Protocine: arqueología de la imagen-movimiento

 El siguiente ensayo tiene como objetivo investigar los orígenes de la historia del cine como una arqueología sobre los cineastas perdidos y sus obras encontradas.  



La llegada de un tren a la Ciotat


La noción de "imagen-movimiento", elaborada por el filósofo posestructuralista Gilles Deleuze en La imagen-movimiento: Estudios sobre cine 1 (1983), constituye un marco conceptual crucial para comprender la esencia fenomenológica del cine. Deleuze describe la imagen-movimiento como una forma de percepción sensible que transciende lo estático, articulando lo visual a través de dinámicas espaciotemporales. Este concepto, sin embargo, no emerge en el vacío. Su semilla, digamos, está en el protocine, en las tentativas iniciales de capturar y proyectar el movimiento en la imagen sobre el espacio, congelados en las fotografías que, en su expresividad inmanente y representativa, los dota de una nueva existencia (a propósito de la fotogenia de Epstein) que es reconocida como presencia; realizadas, por supuesto, por los pioneros tempranos de la cinematografía.


La arqueología de la imagen-movimiento se configura como un ejercicio hermenéutico que va más allá de la recuperación histórica de tecnologías y autores olvidados. Se establece como un vínculo diacrónico-sincrónico entre la filosofía y la historiografía del cine. En términos deleuzianos, la imagen-movimiento no es simplemente una representación del mundo, sino una manifestación del devenir que es, a la vez, una síntesis dinámica del tiempo y del espacio. Como bien señala Jacques Aumont: “la imagen en movimiento posee por su construcción un poder de aparición incesante, del cual se sirve con exceso a través de trucajes o de mudanzas caprichosas”. Las primeras manifestaciones cinematográficas, como los brevísimos cortos de Louis Le Prince o los hermanos Skladanowsky, revelan un cine en el que las imágenes registran la realidad bruta en su aura de representación primitiva, encapsulando flujos temporales que transforman nuestra percepción del mundo sensible desde la mirada de la otredad. Esta “arqueología” no busca excavar únicamente los orígenes técnicos del cine; más bien indaga en su capacidad ontológica: cómo las primeras imágenes-movimiento dieron forma a nuevas maneras de conocer, pensar, ver y experimentar el tiempo.


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