Crítica de la película «El gabinete de las figuras de cera» (1924)

El gabinete de las figuras de cera
El gabinete de las figuras de cera es una película muda antológica de Paul Leni con Leo Birinsky que sigue el rastro del cine expresionista alemán, originalmente planeada como un largometraje ómnibus de cuatro partes que, por desgracia, no se rodó por carencia de fondos. Se cuenta que después del estreno, Carl Laemmle, el fundador de Universal Pictures, quedó impresionado por sus imágenes, hasta el punto de invitar a Leni al cine de Hollywood. Y esto se nota claramente en la ambición estética que Leni y Birinsky depositan sobre los escenarios exóticos y fantasmagóricos de la puesta en escena, pero, en general, la antología muda de tres historias de terror se siente desarticulada y carece de gancho, a un ritmo atropellado que la convierte en una experiencia aburrida. La trama gira en torno a un poeta contratado para escribir historias sobre tres figuras de cera en un museo —Harún al-Rashid, Iván el Terrible y Jack el Destripador—, mientras permanece al lado de su musa para imaginarse estando junto a ella en medio de peripecias cotidianas. En términos generales, la narrativa divide los tres segmentos en una estructura episódica que adopta por montaje el recurso de la analepsis para reimaginar lo que escribe el poeta cuando se coloca dentro del relato como personaje secundario. El problema fundamental, sin embargo, es que parece más una colección de cortometrajes inconexos que una obra unificada porque, francamente, el guión adolece de una falta de desarrollo de personajes que se manifiesta, entre otras cosas, sobre las motivaciones superfluas que solo funcionan como mecanismos de acción para impulsar el conflicto en cada episodio, en una serie de situaciones predecibles que arrancan desde la circularidad de ironía. Esta circularidad de ironía trata de explorar el lado macabro y psicológico de asuntos humanos como el miedo, la codicia y los celos de las figuras de autoridad, pero pierde sustancia al mostrar entre facilismos la lascivia de Harún al-Rashid para poseer en secreto a la esposa de un panadero luego de perder una partida de ajedrez con los súbditos; la perversidad del maquiavélico zar ruso Iván el Terrible cuando ordena envenenar al envenenador real durante una festividad, poco antes de sufrir en carne propia los efectos del envenenamiento y enloquecer mirando el reloj de arena de sus horas contadas; la pesadilla del poeta y su musa al ser perseguidos por Jack el Destripador en los oscuros y retorcidos pasillos del museo. Los tres relatos avanzan a un ritmo errático, en el que todo ocurre de una manera apresurada que mantiene a los personajes suspendidos en un epicentro de redundancia. A pesar de que se sabe poca cosa de estos personajes más allá de las apariencias externas, por los menos encuentro creíble la actuación de Jannings cuando interpreta, con maquillaje y gestos histriónicos, el papel del califa barrigón de Las mil y una noches que se vuelve siniestro con la mirada y el bigote. Conrad Veidt también suministra algo de credibilidad en las escenas en que utiliza su registro expresivo para expresar, con el rostro estoico y los ojos grandes, la megalomanía del zar condenado a la muerte por el destino. William Dieterle, en cambio, luce algo desaprovechado como el poeta anodino que escribe versos para agradar a su enamorada. Entre todas estas limitaciones, Leni encuentra espacio para dotar el encuadre de una estética ajustada que, dicho sea de paso, se acerca estilo expresionista a través del primer plano, los decorados estrambóticos, el sonido inaudible con intertítulos, el uso de la sobreimpresión para producir efectos especiales y, ante todo, los modos de iluminación contrastados entre luces y sombras. La dirección de arte está consciente de su artificio teatralizado, pero funciona adecuadamente para comunicar con autenticidad las atmósferas opresivas de horror. A pesar de estos elementos, la película no alcanza la sofisticación de otras obras de la época y termina siendo, en última instancia, un capítulo bastante irregular en el contexto del cine mudo y el expresionismo alemán.


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Ficha técnica
Título original: Waxworks (Das Wachsfigurenkabinett)
Año: 1924
Duración: 1 hr. 47 min.
País: Alemania
Director: Paul Leni, Leo Birinsky
Guion: Henrik Galeen
Música: N/A
Fotografía: Helmar Lerski 
Reparto: Emil Jannings, Conrad Veidt, Werner Krauss, William Dieterle, Olga Belajeff
Calificación: 5/10

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