Crítica de 'Mujercitas': feminidad sin gracia

En mi crítica de esta semana hago un análisis que abarca en resumen la explicación del final de 'Mujercitas', la segunda película de Greta Gerwig.




Entiendo que la historia de Mujercitas, la novela de la escritora norteamericana Louisa May Alcott publicada en 1868, se ha llevado al cine en siete ocasiones. Dos versiones mudas, una estrenada en Reino Unido en 1917 por el director Alexander Butler y otra en Estados Unidos en 1918 dirigida por Harley Knoles, se encuentran perdidas, y, presumo, ningún historiador viviente las ha podido ver. En 1933, Cukor dirigió un episodio pre-code protagonizado por Katharine Hepburn, que supuso la primera versión sonora del clásico. Una adaptación en Technicolor, protagonizada por June Allyson y dirigida por LeRoy para la MGM, se estrenó en 1949 con gran una acogida del público. Pasaron unos cuantos años hasta que la directora Gillian Armstrong se convirtiera en la primera mujer en adaptarla en 1994, con Winona Ryder como protagonista. Y en 2018, Clare Niederpruem quiso ser la primera directora en adaptarla en el siglo XXI, pero se fue por la vía fácil del recuento moderno. Me temo que la razón por la que se ha adaptado tantas veces a lo largo de los años es por resaltar un panorama simbólicamente femenino sobre la hermandad y la emancipación de la mujer en una sociedad patriarcal. Y este tema hoy en día está más de moda que nunca.

Pude ver la séptima adaptación del cuento de Mujercitas que pone por segunda a vez a Greta Gerwig en la silla de directora, en un intento de convertirse en la primera mujer en filmar en el presente siglo la obra de Alcott desde la raíz y renovar el discurso que contiene para que encaje con el feminismo de la posmodernidad. En cierto sentido lo consigue. Es un drama de época con pinceladas románticas. Por eso la veo muy entusiasmado pensando que sería una de esas películas sobre los estudios de la mujer que te sacan una sonrisa en la cara. Pero al rato me fatigan los sermones feministas que expone a través de la vida doméstica de la protagonista que interpreta Saoirse Ronan (colaborando otra vez con Gerwig). Pienso que se destaca más por la autenticidad del período, el vestuario, la música de Alexandre Desplat y el rol de Ronan como esa escritora que anhela la libertad. Lo otro me resulta autoindulgente, fastidioso, tan edulcorado como un terrón de azúcar en una taza de café mañanero. No me transmite ningún tipo de emoción, salvo el aburrimiento durante dos horas eternamente largas. Se halla muy lejos de la gracia y de la sutileza de Lady Bird, esa comedia de mayoría de edad, casi autobiográfica, con la que Gerwig debutaba para narrar la crisis de la adolescencia de una joven muy peculiar.


Emma Watson, Florence Pugh, Saoirse Ronan y Eliza Scanlen. Imagen cortesía de Sony Pictures.


La película comienza en 1868 en la ciudad de Nueva York, donde exhibe la vida de Josephine “Jo” March (Saoirse Ronan), una joven maestra que visita a un editor, el Sr. Dashwood (Tracy Letts) para negociar la publicación de una de sus obras. Se la publican bajo una serie de condiciones, las cuales ella tolera para ganar algo de dinero, aunque no quiere firmar con su nombre. Jo es una chica inflexible que cuestiona su entorno, principalmente cosas como la intolerancia y la institución nupcial. Tiene cuatro hermanas a las que apoya fraternalmente. Una es Margaret "Meg" March (Emma Watson), la enamoradiza y vanidosa del grupo; Amy March (Florence Pugh) es coqueta, irónica, la artista plástica que pinta paisajes en sus lienzos; Elizabeth "Beth" March (Eliza Scanlen), una muchacha idealista y algo tímida que posee una habilidad prodigiosa para tocar el piano. A veces, Jo discute con Amy, con el amigo adinerado de la familia, el impertinente Laurie (Timothée Chalamet), y con Friedrich Bhaer (Louis Garrel), un crítico enamorado de ella que critica constructivamente su trabajo literario. En el fondo ella desea ser una escritora reconocida. Y su única motivación es ser solidaria con su familia.


Saoirse Ronan y Eliza Scanlen. Imagen de Sony Pictures.


