dentro de los corazones de nosotros: los cinéfilos que tanto amamos el mundo cinematográfico. Esa cosificación de los orígenes del cine es la brillantez más evidente que posee The Artist, un filme que nos hace recordar por qué amamos el celuloide con las gotas de nostalgia derramadas en todos los planos que la componen. 
El director francés Michel Hazanivicius, fantaseaba durante muchos años con dirigir una película muda en blanco y negro. Obsesionado con la idea observó, analizó y estudió varias películas afónicas del Hollywood de los años 20 para encontrar las técnicas adecuadas y así concebir el fin estético de la película. 

La originalidad de esta película radica en la carencia de diálogos y de sonidos (con excepción de algunas escenas que tienen sonido y música extradiegética), ya que es totalmente silente. Es una película muda rodada en nuestra era, lo cual es bastante insólito, pero a la vez seriamente impresionante. Sus movimientos de cámara (planos estáticos), el brillo de la iluminación y el vestuario van de par en par con la representación del período. Y al estar filmada en una relación de aspecto de 1:33:1 (aspecto usual en los filmes mudos) y a 22 FPS, recrea con fidelidad el fondo y la forma de una verdadera película clásica. 

Podríamos dividirla en capítulos. Primero, “La introducción” sigue la trayectoria de George Valentín (Jean Dujardin) en el año 1927, un actor que se encuentra en la cúspide estelar de su carrera en el cine silencioso y se lo goza. Todo lo que ve es esplendor y gloria. Sin embargo, en un momento determinado accidentalmente conoce a Peppy Miller (Bérénice Bejo), una bella joven que le atrae desde el instante en que se encuentran. Esta parte, hasta aquí la podríamos llamar “El encuentro”. Un poco más tarde, Peppy logra adentrarse en el mundo hollywoodense como bailarina en el casting de una película, gracias a que Valentín convence al productor, Al Zimmer (John Goodman), de que la contrate, a pesar de que este último se había negado. Es así como Peppy, en el sótano de Hollywood, inicia su cometido de convertirse en actriz.

Pero como dice el dicho que "todo lo que sube tiene que caer", en nuestro segundo capítulo: “La caída”, la ocupación de Valentín se ve afectada enormemente con la llegada del cine sonoro. Ahora toda su gloria se ha ido cuesta abajo. Ahora es solo un actor silencioso que no llama la atención como solía hacerlo y, por así decirlo, su etapa en el cine terminó. Al mismo tiempo esa llegada del cine parlante beneficia la profesión en ascendencia de Peppy, quien se consagra en lo alto estrellato hollywoodense con el mismo nivel de popularidad que solía tener Valentín. Esto sería el capítulo tres: “La fama”. 

Este hecho marca la trama indefinidamente, diciéndonos que el ascenso a la fama es temporal, y que los actores deben adaptarse a los cambios que la industria experimenta si quieren seguir actuando. Ese fenómeno de altibajos ha sucedido a varios actores y actrices con el paso de los años. 

La película juega con nuestras emociones transmitiendo alegría, tristeza y agonía a lo largo de la historia. Cuenta con grandes actuaciones, especialmente la de Jean Dujardin, quien por esta magnífica interpretación ganó el premio al Mejor Actor en Cannes y en los Oscars. Dujardin, con el rostro de un galán caprichoso y una forma de actuar jocosa, dota a Valentín con un sentido emocional tan asombroso que, creemos que cada encuadre de este melodrama sucede en realidad. 

Debido a la ausencia de diálogos, la mayor parte del tiempo nuestra imaginación juega un papel vital a la hora de hacernos imaginar qué tipo de palabras están expresando fuera de los intertítulos. Las imágenes hablan por sí solas y no necesitan estar acompañadas de sonido para enfatizar la expresividad de los personajes. En la película de Hazanivicius el mutismo habla más que miles de palabras juntas. Es un homenaje al cine destinado a vivir para siempre en la mente de los amantes del séptimo arte. Seduce irresistiblemente con un estilo visual muy peculiar y, sobre todo, entretiene con mucho sentimiento. 


 8/10




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