Crítica de la película «Entreacto» (1924)

Entreacto
Entreacto es un cortometraje mudo que representa la ópera prima del director parisino René Clair, rodado en colaboración con algunos de los integrantes del movimiento dadaísta que buscaban, entre otras cosas, interrogar a la burguesía desde el instantaneísmo más subversivo. Se presenta como un supuesto interludio para la obra de ballet Relâche de Francis Picabia. Aunque a menudo se le elogia como un hito del cine vanguardista, los 20 minutos que paso consumiendo sus imágenes me dejan en un estado cercano a la abulia. Tiene ciertos hallazgos estéticos que se manifiestan sobre el encuadre con la singular visión dadaísta de Clair, pero, por desgracia, en la superficie es solo un ejercicio pretencioso de carácter experimental, carente de profundidad emocional en su metraje caótico que condena los engranajes del capitalismo burgués. Tras un breve prólogo en el que dos hombres saltan sobre una azotea con un cañón, la película intercala escenas aparentemente inconexas de las distintas facetas sociales de los parisinos durante la posguerra: tres muñecos con cabezas de globo que se inflan y desinflan; un hombre con barba postiza disfrazado de una bailarina de ballet que baila sobre un cristal visto desde abajo; dos pares de guantes de boxeo blancos se enfrentan de día y de noche en una plaza; dos hombres, Marcel Duchamp y Man Ray, juegan al ajedrez en un tejado mientras observan a los transeúntes en el mismo tablero; un cazador que apunta con una escopeta de dos cañones a huevos que flotan sobre una fuente de agua antes de liberar a una paloma; el cortejo fúnebre de un grupo de dolientes burgueses que persigue a toda velocidad a un coche fúnebre tirado por un dromedario en las concurridas calles de París. En términos generales, se podría pensar que la ausencia de raccord de estas escenas no tiene ningún tipo de coherencia al responder al paraguas discursivo del dadaísmo que protesta de forma irracional contra la lógica y la razón para abogar por la ruptura con las normas establecidas. Sin embargo, todas las escenas están montadas por Clair para subrayar, en su síntesis discursiva, un texto sobre los peligros del individualismo, la propiedad privada y las consecuencias del capitalismo en la sociedad moderna, entendido como un sistema que "deshumaniza" al hombre hasta reducirlo a la efigie de un burgués condenado a perseguir los caprichos materiales y la obsesión por lo instantáneo. El problema fundamental, supongo, es que su crítica radical contra los efectos de la guerra y el capitalismo moderno permanece todo el tiempo en un espacio maniqueo que, debajo de la significación soterrada, es demasiado obvio para tomarlo en serio. Al margen de esto, encuentro que la película es técnicamente competente porque, dicho sea de paso, refleja las inquietudes estéticas tempranas de Clair que se muestran sobre el control compositivo del encuadre a través de la sobreimpresión, la elipsis, el sonido inaudible, el primer plano, el desencuadre, el reencuadre, el uso de la cámara lenta, el campo-contracampo, el picado-contrapicado, el plano panorámico, los puntos de iluminación, el montaje rítmico y paralelo,el plano simbólico y, ante todo, las modalidades del encuadre móvil que alcanzan su punto de mayor envergadura en la climática secuencia del cortejo fúnebre que metaforiza, a modo surrealista, una sátira mordaz sobre la muerte y la banalidad antiburguesa. La banda sonora de Erik Satie, capturada aquí como un ejemplo temprano de sincronización de sonido, se integra dinámicamente en algunas escenas fragmentadas. La trampa de priorizar el estilo sobre la sustancia me permite razonar, en algunos planos ambiguos, sobre la originalidad que hay detrás de las técnicas rupturistas empleadas por Clair, en su rechazo deliberado a cualquier forma de estructura narrativa convencional. Pero, desafortunadamente, se utilizan de manera tan arbitraria que pierden impacto y me mantienen con la sensación, en efecto, de que la sucesión de gags visuales no culminan en ninguna reflexión intelectual profunda, quedando, más bien, como un corto que es incapaz de evocar sorpresa o rebeldía conceptual en sus pretensiones de vanguardismo.


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Ficha técnica
Título original: Entr'acte
Año: 1924
Duración: 22 min
País: Francia
Director: René Clair
Guion: René Clair, Francis Picabia
Música: Erik Satie, Henri Sauguet 
Fotografía: Jimmy Berliet
Reparto: Jean Börlin, Inge Frïss, Francis Picabia, Marcel Duchamp, Darius Milhaud, Man Ray
Calificación: 6/10


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