La narrativa, firmada con el guion de Gerwig, parece repetirse como las páginas en blanco de una fábula cuando recurre a la analepsis para describirme, desde el punto de vista de la memoria de Jo, la cotidianidad, el pensamiento y las vicisitudes familiares de las mujeres del siglo XIX. Todo se estructura para reivindicar la imagen de una mujer que se da cuenta de que la domesticidad es una herramienta poderosa para escribir literatura. Cualquier golpe de efecto lo acentúa con los diálogos que Jo sostiene a puertas cerradas con sus hermanas en las profundidades de la residencia, acompañados de paso con una voz en off que explica sus acciones. El problema, a mi parecer, es que la estructura carece de cohesión. Está desordenada. Al estar sujeta a los recuerdos y al presente de la protagonista, no solo los personajes secundarios son lacerados por la falta de desarrollo, sino también que los conflictos de ella son irremediablemente superficiales, carentes de una envoltura psicológica que sea reveladora cuando son colocados con una teatralidad muy aparente. Casi no hay tiempo para conocerlos.

Esta redundancia en la existencia de Jo se reduce a escenas cursis como en la que ella va junto a Meg a una fiesta y se siente como una extraña perdida entre tanta petulancia burguesa, la intromisión del confiado vecino Laurie con cada una de las hermanas de la familia March, la mañana de Navidad en la que su madre Marmee (Laura Dern) convence a las niñas para darle de comer a los niños hambrientos del barrio, la escena en la que la jamona tía March (Meryl Streep) conversa con Jo para persuadirla de que se case con un hombre rico, la atracción entre Laurie y Amy, la frivolidad de Meg al confesarle a su esposo que está cansada de ser pobre solo para que él se sienta culpable, la trágica muerte de Beth a causa de la fiebre que sitúa a Jo en un estado profundo de duelo, los sentimientos de Laurie hacia una Jo indecisa, el corte de pelo que Jo que anuncia su independencia.


Florence Pugh, Saoirse Ronan y Emma Watson. Foto de Sony Pictures.


Gerwig no solo presenta a Jo como una mujer que se enamora de su libro y que sueña con ser escritora, sino como el pilar masculino de un hogar de mujeres en la cual los hombres están excluidos a un segundo plano (ella misma afirma que quiere ser un chico). Además de su carácter pesado, Jo comparte características o comportamientos considerado típicos de una tomboy. Pero lo disimula. Su individualismo está justificado. Siempre objeta las convenciones sociales y la economía del matrimonio para condenarlas como una forma de esclavitud que encadena a la mujer que anhela ser libre. Y su propósito es, precisamente, escapar de esa trampa haciendo lo que le apasiona, cosa que efectúa cuando el Sr. Dashwood acepta publicar su novela "Little Women" y negocia los derechos de autor (simbolizando una posible igualdad). Es una mujer que piensa que la sociedad y sus organismos han descompuesto la pureza de la gente y protege a sus hermanas para que no caigan en el gancho.


Saoirse Ronan como Jo March. Foto de Sony Pictures.


Me atrevo a decir que el empeño de Gerwig es utilizar a la heroína como una visión biográfica de sí misma y tratar de establecer, a través de su efigie, una metáfora sobre el significado de la sororidad. Los personajes que muestra son mujeres autónomas y talentosas, alejadas de las etiquetas de cosificación y capacitadas para afrontar los problemas sociales y los prejuicios de género mediante un empoderamiento colectivo. Construye una confraternidad femenina basada en el apoyo, el afecto, la labor y la solidaridad, estableciendo un principio de autonomía con el vínculo de las protagonistas que coexisten en la misma vivienda para rechazar cualquier posibilidad de sumisión de parte de la opresión patriarcal. Son mujeres que renuncian a la doctrina de confrontar el papel que se espera de ellas en el período que viven. La casa es su refugio. Es un alegato de la feminidad que se refleja en la intimidad de la vida doméstica de cuatro mujeres distintas.


Emma Watson, Saoirse Ronan, Florence Pugh y Eliza Scanlen. Fotograma de Sony Pictures.


Incluso escribiendo todo eso para desahogarme, solo me dejo sermonear por la película con las apariciones esporádicas de la protagonista, la cual, admito, está muy bien interpretada por Ronan cuando le añade veracidad e imprime emociones como la alegría, la tristeza, la soledad, el disgusto y el estrés en los momentos en que interactúa con sus hermanas. De nada me sirve que el estilo visual acentúe los estados emocionales con la iluminación cálida y fría, o que la música empática fracase al intentar sacarme lágrimas. Lo demás me huele a adoctrinamiento barato, de burgueses insufribles que no tienen ni idea de lo que es el mundo exterior. Me importa un bledo lo que pasa. Es una película aburrida que intenta venderme como renovador lo que no deja de ser un producto bastante sentimentaloide y folletinesco del feminismo. 

Ficha técnica
Título original: Little Women
Año: 2019
Duración: 2 hr 15 min
País: Estados Unidos
Director: Greta Gerwig
Guion: Greta Gerwig
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Yorick Le Saux
Montaje: Nick Houy
Reparto: Saoirse Ronan, Timothée Chalamet, Emma Watson, Florence Pugh, Eliza Scanlen, Laura Dern, Meryl Streep
Calificación: 5/10




Tráiler de la película

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