Crítica de la película «El papalote azul» (1993)

La cometa azul
La cometa azul es, probablemente, una de las mejores películas que he visto del cine chino de quinta generación y, sin temor a equivocarme, la coloco al mismo nivel que Vivir (Zhang, 1994), más allá de las similitudes que comparten en su núcleo político sobre la historia de China durante la Revolución Cultural. Al igual que la citada cinta de Yimou, causó un pánico moral frente a las autoridades de la industria del cine y activó la alarma de censura del gobierno chino, que la prohibió poco después de la posproducción por su carácter político y, además, inhabilitó a su director, Tian Zhuangzhuang, para que no pudiera filmar otra película durante casi diez años. El hecho de que la censuraran sin piedad valida la postura discursiva de Tian y, ante todo, me obliga a razonar seriamente sobre la naturaleza represiva de un régimen gubernamental que no tolera que algún librepensador señale los vicios ético-morales de su doctrina. El argumento se desarrolla a partir de los años 50 y narra en tres capítulos la tragedia de una familia china desde la perspectiva de un niño llamado Tietou (nombre que significa "Cabeza de hierro"), que cuenta lo sucedido con la voz en off, en el contexto histórico donde se pone en marcha el engranaje de la revolución cultural china. El primer capítulo, situado unos cuantos años antes de la denominada Campaña de las Cien Flores, muestra la cotidianidad de la familia de Tietou, conformada por su cariñosa madre Chen Shujuan, el padre bibliotecario que envía consejos en varias cartas y los demás miembros que se reúnen de vez en cuando en la casa de la abuela a cenar (incluyendo el tío del ejército con problemas de la vista y su prometida, el tío rebelde que es pintor y critica el partido, la tía que es revolucionaria militante); mientras algunos de ellos son perseguidos durante las purgas del movimiento antiderechista. El segundo capítulo, sucede durante el Gran Salto Adelante y presenta a Tietou como un niño travieso que es cuidado por su madre años después del fallecimiento de su padre en un campo de trabajo forzado, donde mira el florecimiento del segundo matrimonio de su madre con su tío, un antiguo colega de su padre, mientras atraviesan dificultades económicas. En el tercero, Tietou ya es un púbero que, tras la muerte del segundo esposo de su madre, observa de lejos la relación fría y distante de su madre con un señor privilegiado del partido que le garantiza protección ante la pobreza que se avecina (ella no es más que una sirvienta) antes del estallido de la Revolución Cultural. En general, los tres episodios me conmueven enormemente porque acentúan, de forma orgánica, las situaciones de una familia que, a pesar de las desgracias que experimentan, se visitan a menudo por el fuerte vínculo que los une. Tian no solo opta por mostrar con sinceridad el modo de vida de una familia durante la tumultuosa transición a la Revolución Cultural, sino que, además, se refugia en la infancia y en la pérdida de la inocencia del niño para interrogar hasta el fondo la represión política de la ortodoxia ideológica del Partido Comunista Chino (PCCh) que fue impulsada por el dictador Mao Zedong para lanzar sobre la población una agenda totalitaria de pobreza, hambruna, corrupción económica, propaganda, adoctrinamiento ideológico, prohibición de propiedad privada, eliminación de libre mercado, degradación de la familia, la ruptura del sentido comunitario, persecución de disidentes antes de instalar su sistema monolítico socialista, de gente que construye una identidad nacional por el costo de vigilancia y castigo. La ausencia paternofilial metaforiza, con cierta sutileza, la imposibilidad de la familia para hallar bienestar en medio del cuadro opresivo de los maoístas radicales de uniformes rojos (donde, literalmente, un ciudadano sin derechos es igual a un niño sin padre). En su puesta en escena, observo un intimismo que se eleva, a ritmo contemplativo, con una serie de recursos estéticos que emplea a su favor para añadir sustancia a la desilusión de los personajes en los espacios domésticos; entre los que se destaca el sobreencuadre, el plano general, el fuera de campo, la elipsis que sintetiza las épocas, el plano simbólico (la chichigua), el encuadre móvil en sus diferentes modalidades de movimiento, la iluminación natural, la música diegética que describe emociones intrínsecas a través de las letras y el uso psicológico del color azul que se encuentra vertido en el vestuario. Las actuaciones del reparto, dentro de sus respectivas limitaciones, me parecen orgánicas y destaco, dicho sea de paso, la de Lü Liping como la madre que lo sacrifica todo por su hijo. Todo luce finamente ajustado en su panorama oscuro y trágico. El plano final del niño ensangrentado, tirado en el suelo como flor marchitada antes cerrar los ojos mirando la cometa en el árbol que una vez le hizo su papá, es una cosa muy poética que no voy a olvidar en mucho tiempo.

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Ficha técnica
Título original: The Blue Kite (Lan feng zheng)
Año: 1993
Duración: 2 hr. 20 min.
País: China
Director: Tian Zhuangzhuang
Guion: Xao Mao
Música: Yoshihide Otomo
Fotografía: Yong Hou
Reparto: Lü Liping, Yi Tian, Pu Quanxin, Li Xuejian, Zhang Wenyao
Calificación: 8/10


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