Sherlock Holmes y la voz del terror es una película de John Rawlins que supone, entre otras cosas, la tercera de las catorce entregas en la saga del famoso detective protagonizada por Basil Rathbone y Nigel Bruce, además de constituir la primera estrenada bajo el sello de Universal Pictures y una adaptación ligera de His Last Bow de Sir Arthur Conan Doyle. La hora que tiene de metraje me induce a pensar lo necesario como para saber que es ligeramente superior que Las aventuras de Sherlock Holmes (Werker, 1939). Como thriller de misterio es algo decente con el lucimiento deductivo de Rathbone como Holmes, pero, desafortunadamente, frecuenta lugares comunes que debilitan su trama predecible sobre espías, nazis y propaganda bélica, dejándome con la sensación de que lo que ocurre no es suficiente como para quedar impactado con el enigma que se intenta solventar. El argumento, ambientado en el Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial, sigue a Holmes y a Watson cuando son convocados por el alto mando del servicio de inteligencia, con la finalidad de detener a una red de sabotaje nazi que opera en Gran Bretaña y cuya agenda de actividades es anunciada con antelación en emisiones de radio por un misterioso individuo conocido como "La Voz del Terror". En general, la narrativa arranca con una premisa que se configura sobre las fórmulas habituales del misterio detectivesco, en la que el detective privado es contratado para resolver el caso de una figura que se esconde entre las sombras para desestabilizar la sociedad; aunque abandona el Londres victoriano y brumoso que tan bien encaja con las historias de Doyle para trasladar la acción al contexto de la guerra en los años 40. El problema particular que encuentro, no obstante, es que el guión deviene en un desarrollo inconsistente de los personajes que, por añadidura, establece sus acciones más básicas sobre una serie de situaciones previsibles que reduce sus motivaciones a encuentros a la medianoche y diálogos expositivos sobre sospechas deductivas. En este sentido, no me queda más remedio que permanecer indiferente ante las deducciones de Holmes para interrogar a los sospechosos y ordenar con facilidad las pruebas; las quejas de los oficiales superiores que exigen eficiencia para encontrar al saboteador oculto; el duelo de Holmes junto a Watson para solventar el caso de los nazis que se esconden en una iglesia. La idea de convertir a Holmes en una figura de resistencia contra los nazis podría haber sido interesante, pero carece de profundidad porque la trama se convierte solo en un vehículo propagandístico torpe, arreglado para exaltar el patriotismo británico en tiempos de guerra. La rutina de escenas encarcela a Holmes y a Watson en la circularidad de los facilismos para resolver el misterio. Los antagonistas, supuestamente amenazantes, me resultan genéricos cuando se mantienen casi siempre sobre los clichés obvios de los nazis malvados. A pesar del simplismo, la actuación de Rathbone me parece competente cuando ejerce la mirada y la voz para comunicar algunas las características de Holmes en los diálogos deductivos, interpretándolo como un genio frío que usa el verbo para disparar verdades con las palabras y la retórica de acento británico. Nigel Bruce, por su parte, lleva la caricatura de Watson hasta escenas redundantes, donde lo único que hace es decir la condición médica de la víctima, completamente desaprovechado en su papel de compañero leal. La dirección de Rawlins, de igual modo, tiene algunas cuestiones interesantes que utiliza sobre la puesta en escena con su uso del primer plano, el plano subjetivo, el encuadre móvil, la iluminación expresiva y, ante todo, las atmósferas oscuras que captan el lado urbano de una sociedad británica asediada, fruto de un solvente trabajo fotográfico de Elwood Bredell que evoca el estilo noir. Estos elementos, cercanos a la serie B, proveen algunos atisbos breves de misterio, pero, por desgracia, son insuficientes para producir una impresión duradera como pasa en otras obras de Sherlock Holmes.
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Ficha técnica
Año: 1942
Duración: 1 hr. 05 min.
País: Estados Unidos
Director: John Rawlins
Guion: Lynn Riggs, John Bright
Música: Frank Skinner
Fotografía: Elwood Bredell
Reparto: Basil Rathbone, Nigel Bruce, Evelyn Ankers, Reginald Denny, Thomas Gomez
Calificación: 6/10
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