Crítica de la película «¡Shazam! La furia de los dioses» (2023)

¡Shazam! La furia de los dioses
Durante más de dos horas, me someto a las imágenes que ofrece ¡Shazam! ¡La furia de los dioses, en un intento por consumirlas para tratar de encontrar aquella sensación de divertimento que me proporcionó Shazam! en 2019. Pero, desafortunadamente, a la media hora inicia mi descenso hacia una fatiga prolongada que termina con la última escena poscrédito. De entrada, no me parece otra cosa que una secuela aburrida, fatigosa, sin humor, que en general agota su cajita mágica entre las secuencias repetitivas que amontonan clichés y la pirotecnia visual que disfraza a sus superhéroes de plástico desechable, donde nunca siento la presunta emoción y llego rápidamente a la conclusión de que es bastante inferior a la predecesora que dirigió David F. Sandberg hace cinco años atrás. En esta ocasión, los eventos de la trama se sitúan en Filadelfia cuatro años después de los acontecimientos de la primera entrega y sigue a Billy Batson en los momentos en que intenta mantener la unidad familiar cuando sus hermanos persiguen sus propios intereses lejos de salvar el mundo con los disfraces coloridos de superhéroe; mientras afronta las inseguridades de un adolescente de 18 años y, además, se enfrenta a tres diosas que llegan a la metrópoli para robar el bastón roto del mago con el fin de reactivar sus poderes y poner en marcha el plan de reconstruir su reino de deidades en la Tierra. El problema fundamental que tiene como película es que su narrativa, producto de un guion bastante flojo, estructura las acciones de una forma previsible que coloca a los personajes en unas situaciones arregladas de antemano para que el héroe presuntamente chistoso salve el día al luchar contra unas villanas que ahora, como es habitual en los discursos del wokismo de Hollywood, tienen la misión políticamente correcta de restablecer, literalmente, una utopía "feminista", sin permitir que se abra un espacio para desarrollar a los personajes entre tanto bullicio y destrucción. En la anterior todo se establecía de una manera escueta que se reservaba las sorpresas para el momento indicado, pero esta, en cambio, suelta subtramas que se hilvanan abruptamente como si se tratase de una urgencia. Todo luce accidentado, aparatoso, terriblemente genérico. Por esa razón, para mí no es muy difícil anticipar las persecuciones en la que los jóvenes de la Shazamily destruyen media ciudad para detener los planes de las malvadas diosas, las conversaciones sobre los artefactos mágicos, los chistes sin gracia, la lucha final en la que el héroe acude al llamado del deber para sacrificarse por los suyos y terminar con el caos de los monstruos mitológicos. Ninguno de los personajes se destaca para nada, y esta vez Zachary Levi no le inyecta energía a su rol cómico y su carisma en apariencia se ve algo impostado, quedando más bien como la postalita repetida de una figura de acción que actúa a desgana para cobrar el cheque interpretando al superhéroe de traje rojo y capa blanca. Simplemente me canso de ver a Levi diciendo tantas tonterías. Y las secuencias de acción por las que él pasea parecen renderizadas con unos efectos CGI de segunda mano. En pocas palabras, es una película de superhéroes que quema todas las calorías en su ciclo de reciclaje y refleja, con su información nutricional, el nivel de agotamiento que provocan ya las fórmulas de las franquicias.

Ficha técnica
Título original: Shazam! Fury of the Gods
Año: 2023
Duración: 2 hr. 10 min.
País: Estados Unidos
Director: David F. Sandberg
Guion: Henry Gayden, Chris Morgan
Música: Christophe Beck
Fotografía: Gyula Pados
Reparto: Zachary Levi, Helen Mirren, Lucy Liu, Rachel Zegler, Jack Dylan Grazer, Asher Angel
Calificación: 4/10

Crítica breve de la película ¡Shazam! La furia de los dioses, dirigida por David F. Sandberg y protagonizada por Zachary Levi y Helen Mirren.

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